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Robots para prevenir riesgos

Las nuevas tecnologías permiten a las empresas sustituir a trabajadores en las tareas que impliquen un mayor peligro

José Antonio Orviz se dispone a hacer volar un dron en el salón de actos del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales. LAURA CARADUJE

"Es una realidad que las nuevas tecnologías ayudan a la empresa, a mejorar la productividad, al ahorro de costes, a la consecución de nuevos mercados, pero tenemos que tener en cuenta que también mejoran las condiciones de trabajo de las personas implicadas, por lo que son un beneficio para la seguridad y salud". Así analiza Myriam Hernández, directora del Instituto Asturiano de Prevención de Riesgos Laborales, la importancia de las nuevas tecnologías en la empresa, algo que trasciende de la rentabilidad, hacia nuevos horizontes que entroncan con la que algunos tildan ya de cuarta revolución industrial en la que los trabajadores convivirán, cada vez de una forma más estrecha, con las nuevas tecnologías.

Cuando Hernández habla de nuevas tecnologías, se refiere a los drones y los robots colaborativos. En cuanto a los primeros, José Antonio Orviz, presidente de la Federación Aeronáutica del Principado, indica que "hay un amplio espectro de posibilidades", muchas de ellas aún inexploradas y que pueden pasar por el "reconocimiento de fauna o de espacios que entrañen peligros para las personas". Orviz estima que, en su casi medio siglo de experiencia, "ha cambiado todo muchísimo, sobre todo en la última década, en la que ha habido una evolución brutal. Fueron cambios muy violentos, muy bruscos, que están causando cierto tipo de problemas, porque estas mismas plataformas que se utilizan con fines profesionales, se venden también como artículos de ocio y son utilizados con muy poco conocimiento, con poco control, y son los que realmente están ocasionando los problemas que vemos cada día". Por ello reclama una legislación más concreta, algo complicado por la inmediatez de las innovaciones, que no cesan día a día. Orviz pone sobre aviso, ya que "tal como está la tecnología hoy en día, no es muy complicado sacarle una utilidad maliciosa: habrá que ver cómo se legisla al respecto y cómo actúan las fuerzas de seguridad".

Pero sin duda, la gran novedad en esta jornada, fue la presentación en sociedad de los llamados robots colaborativos, aquellos que puedan trabajar codo con codo con las personas, en la misma cadena de montaje, e incluso sustituyendo a humanos en aquellos trabajos más costosos o que entrañen un mayor riesgo, aumentando inalienablemente la seguridad en el trabajo.

Para Otto Goernemann, jefe de seguridad de maquinaria de la empresa alemana Sick, "el riesgo se basa, en el peligro de cizallamiento, aplastamiento o corte, por lo que tenemos que rediseñar nuestras máquinas para que los riesgos residuales que puedan quedar sean tolerables", con el fin de "reducir los riesgos de los trabajadores, en ocupaciones muy peligrosas o repetitivas y disminuir los daños a la seguridad y la salud de los operarios". Nunca sustituyendo de forma definitiva a las personas, sino consiguiendo hacer la vida más sencilla, como algo complementario y positivo, no necesariamente sustitutivo. No obstante, Goernemann se suma al aviso de Ordiz, pues estas nuevas tecnologías "tienen una cara negativa, ya que pueden ser usados para fines malintencionados, todo tiene su cara y su cruz, y es nuestra responsabilidad la utilización correcta para el bienestar de la sociedad".

Opiniones similares tiene Luis Pérez, jefe de unidad de ingeniería de procesos de la Fundación Prodintec, quien subraya que "la Comisión Europea estima que por cada robot que se implante hacen falta cuatro trabajadores, tanto para su fabricación como para su manejo y su mantenimiento. El objetivo no es eliminar puestos de trabajo, sino hacerlos más seguros"; es decir, que "el futuro va hacia una automatización segura, que requiera de personas para hacerla y manejarla", expresa Pérez.

Es decir, si bien es posible que esta maquinaria sustituya a las personas en puestos específicos, peligrosos y de mayor carga de fuerza, estas vacantes se compensarán con puestos en otras áreas que requieran, eso sí, una mayor formación. De hecho, enfatiza Pérez, "en un futuro se trabajará en profesiones que hoy en día ni siquiera existen", como pueda ser programando esta maquinaria, mucha de la cual está aún por inventar, aunque en este caso, el futuro es ya, pues "a día de hoy el uso de esta maquinaria es ya una realidad, aunque poco implantada".

Myriam Hernández especifica que "tenemos que valorar la prevención como un ahorro, no como un gasto. Ahorro de costes vitales, en el caso más descarnado, pero también de efectivos, de bajas laborales, de tiempos de trabajo y desde luego de salud y bienestar. Todo ello repercute en un ahorro económico", por lo que "vamos a intentar que esos trabajos que tienen un mayor riesgo para las personas puedan ser minimizados por estos avances tecnológicos que nos ayudan a evitar que esta persona se someta a un riesgo si tiene un apoyo tecnológico que lo puede sustituir".

A fin de cuentas, como apunta Goernemann, "el mundo va cambiando y no lo hace de repente, sino paulatinamente y lo que tenemos que hacer es adaptar las regulaciones y la normativa a esos desarrollos para permitir que ese mundo siga siendo un mundo para nosotros, no para las máquinas", sentencia.

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