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El cura de Cabranes se va sin despedirse de los feligreses y cuelga los hábitos

"Estamos tristes y disgustados", dicen los compañeros y vecinos de Rubén Pulido, de 44 años, cuya marcha fue una sorpresa en la misa dominical

Rubén Pulido, en los soportales de la iglesia de Santolaya, el pasado julio, con su perro. MARIOLA MENÉNDEZ

En Cabranes aún están asimilando la marcha inesperada y por sorpresa de su párroco, Rubén Pulido, quien además ha solicitado al Arzobispado de Oviedo que tramite su secularización, un proceso que debe autorizar el Vaticano. Los feligreses no paran de especular sobre las razones que han empujado al aún sacerdote a colgar los hábitos. Y es que el sacerdote no dejó aviso ni se despidió de los vecinos. Además, tiene el teléfono apagado.

Según los vecinos, la decisión se produjo el día 8, hace justo una semana, coincidiendo con la festividad de la Virgen de Covadonga, pero en Cabranes no se enteraron hasta el pasado domingo, cuando acudieron a misa y en la iglesia se encontraron con otro cura, provisional. La noticia corrió como la pólvora y la jornada se desarrolló de un modo un poco caótico para tratar de que se mantuvieran las misas habituales. Así las cosas, en Cabranes están desde entonces sin párroco y mientras tanto varios sacerdotes de la zona se encargan de los oficios religiosos para no dejar desatendida la parroquia.

La marcha inesperada de Rubén Pulido no sólo ha descolocado a los feligreses, también a sus propios compañeros, que están "tristes y disgustados" porque es un hombre "muy querido" por la mayoría. Le definen como "súper trabajador", al que estiman por "su alegría y capacidad de trabajo". "Siempre está con la sonrisa en la boca", resumen, mientras tratan de asimilar lo ocurrido. La prueba de su gran capacidad de trabajo es que en los ocho años en los que estuvo en el oriente de Asturias, se hizo cargo de 17 parroquias y 52 pueblos, lo que le obligaba recorrer unos 65.000 kilómetros anuales. También estuvo en Italia y México.

Rubén Pulido tiene 44 años y es natural de Pravia. Fue párroco en Amieva, Onís, Ponga y Piloña, donde guardan buen recuerdo. En Cabranes ejercía desde hace unos cuatro años. En el concejo se encargaba de unas nueve parroquias, incluidas las maliayesas de Breceña, Sietes y Rales. Tomó los hábitos hace más de una década y estaba muy integrado en el concejo. Un ejemplo es la gran jornada de convivencia que organizó el 23 de julio en Covadonga, en la que reunió a los matrimonios cabraneses o con vinculación al concejo que llevaran casados más de 40 años.

Aquella una fiesta que entusiasmó a los vecinos y que disfrutaron mucho, por lo que están muy agradecidos a Pulido. Por eso han sentido profundamente la marcha del párroco y más porque no saben qué es lo que le ha hecho tomar una decisión tan radical y sin siquiera despedirse.

Es un hombre muy querido en Cabranes y ya le han empezado a echar de menos, al igual que sus compañeros, que sólo tienen buenas palabras para él. Ni siquiera saben dónde se encuentra: únicamente los más allegados conocen su paradero. Su teléfono está apagado continuamente, razón por la que este periódico no ha podido contactar con el sacerdote, que ha dejado desconcertados a sus feligreses.

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