Creo no equivocarme si afirmo que la forma en que el señor Sánchez, don Pedro, está bloqueando la gobernabilidad de España es un tanto indecente, ya que cuando menos resulta censurable e improcedente.

Una vez que Mariano Rajoy asumió días atrás el encargo del Rey de formar gobierno, pocos dudamos del hecho de que el único culpable de que puedan celebrarse unas terceras elecciones sea Pedro Sánchez, máxime después de lo expresado por el líder socialista a Felipe VI respecto a que queda descartada la abstención del PSOE en la investidura de Rajoy.

Y eso y que no habrá Gobierno es prácticamente lo mismo. Una gran parte de sus correligionarios lo cree igualmente, pero su ambición desmedida y su irracional y aniñada animadversión hacia el popular van a provocar no sólo que seamos el hazmerreír de Europa, sino que es un gasto difícil de asumir por España, que tan poco parece importarle, pues lleva gobernada en funciones por su poca colaboración más de siete meses.

Su obcecación provoca, asimismo, que esté cavando su propia tumba, y a medio plazo posiblemente la de su partido. Es de suponer que en unos nuevos comicios, los españoles, hartos de tan poca seriedad, por no decir tomadura de pelo, le pasarán factura en forma de pérdida de escaños. Descenderá a porcentajes ridículos. Seguro.

Y el PSOE como partido serio, ciertamente, no se lo merece.