La salida masiva de asturianos y turistas a las playas volvió a colapsar ayer las principales carreteras de la región. Los mayores atascos se concentraron, ya desde el mediodía, en el enlace de Serín de la "Y" y en la Autovía del Cantábrico a la altura de Villaviciosa. Estos fueron los puntos más calientes de un domingo de sol y récord de temperaturas de agosto -se alcanzaron los 34 grados-, pero no los únicos. El Xiringüelu también alteró el tráfico entre Pravia y Soto del Barco, causando a la una de la tarde caravanas de varios kilómetros. La misma imagen de colapso se vio en Cangas de Onís, en Tazones, en Llanes, en Gijón... En prácticamente todo el Principado. Los expertos, tal y como contó ayer LA NUEVA ESPAÑA, creen que no es un problema de infraestructuras, sino de gestión del tráfico. Por ello reclaman medidas como habilitar un carril reversible en la "Y" u ofrecer un servicio de autobús a las playas similar al de los Lagos.

Las primeras retenciones se produjeron de forma paralela en Serín y Villaviciosa. A las doce de la mañana, ya había coches parados en la "Y", sentido Avilés y Gijón, pasado el viaducto de Serín. En el nudo, el tráfico era denso y la caravana de turismos se extendía casi hasta Tabaza. La misma situación se vivió en la Autovía hacia Santander, en la salida a la playa de Rodiles. Los expertos aseguran que las retenciones son habituales en este punto por la pendiente de la calzada, una vez pasado el túnel de la ría. Asimismo, Pravia se desbordó ayer de tráfico. La popular fiesta de la villa encerró en la carretera a multitud de conductores y autobuses.

Ya por la tarde, los atascos se sucedieron en muchas vías de la costa. Circular por el paseo de la playa de San Lorenzo era una pesadilla, lo mismo que salir de Salinas o conducir por Cangas de Onís. La "Y" también estuvo colapsada en Tabaza, debido a la incorporación de coches procedentes de Carreño y Gozón. Y la AS-118, entre Candás y Gijón, que en días de gran afluencia de vehículos se bloquea a causa del "stop" de El Empalme (Pervera). En definitiva, un fin de semana de locura al volante, que coincidió con numerosas fiestas por toda la geografía asturiana, y que con bastante seguridad se repetirá en el puente de Begoña.