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Pepe ya vive un poco más cerca del cielo

José Manuel Prado hace realidad su sueño de convertirse en el guarda del refugio de montaña de Brañagallones, en Caso, que prevé abrir este fin de semana

Cabañas de los vecinos y ganaderos junto al refugio.

"Me falta ya muy poco para tocar el cielo de felicidad", dijo José Manuel Prado Forcelledo a su cuñado, Nacho, cuando finalmente tuvo en sus manos las llaves del hoy refugio de montaña de Brañagallones, en el concejo de Caso, uno de los lugares más hermosos e impresionantes del Principado y que prevé abrir sus puertas, a falta de pequeños detalles de última hora, este fin de semana, momento que se vive con expectación entre los vecinos de la zona y también entre numerosos amantes de la naturaleza, la montaña y el senderismo.

La pasión que siempre sintió este casín (nacido en Caleao) por este lugar viene desde 1988, año del que aún tiene en casa el resguardo de una carta certificada que envió al entonces consejero de Medio Ambiente, Jesús Cadavieco. "Fue mi primera intentona para estar al frente del refugio", dice mientras conduce su todoterreno en dirección a este lugar inmenso, que está a más de 1.200 metros de altura, y que desde la primavera hasta bien entrado el otoño está habitado por el ganado.

Desde Bezanes sale una pista de unos once kilómetros, los cuatro primeros considerablemente pindios pero fáciles de caminar, que lleva hasta Brañagallones.

La gente que reside en el parque de Redes y los que tienen arriba sus cabañas tienen el acceso abierto, hay que subir con todoterreno por la pista, que es estrecha y demanda ese tipo de vehículo. El resto sube andando o bien entre cuatro o seis personas pueden coger un taxi y sale económico. En casos excepcionales se puede sacar un permiso para subir que concede el Ayuntamiento, tal y como afirma el propio José Manuel.

Tuvo dos ópticas y vivió años en Gijón, combinando su actividad profesional con su amor por la montaña. "En cuanto tenía tiempo libre me escapaba a hacer rutas, subía a Picos, echaba mucho de menos la naturaleza. Un día me dije que ya no podía pasame toda la vida encerráu entre cuatro paredes y me plateé dejarlo y buscarme otra alternativa relacionada con los pastos abiertos, con la montaña", dice.

Y relata que tras venderlas compró una cuadra y una cabaña en Los Arrudos con la intención de hacer un refugio allí. No pudo ser. "Tenía experiencia en el medio. Había estado en Somiedo, en Picos de Europa, en Pirineos, y siempre he creído que Redes tiene un gran potencial turístico, que no está masificado. Luego compré en Caleao unes cuadres que estaben en ruines y una casa, las arreglé y fice unos apartamentos rurales. Todo siempre esperando llegar algún día a ser el guarda de Brañagallones. Todo cuanto hacía fue para acercarme hasta aquí. Cuando empezó la crisis vendí los apartamentos y luego abrí un bar en Bueres, a la espera de que surgiera otra oportunidad de hacer realidad mi sueño. Todos los que me conocen aquí saben que Brañagallones siempre fue mi objetivo en la vida", recuerda con emoción.

Tras la firma del acuerdo entre el Principado y la Federación Asturiana de Montaña para reabrir este emblemático espacio, en cuyas obras de mejora y rehabilitación el primero ha invertido 50.000 euros, finalmente José Manuel Prado ha logrado, contratado por la Federación, y con persistencia, pasión por la montaña y sobremanera por este rincón en el mundo de una belleza arrebatadora, ser quien esté al frente del mismo.

El casín, como buena parte de los vecinos de la zona, se muestra muy optimista con el futuro de este lugar, que no pasó precisamente por buenos momentos. "Se abrió primero a finales de los 50 como refugio de cazadores. Luego cerró, cayó en el abandono, se hizo una reforma y volvió a cerrar. Más tarde fue hotel de tres estrellas y cerró en 2009", recuerda echando la vista atrás. Hoy, sin duda, se le puede considerar un "refugio de montaña de lujo", tras las obras de rehabilitación. "Las habitaciones se arreglaron y en ellas hay literas para cuatro, cinco y seis personas. La capacidad es para 41 personas. La intención es dar servicio a quien quiera disfrutar de este lugar, con pernocta, desayunos, comidas y cenas, además de ofertar cursos de iniciación a la montaña, raquetas de nieve, esquí de fondo o citas de fotografía de la naturaleza, etcétera. Todo el mundo es bienvenido", dice mientras le brillan los ojos hablando de Brañagallones.

José Manuel Prado es el vivo ejemplo de que el que la sigue la consigue. "¿Cómo no voy a estar enamoráu de esti lugar tan llenu de vida, con casi todes les cabañines restauraes? Levánteste por la mañana y mires ahí fuera y ves los rebaños de vaques y los caballos y no te lleguen más que buenes energíes, aquí encuentres la paz. Hay bosque de fayes, castaños, acebos tremendos y unes rutes espectaculares", reitera. Al tiempo, recuerda que en el refugio ya cuentan con un teléfono de contacto: 984092981.

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