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La guía secreta de Asturias

Desde el Infierno se ve el mar

Ribadesella cuenta con unos espectaculares acantilados a los que se llega por una senda compartida con quienes peregrinan a Santiago por la costa

Desde el Infierno se ve el mar

Ribadesella, ese hermoso concejo del oriente asturiano, cuya villa, playas y paisaje son destino primordial de muchos viajeros que lo eligen llegada la temporada vacacional, cuenta también con otros rincones que no por menos conocidos dejan de impactar al viajero que busca naturaleza en estado puro. Uno de esos lugares a descubrir y recorrer con calma son los acantilados del Infierno, un lugar que ya entrado el otoño empieza a pedir ropa de abrigo y buen calzado para caminarlo con comodidad.

A este sorprendente tramo de la costa riosellana con un nombre tan singular se accede por la AS-263, carretera de interior entre Llanes y Ribadesella. Entre el campo de fútbol y el desvío a Collera hay, a la izquierda, un indicador que no se ve muy bien pero que pone Arra y acantilados del Infierno. Desde allí la carreterina, que pasa en principio entre varias casas, continúa para cruzar la vía del tren y seguir en la dirección que indica los acantilados y el área recreativa que hay allí, en uno de cuyos lados se puede dejar el coche. Hay unas pocas mesas y bancos de madera que invitan a los que gustan de pasar el día en la naturaleza a comer allí o bien detenerse a tomar un tentempié. Hasta hace unos años se podía bajar hasta el hermoso pedrero de Arra, lugar que, a decir de los expertos, es de gran relevancia para desvelar las formaciones kársticas del Jurásico asturiano. Lamentablemente no se puede acceder, pues este pedrero, ubicado entre Meluerda y Collera, está inaccesible desde el año 2007, fecha en la que un gran argayu destruyó la escalera que bordeaba el acantilado y era el acceso peatonal a este lugar.

Son numerosos los caminos, buena parte senderos hechos por la huella y el paso de la gente, que se unen y se distribuyen a lo largo de estos acantilados, no aptos para personas con vértigo y que sin duda precisan de mucha precaución a la hora de disfrutar de las vistas que ofrecen. Hay quienes continúan por esos senderos, combinados con caminos marcados en diversos tramos, hasta los acantilados y playa de Guadamía, frontera natural de los concejos de Ribadesella y Llanes. A lo largo de este mes un importante número de peregrinos, la mayor parte extranjeros, cruza por este imponente paisaje siguiendo el Camino hacia Santiago por la costa.

A destacar el hermoso islote de Paluverde, un farallón desprendido del continente, y que está a unos dos kilómetros desde el área recreativa.

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