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Un inédito tesoro espeleológico en Somiedo

Espeleólogos suizos descubren veinte kilómetros de cuevas subterráneas bajo el parque natural que constituyen una auténtica joya, con decenas de esqueletos de animales de hace 10.000 años

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Somiedo: otro tesoro bajo el suelo

Somiedo tiene otro paraíso bajo el suelo. Pero éste es húmedo, frío y oscuro. Un grupo de espeleólogos suizos ha descubierto en las profundidades del parque natural más de 20 kilómetros de cuevas subterráneas, la distancia que hay entre Oviedo y Grado por carretera. En el interior de las 200 cavidades que localizaron los investigadores hay montones de perlas de las cavernas (formaciones esféricas de calcita) del tamaño de un huevo y un auténtico tesoro de huesos de animales anteriores a la última glaciación, ocurrida hace 10.000 años. "Esto tiene más valor que el dinero; es cultura y surgen infinidad de preguntas: ¿cómo eran?, ¿qué hacían ahí?, ¿qué les pasó?...", afirma uno de los espeleólogos, Isidoro Raposo, natural de Galicia pero residente en Suiza desde hace 53 años.

Raposo habla con tono apasionado de su proyecto: explorar y cartografiar el otro Somiedo que se esconde en las profundidades. En tres décadas, su equipo ha descubierto unas 200 cuevas y, según dice, el trabajo sólo acaba de empezar. "Cada cavidad que encontramos nos da para 20 años más de investigaciones", dice Christian Pauli, que muestra multitud de mapas con detalles de cada cueva. Él es el creador de todos esos documentos, que conserva con mimo en varias carpetas. "Aquí está todo: el recorrido, los pozos, el hallazgo de huesos, las entradas y salidas, los desniveles... Con este material, que tiene también el parque natural, cualquier interesado puede entrar en las cavernas. Y no se piense que son pequeñas, tienen unas galerías amplísimas", comenta Isidoro Raposo, del club suizo Nord- Vaudois, de Yverdon-les-Bains.

La mayor caverna es la conocida como red de Cerveriz, ubicada en los alrededores de los lagos de Saliencia, de 12 kilómetros de extensión y 170 metros de desnivel. A esta profundidad, los espeleólogos suizos hallaron por primera vez perlas del tamaño de un huevo. "Es una joya única. Somiedo es uno de los pocos sitios del mundo que las tiene, con el añadido de que las asturianas son muy grandes" , expresa Raposo, que fascinado muestra una foto de ellas en su cámara digital. Lo cierto es que impresionan. Algunas son blancas enteras y otras lucen manchas marrones. "Esto tiene un valor incalculable. ¿Sabe cuántos miles de años han tenido que pasar para que se formen? Miles", explica, para añadir a continuación: "Nunca se nos ocurrió llevarnos una para casa. Deben estar allí".

-Pero de conocer este tesoro, ¿no se corre el riesgo de que los roben?

-Un grupo de ellas las encontramos a 170 metros de profundidad y otro a 120. Quien consiga bajar hasta allí, las merece (risas).

La investigación ha requerido imaginarse Somiedo antes de la última glaciación y estudiar la circulación interna de todas sus aguas. "Mediante coloraciones hemos sabido que ríos que se pensaba que venían de un sitio, en realidad venían de otro. Podemos decir que debajo del parque hay una gran esponja con multitud de ramificaciones, que se formaron antes del deshielo de los glaciares que formaron el perfil actual del parque. El potencial que hay aquí es enorme", explica Raposo con un marcado acento francés.

Pero lo más valioso de estas cuevas es la cantidad huesos de fauna que ocultan. "Hay decenas y decenas de ellos, no sabría dar un número. Y además de todo tipo de animales", comenta. Se han localizado restos de cabras pirenaicas, linces boreales, cerdos, perros, lobos, vacas y hasta osos de hace más de 10.000 años de antigüedad. "En una caverna encontramos hasta once plantígrados. Nueve eran esbardos y los otros dos suponemos que eran un macho y una hembra adulta. El más grande, el macho, lo encontramos conectado a una cabra. Y la historia que explica todo ello es apasionante", afirma Raposo, que pasa inmediatamente a contarla. "Fruto de los estudios que hicimos averiguamos que los oseznos estaban jugando en la cueva y de pronto cayeron por uno de los pozos a otra galería. El macho intentó socorrerlos y también cayó. Y la hembra hizo lo mismo, pero sobrevivió a la caída. Hay marcas en la pared de las zarpas, lo cual demuestra que avanzó, pero cayó a otro pozo, más profundo que el anterior, de 130 metros. Ahí fue donde localizamos sus huesos", relata.

El mapa de la cueva en cuestión da escalofríos. Es una guarida llena de pequeñas galerías y múltiples chimeneas, que los suizos exploraron sin mayores complicaciones, pero que a ojos de un inexperto es un laberinto infernal. Según detalla Raposo, el cráneo de uno de los dos plantígrados adultos revela que los osos de hace 10.000 años eran mucho más grandes que los actuales. "Lo bonito de esto es que te da una idea de cómo pudo evolucionó el mundo en todo este tiempo".

Los espeleólogos acompañaron a LA NUEVA ESPAÑA en un descenso al interior de la tierra desde Somiedo. Fue a la última cueva que descubrieron este año y que recibe el nombre de Arca. Consta de dos galerías con dos caídas, que alcanzan un desnivel máximo de 120 metros y una temperatura de varios grados bajo cero. A 10 metros ya se alcanzan los 4 grados. Más abajo, aquello es un congelador, como demuestran las numerosas estalactitas heladas que adornan el lugar. En su interior hay huesos de dos pequeños lobos que entraron ahí hace miles de años.

Pero los investigadores suizos no sólo encontraron en esta y otras cuevas restos animales, sino también humanos. "En una guarida aparecieron cinco. Primero pensamos que estaban relacionados con la Guerra Civil, pero investigaciones posteriores desvelaron que los restos eran más antiguos y estaban asociados a la guerra carlista (siglo XIX) o a la peste (siglo XIV). Hacen falta muchos más estudio para saberlo con certeza", dice Raposo.

-Con la riqueza espeleológica que tiene Suiza, ¿por qué investigar en Somiedo?

-Nosotros empezamos con esto a raíz del "boom" de los Picos de Europa en los años setenta. Se descubrieron cuevas de un alto valor natural y expertos de todo el mundo quisieron conocerlas y estudiarlas. Pero había competiciones por ver quién hallaba más cosas y la zona estaba saturada. Así que pensamos en buscar otro sitio donde pudiéramos empezar desde cero y hacer una investigación seria.

A Somiedo llegan un equipo de nueve personas todos los años, en invierno y en verano. El objetivo de los suizos es dejar a la dirección del Parque un gran fondo documental, que puedan ampliar en un futuro otros investigadores. "El trabajo que hacen es digno de admirar, son gente muy exigente con su estudio y tiene todo completamente anotado", valora el director del parque, Luis Fernando Alonso. "Queremos que esto quede aquí para los asturianos y que soporte años de historia", se sincera Isidoro Raposo. Más de la mitad de su vida la ha dedicado a este fin. Y siempre en silencio.

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