La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un día para los misioneros asturianos

El Domund se celebra hoy en todas las parroquias del Principado en ayuda de los 179 embajadores de la fe que viven Asturias desde la lejanía

Pedro Tardón, en la Delegación Diocesana de Misiones, en Oviedo. ESTA HORA

Fermín Riaño Menéndez, avilesino de 56 años, lleva casi media vida como misionero en Tailandia. Vive en una localidad a escasos kilómetros de la frontera con Camboya. LA NUEVA ESPAÑA contacta con él por videoconferencia a las cinco de la tarde; son las diez de la noche, hora tailandesa. En el calendario local de Fermín Riaño es el 22 de octubre del 2559, año budista.

Se levantó a las cuatro y media de la mañana. A las seis abre la iglesia, poco después celebra la misa. A las siete desayuna y ya no para hasta la noche, salvo un receso al mediodía, sobre todo cuando el calor aprieta, que es casi siempre. Vive solo en la parroquia, pero tiene tres compañeros misioneros en otras localidades, la más alejada a unos 200 kilómetros.

Fermín Riaño es uno de los 179 misioneros asturianos por el mundo. La jornada de hoy, el Domund, les compete directamente. Muchos de los programas puestos en marcha en 44 países con presencia misionera asturiana dependen de la recaudación de hoy. "Asturias es muy generosa", reconoce el delegado diocesano de Misiones, Pedro Tardón, que confía en superar los 322.000 euros recaudados en el Principado el pasado año.

Una casa vacía

Informar de lo que se hace es la mejor forma de sensibilizar. Desde hace días lo hace en Asturias la monja colombiana Carmenza Taborda, diez años de misionera en Tanzania, destino al que quiere volver. Recuerda su primer contacto con el país: "muchas horas en coche para recorrer apenas 200 kilómetros, casas desperdigadas, ni una luz en la calle. A la mañana siguiente me impresionó entrar en una de las chozas de paja. Dos o tres piedras en el centro, donde hacen la hoguera, y nada más. Ni una silla".

Fermín Riaño explica la jornada. "Fui a ver a una anciana impedida. Tiene 73 años y ya solo puede moverse alrededor de su choza de madera. Le llevé medicamentos que otras personas nos dejan en la misa. Son medicinas rurales, pero muy eficaces. Después, a las seis me entrevisté con una mujer y sus tres hijas. Acaban de vivir una experiencia dura, se querían marchar al extranjero y al parecer las captó una red de prostitución. La Policía les impidió salir del país en el último momento. Una de las hijas, de 15 años, va a necesitar nuestra ayuda para que termine el curso de secundaria elemental. Unos 60 euros".

El destino misionero de Fermín Riaño pertenece a la Tailandia más pobre. "Viven de la agricultura, de los arrozales. No para de llover desde junio a octubre, los caminos se vuelven impracticables, pero después ni una gota, hasta que en marzo la sequía ya es espantosa". El arroz se recolecta entre octubre y noviembre.

Turismo sexual

Riaño juega, por así decirlo, fuera de casa, y no solo desde el punto de vista geográfico. En un país de 67 millones de habitantes, tan sólo 300.000 son cristianos.

En la zona donde vive (1.500 habitantes, de los que unos 180 son católicos) apenas hay occidentales: "siete u ocho, integrantes de parejas mixtas con tailandesas. Algunos llegaron atraídos por el turismo sexual y se quedaron. Pocos frecuentan la iglesia".

Carmenza Taborda habla del proyecto de taller de carpintería en su área de misión en Tanzania. "Los chicos aprenden a hacer muebles elementales, que se llevan para sus casas, y se les da un equipo de trabajo. Es difícil que nos imaginemos un hogar sin una silla, pero lo que es normal para nosotros es la absoluta excepcionalidad para ellos", afirma.

En Tanzania Carmenza, religiosa de La Consolata (congregación con sede en Roma) encontró "cariño, delicadeza y hospitalidad" y una generación joven llena de sueños y con ganas de aprender. ¿Lo peor? El aislamiento y la falta de agua. "Tenemos una radio y nos dan señal una hora al día. Misioneros de distintas partes de Tanzania nos ponemos entonces en contacto y nos contamos las novedades".

Hoy habrá cuestiones en todas las iglesias de Asturias y en las calles a través de la iniciativa de una docena de colegios. El dinero recaudado se va a la sede central de Misiones en Madrid y, de ahí, a Roma, desde donde se distribuye según las necesidades. "Sin nuestra ayuda, condenamos a nuestros misioneros", dice Pedro Tardón, párroco de Noreña.

Compartir el artículo

stats