Asturias celebra mañana, domingo, el Día de las Misiones Diocesanas, este año, en favor de la misión que la iglesia asturiana tiene en Benín. Por ello, LA NUEVA ESPAÑA tuvo la oportunidad de hablar con uno de los sacerdotes que se encuentran allí: Alejandro Catalina (Burgos, 1951).

-¿Cuál es su relación con el Principado?

-Soy asturiano de pacer. Nací en un pueblo de Burgos, de la ribera del Duero, y a los 11 años me llevaron a estudiar al Seminario de Oviedo, como todos. Allí me ordené y allí sigo siendo sacerdote. He estado en varias parroquias y en las dos misiones que la Iglesia de Asturias tuvo en África, Burundi y Benín, donde estoy actualmente, con otro compañero: Antonio Herrero. A la primera misión me fui con 33 años.

-¿Cuál es su labor como misionero?

-Todo lo que hacemos se trata de anunciar a Jesucristo como el liberador de toda persona humana, que pone al hombre de pie y le llena de todo lo que él desea, en eso consiste el evangelio. Todo esto se desarrolla a través de una labor específica del anuncio de Jesús, a través de la catequesis, el catecumenado y la asistencia a los enfermos y las celebraciones de la fe.

-¿Y en qué se concretan estos propósitos?

-Unido a esto, como exigencia misma de la fe, hacemos obras de promoción del ser humano. Tenemos un hogar para chavales, donde residen 30 jóvenes provenientes de los lugares más alejados de nuestra misión, para que puedan asistir a las clases. Viven con nosotros, les ayudamos a adquirir su madurez humana integral. No es un centro confesional, está abierto a todo el mundo, de hecho buena parte de los integrantes son musulmanes y por supuesto que se les educa con el máximo respeto a su fe, invitándoles a vivirla con autenticidad. Si nos preocupamos de que un joven católico vaya a misa el domingo, igual lo hacemos para que un musulmán vaya el viernes a la mezquita, para que sea íntegro consigo mismo.

-Por lo tanto, la formación de los más jóvenes es una de sus principales funciones.

-Sí. También realizamos tareas de apoyo a la formación. En los últimos años estamos volcados en la construcción de aulas de segundo ciclo de instituto, con la colaboración de manos unidas, para que más gente pueda disfrutar de ellas. En total, ofrecemos apoyo a más de un centenar de jóvenes. La tarea social nos hace vivir muy de cerca nuestra fe, en la práctica.

-Explíqueme, ¿en qué consiste el Día de las Misiones Diocesanas?

-Se planificó para pedir la colaboración de todas las parroquias de Asturias para una de las más importantes misiones que tenemos fuera del Principado, en África, en Benín. Llegamos allí hace 28 años para echar una mano y ayudar aquella iglesia, con gente muy empobrecida. Esta jornada nos permite comunicar esa experiencia al resto de la sociedad asturiana, como un compromiso de vanguardia con los más empobrecidos de la tierra.

-¿Cuántos años lleva la Iglesia de Asturias desarrollando esta actividad?

-Calculo que, aproximadamente, desde hace más de tres décadas, desde que la misión estaba en Burundi. Todos los años se realizan estas iniciativas, siempre en favor de las misiones diocesanas. Antes había dos: una en Ecuador y otra en Burundi, y ahora únicamente en Benín, aunque mantenemos algunos compromisos con esos lugares en los que estuvimos.

-¿Cuál es la mejor forma de ayudar?

-La idea es sensibilizar a la gente sobre nuestra presencia en África, entre los más pobres, proclamando el evangelio de Jesucristo como un evangelio de libertad y dignificación del ser humano. Se invita a todas las parroquias de Asturias a que ese día tengan presente, en las eucaristías, esta labor misionera y que su aportación económica sea un poco más generosa, destinada a sostener las misiones que tenemos en Benín.

-¿Las parroquias asturianas colaboran con el misionado?

-Hay varias parroquias muy pequeñas en el concejo de Ribadedeva que todos los años nos apoya con un proyecto en torno a los 8.000 euros. Son un ejemplo para otras, que podrían hacer algo parecido. Este año, la fecha no es la mejor, ya que hay mucha gente de vacaciones y es más complicado. Hay parroquias que no colaboran como se desearía porque el momento no es el más oportuno, ya que hay mucha gente, sacerdotes incluidos, que aprovechan para descansar.

-¿Cuál es la situación actual en Benín?

-Se nota presencia de un mayor número de mujeres y niñas que llevan el velo islámico, cuando yo llegué no había nadie que lo llevara. De vez en cuando en algún pueblo llega un imán, formado en las escuelas sunitas del norte de África, que traen la nueva visión del Islam, que según ellos es la auténtica y acusan a los tradicionales de estar desviados. Llegaron a expulsarlos. También se notan modificaciones en la forma de rezar o en la hora. Las mezquitas salen como hongos, apoyadas por dinero extranjero. El que quiera tener una mezquita en su casa, o al lado, la puede tener. Únicamente tienen que dejar el terreno, se les financia desde Qatar, Arabia Saudí, Emiratos Árabes? Desde el mundo sunita. En el fondo es una guerra entre el mundo chiita y sunita, mezclada con los intereses del petróleo y las injerencias bastardas de los líderes mundiales.

-¿Cómo es la convivencia entre cristianos y musulmanes?

-En nuestra zona, la relación con el Islam tradicional ha sido siempre respetuosa y tranquila. De hecho, dos de mis mejores amigos son musulmanes y nos queremos como se quieren los amigos, reconociendo nuestras diferencias en la práctica de la religión. Son los fundamentalismos los que exacerban los ánimos más animalescos que les incitan a hacer cosas salvajes, inhumanas.

-¿Hay inseguridad?

-Es una zona potencialmente conflictiva porque Benín es uno de los países implicados en la lucha contra Boko Haram. Este año hemos tenido una alerta a nivel medio solamente en una ocasión, un domingo que la policía advirtió que estuviéramos atentos a cualquier persona vestida de forma rara, que pudiera llevar un cinturón de explosivos, pero todo quedó en nada.

-¿Qué valoración hace de la figura del Papa Francisco?

-Es un regalo de Dios en el tiempo presente, como otros papas lo han sido en otras épocas. Considero que es un don para el servicio de la Iglesia, es algo providencial, que sobrepasa lo que hubiera podido imaginar. Muestra un espíritu evangélico muy fiel, cercano a la gente, humilde, y valiente, denunciando lo que pocos se atreven a denunciar.

-¿Dónde está su futuro?

-Hasta que muramos, con las botas puestas. De momento seguir en Benín y con ganas, aunque puede cambiar. Si hay alguien más joven que vaya, le dejaré el sitio, en Asturias también hacen falta curas. Estoy al servicio de lo que diga el arzobispo.