El día era "de restallu", la oferta de ocio por toda Asturias no dejaba rincón ni concejo sin fiesta, y aun así, fue abrirse la puerta de la 60.º edición de la Feria Internacional de Muestras de Asturias y el público respondió. Incluso más y mejor de lo que venía siendo la tónica de otras primeras jornadas. Así lo constataban los visitantes, como Manuel Menéndez, quien se mostró sorprendido "por la afluencia de la gente, sobre todo con el buen día que hace". Su comentario lo refrendaron miembros de la organización de la FIDMA en lo que definieron como uno de los mejores días iniciales de la historia reciente. Y eso que, efectivamente, la climatología invitaba a pensar en todo lo contrario, "es día de playa", como bien reconocía Menéndez.

Y entre las visitas, los objetivos eran tan variados como la gente. Desde conocer la oferta general de la muestra, hasta buscar su "pieza" ferial, comer los platos más típicos o aprovechar el día en Gijón y acercarse a pabellones que siempre singularizan su estancia. Como el de Sabadell-Herrero, enfocado este año a la gastronomía asturiana y que causó muy buena impresión en los aplicados del primer día, como Laura Martínez, natural de Mieres y que visitaba la Feria de Muestras por primera vez: "Me ha gustado mucho el stand porque se centraba en los platos típicos de aquí, de Asturias". Y no solo eso: ayer había queso de Cabrales en la zona de degustación, aunque para el gusto de Martínez "estaba un poco fuerte".

No fue la única persona que fue a la Feria a ponerse las botas: a Julio Blanco y Montse Fernández, padres del pequeño Marcos, les apetecía comer "un bocadillo de calamares". Y qué mejor sitio para hacerlo que en el ferial "Luis Adaro".

"No venimos en busca de nada concreto, sólo de ver un poco en qué ha cambiado. Este año me gusta que muchos pabellones estén enfocados al deporte", sentenció Julio Blanco, al que lo que le disgustó fue "el precio de las entradas", porque, según expuso, "no es normal que a un sitio al que vienes a dejarte dinero te hagan pagar cuatro euros por entrar. Si las pusiesen a un euro, la gente vendría todos los días".

Y es que, nuevamente, el precio a pagar para disfrutar del evento ferial volvió a ser uno de las clásicas quejas de estos días, tan habitual como quedarse a comer en el recinto. En otra terraza, aunque comiendo un bocadillo de criollo, se encontraba Miguel Cuesta, de Oviedo: "Vine a Gijón para ir a la playa y, como me enteré de que ya estaba abierta la Feria, vinimos a comer un poco y ver lo que hay". "Me ha gustado mucho que haya actividades para los más pequeños, para que disfruten también", precisaba Cuesta, que acudió al ferial con su mujer y su hija. No muy lejos, otro visitante, Vicente González, tenía claro su objetivo. Él llegó a la Feria "en busca de relojes, porque el que tenía se me rompió y aquí me sale casi más barato comprar el reloj entero que la pila", bromeaba.

Las ovetenses María Fernández y Carla Hernández, que trabajan como azafatas en uno de los pabellones de bebida energética, destacaron que "el stand este año está enfocado al reciclaje, mientras que el año pasado tenía más juegos", aunque, pese a ello, "sigue estando destinado a los más pequeños". A María Fernández, que ya había trabajado el año pasado en la Feria de Muestras, le llamó la atención "el buen ambiente que se respira" en una cita a la que le quedan muchos días por delante.

Las mejores previsiones hablan de que para esta 60.ª edición, la Feria de Muestras podría acercarse de nuevo a los 700.000 visitantes. Y los augurios son más positivos tras el capítulo de ayer. Porque, al fin y al cabo, como decía Manuel Menéndez: "Esto es un poco lo de todos los años, pero si la gente sigue viniendo, será porque lo que ven les gusta". Pues eso.