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RAFAEL GONZÁLEZ-QUIRÓS | Científico del Oceanográfico de Gijón

"En investigación oceanográfica España ocupa un lugar aceptable"

"A los bañistas hay que explicarles que los arribazones de algas a la costa son naturales y hay que aceptarlos"

Rafael González-Quirós en el Centro Oceanográfico de Gijón. ÁNGEL GONZÁLEZ

Rafael González-Quirós, biólogo ovetense, es, desde hace siete años, científico titular del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Ejerce en el Centro Oceanográfico de Gijón, uno de los nueve laboratorios que este organismo de investigación tiene repartidos por la costa española, aunque desde Gijón tiene responsabilidades a nivel nacional ya que es jefe del Área de Medio Marino del organismo. La asociación Casino-Teatro de Castropol tenía prevista su presencia ayer en la villa para impartir la conferencia "Tecnología Oceanográfica: la adaptación de un organismo terrestre a un medio adverso", a propósito del buque que Astilleros Gondán construye para el Instituto de Investigaciones Marinas de Noruega. Sin embargo, un imprevisto de última hora ha obligado a posponer la charla para otra fecha.

-¿En qué consiste su trabajo en el IEO?

-Desde hace un año soy el jefe del Área de Medio Marino, una de las tres áreas de investigación del IEO. Hasta hace pocos años esta área se dedicaba casi exclusivamente a investigación, pero ahora se nos reclama para asesoramiento técnico y, en ese sentido, cada vez tenemos más demanda de información técnica por parte de los diferentes ministerios del Estado e incluso de algunas empresas. Además, somos los encargados de coordinar el desarrollo en España de la Directiva marco europea sobre la Estrategia Marina, que tiene como objetivo evaluar el estado de los ecosistemas marinos y lograr en 2020 un buen estado ambiental.

-¿Supondrá la contratación de más personal?

-Se está gestionando un convenio con el Ministerio para contratar personal técnico e investigador. No obstante, buena parte de los sistemas de monotorización que requiere la directiva ya los tenía en marcha el IEO. En este sentido, en el Centro de Gijón participamos en el proyecto Radiales, que muestrea una serie de puntos de la costa cantábrica y gallega para ver la evolución a largo plazo de variables físicas, químicas y del plancton.

-¿Cuál es la situación de España en materia medioambiental?

-Es difícil establecer un diagnóstico, pues es necesario tener una serie de datos durante largos periodos de tiempo, ya que los ecosistemas marinos sufren fluctuaciones naturales que es necesario comprender. Los registros más antiguos sobre las características de los ecosistemas marinos son los de las estadísticas pesqueras, pero por un lado reflejan solo una parte del ecosistema, y por otro son difíciles de interpretar. El programa Radiales sí que nos permite tener este tipo de series temporales y, en ese sentido, el proyecto es uno de los más importantes de Europa.

-En la práctica ¿para qué ha servido el proyecto Radiales?

-Nos ha permitido caracterizar la variación estacional del ecosistema y comenzar a entender los cambios a largo plazo, por ejemplo los relacionados con el cambio climático. Nos ha permitido entender cómo las variables físicas y químicas determinan la dinámica del plancton, que es la base del ecosistema, de la que dependen las pesquerías. Otra implicación está relacionada con lo que se conoce como bomba biológica, el efecto que tiene el plancton sobre las concentraciones de CO2. Los océanos juegan un papel importante en el ciclo global del CO2 y pueden actuar como un sumidero de carbono. Estudiar el ecosistema oceánico es fundamental para entender la evolución del cambio climático. De hecho, los océanos están absorbiendo el 30% del CO2 que liberamos a la atmósfera, sin ellos la concentración en la atmósfera y por lo tanto el efecto invernadero sería mucho mayor.

-¿Atendemos lo suficiente a los océanos?

