El impacto negativo de la crisis no sólo ha quebrado el presente sino que ha condicionado la base de las expectativas, la autoconfianza y los recursos de los jóvenes. Tanto es así que un 74% de ellos considera bastante o muy probable tener que trabajar de lo que sea, un 67% asegura tener que depender económicamente de su familia y más de la mitad cree que, además, que deberá marcharse al extranjero para trabajar a lo largo de los próximos dos años.

Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio "Jóvenes y empleo, desde su propia mirada" presentado ayer por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud en el Espacio Fundación Telefónica en el marco de la jornada "Jóvenes y empleo, una mirada desde el Derecho, la Sociología y la Economía" en la que han participado casi un centenar de profesionales de distintos ámbitos.

La investigación analiza -a través de una encuesta personal a 2.013 jóvenes de 16 a 29 años- las expectativas, necesidades y deseos de los jóvenes en relación a su formación y a sus perspectivas de incorporación al mercado laboral.

En el estudio se abordan cuestiones como la utilidad percibida de los estudios cursados o su adecuación a las expectativas de las empresas; qué medidas reclaman para activar la contratación juvenil; lo que piensan de la labor de las administraciones en este terreno o si contemplan la emigración como alternativa de futuro, entre otras muchas. De ellos, existe un grupo importante que parece haber asumido un horizonte desesperanzador para ellos: esperan poco del futuro, creen escasamente en sus posibilidades y aceptan resignados una perspectiva donde la inclusión laboral es de mera supervivencia.

Hay quienes, incluso, consideran más útil la Formación Profesional que la Universidad. Así, , el 76,6% piensa que la FP son estudios "muy" o "bastante" idóneos para preparar para el mundo laboral. Es el porcentaje más alto de reconocimiento de utilidad de unos estudios en la preparación para el trabajo, en la opinión de quienes cursan esos estudios.