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Apuntes de mecánica política

La paz se agota en el PP y el PSOE

Los dos principales partidos afrontan, por motivos distintos, discrepancias internas que podrían terminar en una confrontación en los próximos congresos

La paz se agota en el PP y el PSOE

Tanto el PSOE como el PP asturiano afrontan una fractura en el horizonte. Los motivos son diferentes, pero ambos partidos tienen ante sí la posibilidad de que sus próximos procesos congresuales en Asturias terminen en un choque de listas.

La confrontación de candidaturas en el Partido Popular asturiano es casi inevitable. La aparente calma en la que se encontraba el partido se ha visto sacudida por el episodio de "intervención económica" por parte de la dirección regional en las cuentas de la junta local de Avilés que preside Carmen Rodríguez Maniega. En realidad la música suena a probable imposición de una gestora, alternativa que en medios regionales no se descarta al apuntar que todas las soluciones estatutarias están sobre la mesa, incluida esa.

El partido está roto en Avilés: de un lado, la presidenta, Carmen Maniega, cuya carrera política ha contado siempre con el empuje de Joaquín Aréstegui, el expresidente local y exportavoz en la Junta del PP de Ovidio Sánchez. Aréstegui dimitió hace un año espoleado por el escándalo de su investigación en el "caso Pokémon". En un plisplás la junta local nombró presidenta a Maniega. Aquella operación avivó las diferencias entre la dirección local y el portavoz municipal, Carlos Rodríguez de la Torre, que Mercedes Fernández impuso como "fichaje" para la lista municipal.

"Hazlo como quieras", aseguran próximos a Aréstegui que le dijo Mercedes Fernández como instrucciones para resolver su relevo. Pero ahora es obvio que la dirección no quiere a Maniega. Está tan claro que hasta el secretario de Organización y mano derecha de Mercedes Fernández, Luis Venta Cueli, lo dijo sin rodeos el sábado: "Nuestra apuesta política es Carlos Rodríguez de la Torre". Y afirmó incluso que el proceso de designación de Maniega no fue el deseado, pese a que fue el que consta en los estatutos.

El ventilador, tan habitual antes de una batalla interna, está en marcha. La dirección regional habla de "cuentas ocultas", tarjetas de crédito a nombre de la presidenta local y de Aréstegui, falta de liquidez, de transparencia y origen incierto de fondos: un argumentario en gestación para tomar medidas disciplinarias. Pero también se airean cuestiones desde el otro lado: se denuncia una operación urdida con tiempo para dejar a la junta local al borde del precipicio económico y una operación para colocar al frente del PP avilesino a Carlos de la Torre. Promesas las hubo, y de no fraguar que nadie se extrañe si el portavoz acaba incluso tirando la toalla.

Dos son las claves que explican el movimiento en Avilés. Por un lado, la lenta pero minuciosa actividad de Mercedes Fernández para ir cambiando caras en el partido, en muchos casos con la ayuda del proceso judicial por la "trama del agua" que se investiga en Lugo y que ha señalado no sólo a Joaquín Aréstegui, sino también al presidente local de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo. Es indudable que su presencia en la instrucción judicial es un lastre, pero también que no hay mejor excusa que la de la corrupción para liquidar a posibles competidores internos en un partido que se hace cruces cada vez que escucha la palabra "Gürtel". Pero que nadie piense que será fácil. Se cuecen respuestas en los tribunales.

La otra clave tiene que ver con la tensa espera del inminente proceso congresual. Rajoy ha anunciado que lo abrirá una vez que consiga que la abstención del PSOE le facilite la investidura. Las espadas están en alto en Asturias y los críticos del partido se frotan las manos pensando en el momento de pasar factura a Mercedes Fernández por algunas de sus decisiones: principalmente, su aproximación a Foro Asturias, que resquema entre quienes sufrieron las horas más furibundas de la ruptura de los casquistas. ¿Cómo ha sido capaz el PP de aliarse con los foristas pese a los episodios pasados y sin siquiera aún haber obtenido al menos una solución a las situaciones en Cangas del Narcea o Villaviciosa?

