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La familia diseñó el hogar franquista

La profesora de Historia del Arte Ana María Fernández abrió el I Congreso de Historia del Mueble en Oviedo: la moralidad y la autarquía en el inicio del Régimen definieron el mobiliario de los hogares, austero, reciclado y que alejase el deseo sexual

La familia diseñó el hogar franquista

La evolución del concepto de familia marcó el diseño de interiores doméstico durante el franquismo. Ana María Fernández, profesora de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo y exvicerrectora de Internacionalización, fue la encargada de la ponencia inaugural en el I Congreso Iberoamericano de Historia del Mueble que se celebra hasta mañana en el edificio histórico de la Universidad. A Ana María Fernández le tocó desmenuzar la evolución del mobiliario doméstico, en una etapa, la del franquismo, en la que España pasó de una etapa de aislamiento, encerrada en sí misma y aquejada de graves hambrunas a un segundo período donde la llegada de turistas supuso un punto de inflexión en esa cerrazón patria y el país se abrió a nuevas corrientes en arquitectura y diseño. En ambas etapas mandaba un arquetipo: la mujer era alma del hogar, la columna vertebral del espacio doméstico, recordó Fernández. En ese contexto las denominadas Escuelas de Hogar y la revista de la Sección Femenina instruían a las féminas en las tres "c" de la España del franquismo: casa, cocina y calceta, relató la ponente.

De entre las nociones para el cuidado del espacio doméstico, ellas eran instruidas en el uso de los materiales más adecuados y telas para el hogar, a improvisación de materiales decorativos o el cuidado de plantas de interior. Se obviaba en los primeros años del franquismo, según Fernández, cualquier signo de modernidad, que era interpretado por el régimen como "una pérdida de identidad nacional". El ideal estético de los años cuarenta eran "camas duras y frescas para evitar el deseo sexual", subrayó Fernández, en alusión a varios tratados de la época que así los recogían. Así, la mujer vivió como una auténtica revolución la llegada de nuevos "artefactos" en el mobiliario doméstico como la introducción de la nevera o la olla a presión. "La cocina era el lugar donde se articulaba toda la vida en la vivienda", rememoró la profesora de Historia del Arte.

Los manuales de decoración del franquismo aludían también a los principios de "austeridad, reciclaje -improvisando cortinas con antiguos delantales de cocina-, readaptación de muebles antiguos, autoabastecimiento...", continuó Fernández. En el primer período del régimen se fomentó la artesanía frente a la fabricación industrializada de mobiliario. "Era una forma de españolizar el hogar", especificó Fernández sobre esas preferencias en el diseño del espacio doméstico. En el hogar se ven "muebles contemporáneos que reinterpretan repertorios del pasado, lo que hoy se vende como mueble antiguo", agregó.

Cuando España comienza a abrirse hacia el exterior hay un cambio de tendencia. En las clases acomodadas es habitual encontrar lámparas de araña en sus viviendas, muebles historicistas, camas con cabecero, tocadores grandes y alfombras y despachos recargados. "Los muebles se fabricaban en pequeñas industrias locales que trabajaban bajo encargo", explicó Fernández.

Una exposición organizada en 1960 por el Ministerio de Vivienda y titulada "Los ambientes", ya en el segundo período del franquismo, dio pie a la introducción de nuevas tendencias: "Los arquitectos trabajan con empresas y con nuevos materiales, se ven muebles convertibles. Antes un sofá convertible en el hogar era considerado signo de promiscuidad", aseveró Fernández. No obstante, en una y otra época se mantiene idéntica consideración sobre el hogar "como espacio hecho para la mujer". Eso sí, a partir de la década de los sesenta comienza a aparecer mobiliario funcional que se adquiere en grandes almacenes, cocinas modernas, baños con dos lavabos...

"El espacio doméstico se abre al exterior en una etapa que coincide también con las reuniones de tupperware y la moda de 'Avon llama a tu casa' . Se quería mostrar a todos que las casas eran confortables", remarcó Fernández. En esa última etapa del franquismo se produce un hibridaje en el mobiliario con gustos del pasado y del presente, se populariza el mueble moderno y con la entrada de la televisión en el hogar se crean dos espacios diferenciados: la salita, para disfrutar de la pequeña pantalla y el salón, para recibir a las visitas.

Este primer congreso universitario en torno a la historia del mueble cuenta con la presencia de cerca de 60 expertos de España, Portugal, México o Brasil.

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