La copla fue el nexo de unión entre las dos actuaciones que acogió ayer el stand de LA NUEVA ESPAÑA en la Feria Internacional de Muestras. Primero fue el turno del joven ovetense Gabriel Álvarez, quien rindió homenaje a todo un referente de la música española como es Manolo Escobar, versionando canciones de la talla de "El Porompompero".

"La pasión por la música y por la copla me viene de mi familia. Tanto a mi madre como a mi abuela les encanta este género", explicó. De hecho, recuerda anécdotas familiares. "Una vez, mi padre me mandó que apagase la música de mi habitación y yo le dije que era yo, que estaba cantando", narra Álvarez. Es el tercer año consecutivo que actúa en la Feria de Muestras y una de las asistentes a su interpretación era su madre, que, desde primera fila, siguió atenta cada movimiento de su hijo. "Mi madre es mi gran apoyo y mi guía, la primera que me dice cuándo hago las cosas mal", aseguró el artista. Sobre la copla, explicó que "a todo el mundo le sorprende ver a alguien joven cantando copla porque parece que está un poco en desuso, pero a mí me gusta porque encuentro algo en estos artistas que me atrae". Gabriel también tiene muy claro que "si alguna vez llego a ser alguien conocido, me gustaría que me recordasen como una persona cercana y sencilla".

Después, llegó el turno de la cantante Carmen Ordiz, también de copla y que también conocía ya el escenario de LA NUEVA ESPAÑA en la Feria de Muestras. La intérprete, que quiso agradecer "la confianza que este medio me ha dado, una vez más", se entregó al público durante más de una hora en la que las coplas sonaron sin parar. Ordiz, que contó brevemente su biografía a los allí presentes, se mostró orgullosa de su vida musical. Y por este motivo quiso interpretar "una canción que nunca antes había cantado ante el público, así que espero dar la talla". Se trataba de "La encrucijada", de Marifé de Triana. Y no defraudó la coplera de San Martín del Rey Aurelio, aunque "afincada desde hace casi una década en Gijón".

El público se entregó sin medida, contagiándose del amor del que hablaban las letras, los aplausos a la coplera, así como algún que otro "¡Viva la madre que te parió!".

Sólo hicieron falta unos minutos después de que Carmen Ordiz entonara las primeras notas para que el escenario del pabellón ferial de LA NUEVA ESPAÑA se llenara de aficionados a la música española.

Carmen Ordiz, enfundada en un traje flamenco, no perdió el hilo de las canciones ni un solo instante e hizo que los copleros bailaran al son de Marifé de Triana. Trajo así a Gijón el color especial de Sevilla.