-La oceanografía es una ciencia relativamente moderna y ha hecho falta un desarrollo tecnológico importante para empezar a entender la dinámica, así que vamos un poco retrasados respecto del medio terrestre. No obstante, cada vez está más claro que los océanos juegan un papel clave en aspectos como la predicción meteorológica, ya no solo en el cambio climático.

-Uno de los enemigos del mar es el plástico, ¿hace falta más concienciación ciudadana en este sentido?

-Todavía no tenemos medidas precisas de la cantidad de plástico que hay en el mar, pues muchos se han degradado y es difícil de evaluar. No hay una idea precisa, pero gracias a la investigación científica de estos últimos años sí sabemos que la acumulación de plásticos es un problema global de dimensiones importantes que puede interferir con los organismos vivos.

-¿Urge ponerle solución?

-Se están tomando medidas y las campañas de concienciación son importantes. También se ha avanzado mucho en la gestión de los vertederos y, en general, está cambiando la percepción de la gente y ya se entiende la necesidad de conservar los océanos, aunque claro que queda mucho por hacer.

-¿Qué es lo que más preocupa a los científicos?

-Quizás, las tres líneas alrededor de las que gira la mayor parte de la investigación son la conservación de la biodiversidad marina, no sólo por el mero hecho de conservar sino para garantizar los servicios que nos proveen los océanos. La segunda, tanto el estudio de los efectos del cambio climático sobre los océanos como el papel que juegan estos en la regulación de los niveles de CO2 atmosférico, y por último los efectos de la dinámica de los ecosistemas marinos sobre los recursos pesqueros y a su vez el impacto que esta actividad tiene sobre estos mismos ecosistemas. Sobre esto último, durante el siglo XX se estuvo incrementando la capacidad pesquera hasta un punto en que los ecosistemas no son capaces de seguir sosteniendo ese incremento. Han llegado a lo máximo que se puede producir. No obstante, tampoco se puede demonizar a la pesca porque durante milenios hemos estado modificando los ecosistemas terrestres. El sector pesquero está cada vez más concienciado. Lo que hay que hacer es gestionar esos recursos de forma eficiente y sostenible.

-Cada verano se producen arribazones de algas a la costa que generan críticas entre los bañistas, ¿qué hay que explicarles?

-Que es un fenómeno natural y hay que aceptarlo. Las algas son parte importante del ecosistema costero. Forman parte de la naturaleza que tenemos en Asturias y debe entenderse que es algo natural y no es producto de una falta de cuidado.

-¿Qué tiene que envidiar España en materia oceanográfica a países como Noruega?

-El país número uno en investigación oceanográfica es Estados Unidos, aunque Noruega también destaca. No obstante, España en términos de oceanografía ocupa un nivel bastante destacado, diría que por encima de la media de otras líneas de investigación. Estamos en una posición aceptable, tirando a buena.

-Y, ¿qué pediría para mejorar?

-La crisis hizo a los gobiernos fijarse otras prioridades en materia de inversión. En los últimos 30-40 años se ha avanzado mucho en investigación, pero esta crisis ha tenido consecuencias importantes, sobre todo en la formación de nuevos investigadores. Se han reducido los programas de becas y esto lo estamos empezando a sufrir ahora. La carrera de investigación es larga y cuando frenas de golpe las ayudas sufres las consecuencias unos años después. Eso se paró y no está en vías de solución. Otro de los problemas que tenemos es el de la intervención previa, que alarga enormemente los procedimientos administrativos.

-¿En qué medida los recortes han reducido su plantilla?

-A consecuencia de la crisis el personal del instituto se ha reducido en un 15%. Éramos algo más de 700 personas y ahora somos algo más de 500 y este descenso se nota sobre todo en el personal de administración, lo que tiene repercusiones. Es difícil, si no imposible, que un investigador lidere ahora un proyecto europeo con toda la burocracia que conlleva. En este sentido estamos perdiendo oportunidades y no por falta de capacidad científica, sino por falta de capacidad administrativa para gestionar los proyectos.

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