El incidente de Avilés puede acabar convirtiéndose en un emblema para los críticos con Mercedes Fernández, pero al tiempo la actuación implacable de la dirección regional también sería una exhibición de fortaleza. Ese es el dilema.

El PSOE, por su parte, afronta la semana más decisiva. Los partidarios de la abstención para impedir unas terceras elecciones, -aunque implique el coste de dejar expedito el paso a Rajoy para formar gobierno- dan por hecho que contarán con la mayoría suficiente. También aseguran que es cuestión de tiempo que acabe calando en el partido la idea de que el "no es no" terminaría por conducir sin remedio a las urnas y llevaría al PSOE al abismo electoral, regalándole a los podemistas el "sorpasso" que no obtuvieron en junio y encima dejando a los socialistas sin ninguna capacidad de ejercer la oposición ante un bloque PP-Ciudadanos con mayoría absoluta. La militancia está revuelta, sí, pero el ruido se amplifica por las redes sociales.

El verdadero problema está en el Congreso de los Diputados y en cómo articular la abstención de los parlamentarios socialistas toda vez que el PSC parte de una posición monolítica, dispuesto a saltarse la disciplina de voto.

Diputados afines a Pedro Sánchez, como Susana Sumelzo o Margarita Robles, ya han expresado que votarán "no" a Rajoy decida lo que decida el partido. Pero los parlamentarios sanchistas con miradas a más largo plazo reconocen que romper la disciplina de voto es un paso peligroso. "¿Cómo va Pedro Sánchez a votar en contra de la decisión del partido si aspira en un futuro a ser secretario general? ¿Con qué argumento podrá entonces exigir unidad a quienes discrepen de él?", reconocen dirigentes "sanchistas" en Asturias.

No es tanto la desobediencia de diputados a título personal como la fractura que supondría que los socialistas catalanes, que ya exasperan la paciencia de buena parte de los barones socialistas con sus flirteos con el independentismo, terminasen por convertirse en bloque discordante. El PSC continúa siendo un partido en sí mismo, pero federado al PSOE, que en cualquier momento podría concurrir con su marca en Cataluña y ser contrincante de Iceta en unas futuras elecciones. No es una hipótesis teórica: más de un dirigente hace la lectura de que el nacimiento y auge de Ciudadanos en Cataluña se explica, precisamente, por haber descuidado el PSC una posición contraria al independentismo como la que el PSOE defiende en el resto del territorio español.

Sobre la mesa sigue la alternativa de una abstención parcial de los once diputados necesarios para que Rajoy logre el gobierno, pero no es la opción prioritaria, aunque circula con intensidad por las distintas federaciones. Sólo sería considerada en el caso de que decretar una abstención terminase por desvencijar el partido más de lo ya calculado.

En Asturias, la división entre los socialistas es palpable, pero habrá que esperar a que escampe. La dirección de la FSA admite las dificultades a las que se enfrenta en muchas asambleas para explicar su posición, pero también recalca que "durante meses ha calado el discurso de Pedro Sánchez del no a Rajoy que apela a la emoción y los militantes no han escuchado otra cosa". ¿Cómo se habría interpretado que dirigentes del PSOE asturiano hubiesen planteado a los militantes la opción de abstenerse contra al criterio del secretario general, pese a que ya la consideraban como la única salida? Cada cosa a su tiempo.

Los "sanchistas" sacan pecho de las asambleas en las que consiguen victorias pero todas las cuentas pueden resultar tramposas. Una asamblea no es tampoco un plebiscito.

El caldo que se cocina en el PSOE asturiano también es el de la formación de una corriente crítica que pondrá fin a la aparente paz de la FSA. Si Javier Fernández opta a la reelección futura, como nadie duda, se aplazará la batalla. Si no, también será la hora de la confrontación.

Y un último apunte: Javier Fernández asume un coste sobre sus hombros con efectos inmediatos en la política regional. Si los socialistas esperaban de Podemos algún tipo de apoyo presupuestario, los podemistas ya se han encargado de apuntar que el asunto está crudo. No hay día en que los morados no exhiban sus mantras habituales para preparar el terreno de la asfixia al PSOE.

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