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RICHARD GALLIANO | Compositor y acordeonista, actuó en el Festival "Horacio Icasto" de Navia

"El acordeón es el único instrumento que respira por sí solo, parece un animal"

"El calor y la presencia del público mejoraron mucho la acústica de la nave del puerto de Navia, la reacción cariñosa de la gente fue sorprendente"

Richard Galliano, en Navia. G. GARCÍA

Con el acordeón al hombro, Richard Galliano (Cannes, 1950) es capaz de hacer magia. Su maestría con este instrumento es tal que muchos le consideran el mejor del mundo en su campo. Lo cierto es que Galliano ha grabado más de medio centenar de álbumes, ha sido invitado de honor en los más selectos festivales de música del mundo y ha recogido una larga lista de premios a lo largo de su carrera. Su trabajo ha servido para dar lustro al acordeón, destacar sus virtudes e introducirlo en géneros impensables hace décadas, como el swing, el jazz y el tango. Esta semana, invitado por el cantante Juan Coloma, Richard Galliano ha asombrado con su arte en Navia, en dos conciertos memorables, con un éxito de público abrumador, tras lo cual atiende a LA NUEVA ESPAÑA.

-Ha venido a Navia, además de para actuar, para conocer el lugar y descansar. ¿Cómo se encuentra en la zona?

-En mi primer encuentro con Juan Coloma en Madrid, tras mi último concierto, nos habló muy bien de Navia, y se estableció una corriente entre los dos. Esa corriente se confirmó con mi llegada a Navia, y al conocer a las personas que aquí me recibieron. También al comprobar la sensibilidad del público. También me ha gustado el clima, que es templado, tranquilo, que tiene algo especial. La acogida por parte de la organización del concierto ha sido extremadamente amable. Es cierto que nos dedicamos a una profesión de ensueño, y en muchos lugares tenemos una acogida muy cuidada, pero es cierto que en este caso ha sido verdaderamente excepcional.

-¿Cómo se sintió con el público que acudió a sus conciertos?

-El lugar en el que realizamos el primer concierto, en la nave municipal del puerto, no era el idóneo. La acústica no es la mejor. Sin embargo, con el calor y la presencia del público la acústica mejoró sensiblemente respecto a la prueba de sonido de la tarde. La reacción del público fue muy cariñosa. Muchos asistentes se acercaron tras el concierto para decirme que había sido uno de los conciertos más especiales y bonitos a los que habían asistido. Fue una reacción positivamente sorprendente.

-Su padre, profesor de acordeón, le introdujo en el instrumento a los 4 años. ¿Cómo de importante fue este hecho en su carrera?

-En efecto, me inicié a los 4 años con mi padre, que era un gran acordeonista y profesor. La influencia más importante, y lo que más le debo, es que me salvó la vida con la música. Tengo un carácter con mucho temperamento, que dirigí hacia la música. Fue mi padre quien sugirió esa dirección concreta, esa fuga. Hace poco me preguntaba qué habría sido de mí en la vida si esa energía no la hubiera canalizado hacia la música, sino hacia otro lugar, para lo bueno como para lo malo.

-¿Qué tiene de especial el acordeón?

-El acordeón es el único instrumento que respira por sí solo. Simplemente abriendo y cerrando el fuelle hace un ejercicio de respiración. A veces tengo la sensación de que tengo un animal entre los brazos. La realidad es que todos los países acogen el acordeón como instrumento nacional. Brasil, España, Francia... París es el acordeón. Es un instrumento de los más populares, junto con la guitarra, pero no en un sentido negativo. Es un instrumento muy pegado al pueblo.

-¿Ha sido un instrumento injustamente desprestigiado en el pasado?

-Las connotaciones que tienen los instrumentos populares no es que sean mejores o peores, dependen de la época. En los años sesenta, efectivamente, tenía unas connotaciones más negativas, y de cierto rechazo. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, ese rechazo se ha transformado no sólo en aceptación, sino también en admiración. A los niños pequeños que descubren el instrumento, las nuevas generaciones, les parece mágico que no haya que enchufarlo a la corriente para que funcione. Es cíclico en este instrumento, y en otros órdenes de la vida, que cuestiones que han sido rechazadas sean luego admiradas y apreciadas.

-Ha actuado en Navia junto con gente que estudia este instrumento. ¿Cómo vive este tipo de conciertos?

-Tengo por costumbre actuar junto con grupos como el que me acompañó en Navia. Me gusta muchísimo ver cómo estas personas se acercan a la música, y tienen inquietud e interés por aprender. Yo mismo practico, no sólo para mantener el nivel, también para descubrir cosas nuevas.

-Si uno de estos alumnos se le acercase y le pidiese un consejo, ¿qué le diría?

-El único consejo que les puedo dar es que mantengan esa pasión por la música y por aprender. Yo vivo de mi profesión. Y es más que eso, es una pasión. También es bonito que se reúnan para compartir alrededor de la música.

-¿Qué se debe sacrificar para llegar a ser un virtuoso de la música?

-Si se hace una interpretación negativa de las cosas, uno puede pensar que los viajes, tener que soportar los trece kilogramos del instrumento, actuar en tantos conciertos seguidos, puede resultar algo pesado. Sin embargo, en mi caso, me siento privilegiado por tener la oportunidad de viajar tanto, como le gustaría hacer a mucha gente. Cuando realmente me siento de vacaciones es cuando estoy trabajando y dando conciertos. Cuando regreso a casa, a la costumbre, a la rutina, me siento más encerrado. Funciono un poco al revés que la gente.

-¿Es el acordeón el instrumento ideal para tocar todos los estilos musicales?

-Aunque es verdad que recorro todos los estilos, tengo una identidad propia, mi manera. Es mi forma de expresarme, con un sello muy personal. Hay un sonido que es el sonido Galliano. Me llama mucho la atención cuando escucho a un brasileño o a un colombiano tocando este instrumento, y compruebo las diferencias tan grandes que puede haber entre unos y otros.

-¿Qué futuro le prevé al instrumento?, ¿puede seguir creciendo?

-Lejos de pensar que el acordeón ha alcanzado su máximo, no es así. Aún tiene mucho que crecer. Veo muchísima gente con mucha ilusión, gente apasionada por la música. No sólo por el acordeón. También por instrumentos como el violín o la guitarra. Siempre estamos enfrentados a los estímulos que recibimos de la televisión, por ejemplo, que nos ofrece únicamente una forma de entender la música, que no necesariamente es una forma bonita, sino que es decadente. En Francia, el rap domina este ámbito. Pero yo tengo la esperanza en mucha gente, que no es minoría, que aprecia los instrumentos acústicos y lucha por ellos.

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