La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Ni Halloween ni Samaín, es la noche de Difuntos

La colocación de calabazas con velas y la petición de aguinaldos en estas fechas se realizaba ya siglos atrás en Asturias

No deja de resultar curioso el hecho de que, el haber importado y aceptado entre nuestros niños, y como propia, una fiesta llegada desde Estados Unidos con el nombre de Halloween haya servido para que cada vez sean más los asturianos que demandan el reconocimiento de una celebración que, en el Principado, siempre existió y que el fallecimiento de sus protagonistas y el abandono de los pueblos relegó prácticamente al olvido.

Son muchos los que alzan su voz y dicen que "lo de la calabaza con una vela encendida dentro en la noche de Difuntos siempre se hizo en los pueblos de Asturias". También hay quien dice que Asturias celebra más bien el Samaín, una tradición irlandesa que tiene relación con el cambio de estación, siendo un tiempo de encuentro con el espíritu de los difuntos. Cuenta su mitología que se representaban las ánimas con un nabo grande en cuyo interior, vaciado, se ponía una vela encendida. En EE UU los irlandeses que allí habían emigrado cambiaron el nabo por la calabaza y conservaron su nombre: Jack-o'-Lantern (Jack, el de la linterna).

Sin embargo, quienes han estudiado a fondo las tradiciones asturianas, como se puede comprobar en sus libros, caso de Constantino Cabal y Josefa Canellada, o bien actualmente expertos en etnografía y cultura asturiana como son Alberto Álvarez Peña y Xosé Ambás, reivindican las celebraciones de estos días como propias llamándolas como siempre se las llamó en Asturias, las de la noche de Difuntos. Así, por ejemplo, señala Alberto Álvarez Peña que "desde siempre por estas fechas era habitual poner ojos y boca a las calabazas en Asturias y, con una vela encendida dentro, colocarlas en los cruces de caminos y en los huertos para asustar a los vecinos, haciendo creer que allí está el propio diablo. De ello se tiene constancia, por ejemplo, en áreas del valle de Turón, Salas y pueblos del Occidente".

El ir de casa en casa pidiendo el aguinaldo también se hacía en estas fechas, algo que se puede comparar, si cabe, con la famosa frase de los niños disfrazados en Halloween cuando, tras llamar a las puertas, dicen aquello de "truco o trato". "Los niños iban por las casas pidiendo pan, carne y vino. También pedían dulces. En Santa María de Cuideiro los chavales se cubrían la cara con ceniza e iban pidiendo comida por las casas. La iglesia terminó prohibiendo esta actividad", recuerda Álvarez Peña.

También era tradición que, llegada la noche de Difuntos, se dejara allí donde había sido enterrado un familiar un plato con su comida favorita. Constantino Cabal recoge en su obra que un día antes de la noche de Difuntos se celebraba el "magüestu de Difuntos, en que comían castañas en el campo, a la vera de una hoguera, y al acabar se dejaban escondidas, bajo un tapín de hierba, unas cuantas castañas asadas para las ánimas".

Compartir el artículo

stats