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Más leña al fuego

Una vez despejada la incógnita sobre el futuro inmediato de la política española la gran duda que queda por clarificar ahora es como quedará confeccionado el mapa partidista del país a medio y largo plazo, y más en concreto qué es lo que le espera al principal grupo de la oposición, el socialista. La división entre los partidarios del no rotundo a Rajoy y la celebración de unas terceras elecciones en diciembre y los defensores de la abstención en la investidura del candidato del PP para evitar los comicios es total y las posibilidades de un acuerdo entre ambos sectores inexistentes en estos momentos.

Si algún militante o simpatizante del Partido Socialista pensaba que aún era posible un armisticio que permitiera evitar la guerra abierta en el seno de la organización, seguro que tras las declaraciones de ayer de Pedro Sánchez ya lo da todo por perdido. El hasta el pasado 1 de octubre secretario general del PSOE está dispuesto a cualquier cosa para recuperar el liderazgo. Lo de menos para él es que perdiera las dos últimas elecciones generales con los peores resultados del partido en toda su historia. Y que cualquier dirigente político de cualquier país europeo tras esos dos fracasos hubiera presentado de forma inmediata su dimisión.

Según dejó patente Sánchez en su comparecencia pública (sin preguntas de los periodistas, ¡qué se le va a hacer!) la gran culpable de la gravísima crisis de los socialistas parece ser la comisión gestora del partido, la que preside el asturiano Javier Fernández. Está claro que el máximo responsable de la Federación Socialista Asturiana (FSA) es ahora la gran bestia negra de Pedro Sánchez, aunque evitó incluir su nombre en el texto que leyó a los medios de comunicación (para nada se puede considerar que lo de ayer fuera una rueda de prensa).

Probablemente la diplomacia, el tacto, el disimulo, con el que se condujo Fernández en las últimas cuatro semanas con el objetivo de no echar más leña al fuego de la discordia interna en el PSOE (aunque, eso sí, sin ceder un ápice respecto a la meta que se había marcado: evitar las terceras elecciones) no le haya gustado nada a Sánchez. Él, como quedó demostrado de nuevo apuesta por la rudeza, por el combate a campo descubierto, sin matices, caiga quien caiga.

Dos maneras de entender la política. Javier Fernández ya puso la suya en práctica con ocasión de la ruptura de la FSA a comienzos de la década del 2000. Tardó tiempo en pacificar la federación, pero lo logró. Justo lo que no quiere ahora Pedro Sánchez, que exige a la gestora que se aparte ya y que ponga fecha sin dilación a la celebración del nuevo Congreso del PSOE. Nada de dejar que pase el tiempo. Las cosas, en caliente, mejor, debe pensar el ya exsecretario general y exdiputado socialista empeñado en recuperar el liderazgo. Habrá que ver cuál es la respuesta del sector mayoritario en el comité federal del partido (el máximo órgano de decisión entre congresos de la organización) cuya cara más visible es en estos momentos Javier Fernández, quien, a diferencia de Sánchez, no busca nada para él.

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