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Asturama

Libia, un cementerio en el mar

"Es duro escuchar los sueños de tantas personas y saber que no los van a poder cumplir", dice Anabel Montes, socorrista asturiana en el Mediterráneo

La socorrista asturiana, con el brazo en alto, en una de las maniobras de acercamiento a un barco con refugiados. SOS MEDITERRANEE

Anabel Montes, ovetense, regresó ayer a la primera línea de rescate de refugiados. Se va a las aguas de Lesbos, en Grecia, y acaba de llegar de otro infierno marítimo, el que se está desarrollando ante la indiferencia del mundo en aguas libias. Montes pasó doce semanas enrolada en el barco "Aquarius", de la ONG SOS Mediteránee. Por sus manos de rescatadora han pasado literalmente miles de hombres, mujeres y niños cargados de miedos y sueños, azotados por el hambre y la guerra, engañados por mafias sin escrúpulos.

Éste es su relato:

La suerte de ser fea. "Un día rescatamos a una chica nigeriana que tenía la cara llena de cicatrices. Me contó que había salido de Nigeria dos años antes. Cuando le pregunté qué le había pasado me contó su historia: se había visto obligada a prostituirse para pagar el viaje. Pagó con su cuerpo de forma repetida hasta que ya no pudo más. Cogió un tenedor y se desfiguró la cara. Me dijo: pensé que si perdía el atractivo me dejarían en paz. Y así fue porque por fin pudo embarcar. No es infrecuente encontrarnos con mujeres con marcas en la cara. He oído decir a alguna de las jóvenes rescatadas que qué suerte tenía ser fea, porque gracias a eso solo la habían violado tres veces".

Los camiones de esclavos. "Los que llegan a las cosas de Libia son los más fuertes, pero no sabemos cuántos quedan en el camino. Cruzan el desierto, los meten hacinados en camiones, con más de cien personas en la caja. Por sistema las mujeres son violadas. En Libia los tratan como animales, he visto fotos de algún centro de refugiados libio y dan pavor. Cuando está cerca la marcha los traficantes trasladan a los grupos hasta las playas y allí los meten en agujeros construidos en la arena, los tapan con unas lonas y allí permanecen horas, a veces días. Hasta que pueden salir al mar".

Allí está Italia. "Salen de la costa libia, sobre todo desde zonas al Oeste de Trípoli. En la mayoría de los casos son zodiacs muy grandes, que pueden llevar entre 120 y 170 refugiados. A 60 millas de la costa hay una plataforma petrolífera y las mafias les dicen que aquello ya es Italia. No es verdad. Es imposible que una embarcación de esas características pueda llegar a un puerto italiano; si no los rescata alguien la gente se muere, sin alternativa. Para empezar, llevan unos 100 litros de gasolina muy barata que les da para poco más que salir a aguas internacionales. Les dan una botella pequeña de agua a cada viajero y, con suerte, unos dátiles o un poco de chocolate. Tienen bebida y comida para unas horas, pero cuando los rescatamos después de todo un día de navegación ya los encontramos en estado de shock".

Un cascarón con 727 personas. "Lo más peligroso es cuando nos encontramos con barcos de madera, que son como barcos de esclavos. El último que rescatamos batió todos los récords: lleva a bordo 727 personas, entre ellas 80 niños y más de cien menores que viajaban completamente solos. Están solos en sentido literal, con sus padres muertos. Nos avisaron de la presencia del barco a las cinco menos cuarto de la madrugada, y lo teníamos allí mismo, un punto diminuto en el radar. Lanzamos nuestros dos botes de rescate al agua y empezamos a repartir chalecos. Era impresionante: te miraban con los ojos fijos y no eran capaces de moverse ni colaborar. Gracias a la colaboración de la ONG Proactiva Open Arms logramos acelerar el proceso y acabar el rescate a las doce y media del mediodía".

El único hijo. "Entre un grupo de refugiados llegaron un día a bordo de un barco de madera una madre palestina con su hijo adolescente. La mujer me contó que venía huyendo de Gaza, que había estado varios meses en Egipto y que en Libia acabaron en un centro de detención. Por su condición palestina decía que les habían tratado mejor que a los demás: les daban de comer y les habilitaron una habitación aparte. En Gaza le habían matado a su marido y a sus demás hijos. Cuando la rescatamos comenzó a gritar y a llorar porque su hijo quedaba en el barco. "Es el único que me queda, por favor lo quiero conmigo", suplicaba. Fue algo conmovedor".

El barco salvador. "El 'Aquarius' es el barco de rescate más grande de los que operan en el Mediterráneo. Trabajamos conjuntamente con Médicos sin Fronteras. La ONG se lo alquila a la empresa propietaria, pero el problema es que el barco cuesta unos diez mil euros al día, incluyendo combustible. Se quedará todo el año operando en la zona porque los rescates son constantes. En total somos más de treinta personas a bordo de 'Aquarius', de los que diez pertenecemos al equipo de salvamento. Desde las áreas de rescate hasta el puerto italiano donde nos ordenen atracar hay un trayecto de dos o tres días. Son puertos de Sicilia o del sur continental italiano. A la gente la meten en centros de registro y se pueden pasar allí meses. Todo lo costea Italia porque la UE ha dado la espalda".

"Este crío se me muere". "Nadie llega con identificación. Médicos sin Fronteras tiene a bordo un traductor que es eritreo y conoce los acentos. Por él sabemos que la gente en general no miente sobre sus orígenes. Eritrea es uno de los países con mayor número de refugiados, junto a Nigeria, pero en realidad hemos rescatado a inmigrantes del Chad, Ghana, Camerún, Sudán del sur, Costa de Marfil y Guinea. También algún sirio. Llegamos a tener 40 niños en el barco y hace unas semanas nos nació uno a bordo. Rescatamos a la mujer a las 11 de la mañana y dio a luz a las 6 de la madrugada. Hay niños que les ves y dices: este crío se me muere. La gente llega con infecciones de meses, la sarna es atroz. Y hombres con heridas infectadas de bala. Hay personas que no habían visto a un médico en su vida. Y cuando los instalas se relajan, sonríen y hasta cantan, te preguntan cosas y te cuentan sus sueños, lo que quieren estudiar, en lo que les gustaría trabajar... Y yo sé que la mayoría no los van a poder cumplir. Muchos serán deportados".

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