La ecuatoriana María Blanca Gutama de Andrade, de 59 años, acusada de casarse con un anciano ovetense para quedarse con su dinero, aceptó ayer en la sección tercera de la Audiencia una condena de un año de prisión, el pago de una multa de 720 euros y la devolución de los 41.500 euros que le sacó a su "marido", Andrenio González Jamart, que ahora tiene 92 años y acudió a los tribunales en silla de ruedas. "Le está echando mucho teatro, él puede andar perfectamente", aseguró María Blanca Gutama, que, a pesar de haber aceptado la condena, dice sentirse "estafada". "Me enamoré como una colegiala. Uno se puede enamorar de una persona mayor. Le llegué tener mucha ternura. Me recordaba mucho a mi abuelito", aseguró.

Y es que, según indicó, don Andrenio era un auténtico "don Juan", que la abordó un día por la calle cuando ella paseaba con sus perritos. A partir de entonces, dice ella, le hizo la corte, la invitó a café, hasta que decidieron montar un restaurante juntos y casarse. "Yo le estuve cuidando cuando se puso enfermo, le hacía la comida, sus purés de verduras, sus risottos... Por la mañana le daba fruta y yogur. Él decía que yo le había salvado la vida", indicó la mujer. Negó haberse quedado con dinero. "Le ayudé a recuperar 30.000 euros que tenía en preferentes. Todo fue para el negocio. No me compré ni unos zapatos", indicó esta mujer divorciada desde hace cinco años, y que lleva en España dos décadas.

La ecuatoriana aseguró que el dinero estafado fue para montar un restaurante en la calle Azcárraga. Pero el negocio se fue a pique. "Un camarero me denunció por despido improcedente y yo tuve un accidente y me rompí el brazo. El dinero se esfumó en el negocio", indicó. "Ahora me he quedado en la ruina por culpa de este señor", repitió, como una letanía, esta mujer que incluso llegó a citar una obra de García Márquez. La mujer negó que convenciese al hombre, viudo y si hijos -aunque con hermanos, sobrinos y un ahijado-, para que vendiese su piso en la calle Caveda de Oviedo. "Alquilamos uno en Azcárraga porque tenía un jardincito y así estaba más cerca del restaurante", aseguró.

Luego, después de casarse en el Ayuntamiento de Oviedo -fueron a celebrar el banquete de bodas a un asador de la calle Jovellanos- todo cambió. "Me demostró que era un racista. Un día no me dejó entrar en la casa. Al día siguiente sí pude entrar, pero intentó apuñalarme. Yo le denuncié, pero la juez no me dejó declarar", relató.

En realidad, no se presentó en el juicio y Andrenio González resultó absuelto. A continuación se inició un proceso para invalidar el matrimonio, que fue declarado de conveniencia. Con este antecedente, la letrada de la acusada, Libertad González Benavides, tenía muy pocas posibilidades de éxito en el proceso penal que se dirimía ayer. El fiscal pedía cuatro años de prisión y logró rebajarlos a un año. Ahora la acusada tendrá que devolver los 41.500 euros que estafó, pero es insolvente. "Llegué a quererle de verdad, no para que me tratara como a una puta, sino como a una esposa. Ellos dicen que no tuvimos relaciones sexuales. A su manera, sí tuvimos relaciones", aseguró la condenada.

La familia del hombre, que intervino al enterarse del matrimonio, cree que las cantidades estafadas podrían superar los 60.000 euros.