Las dioxinas son compuestos muy estables químicamente y pueden permanecer décadas en una mismo territorio sin sufrir ningún tipo de modificación. Esta característica, dicen los investigadores del CSIC, las hacen aún más peligrosas. "Debido a la poca solubilidad en agua y a su baja volatilidad, los compuestos se encuentran en suspensión en el aire y son transportados por el agua y depositados en el suelo por el efecto de las lluvias. Los seres humanos se exponen a la presencia de dioxinas en el organismo dado a que estos compuestos pueden incorporarse a la cadena alimentaria donde persisten y se acumulan en los tejidos", detalla Leocadio Alonso.
La eliminación total de las dioxinas en las explotaciones asturianas está difícil. Las industrias químicas tendrían que prescindir, según los expertos, del uso de cloro así como de su adición a los combustibles, incluyendo la gasolina y los aceites motores. "Se necesitan por tanto cambios importantes, tanto a nivel tecnológico como económico, en las industrias", sostienen. A ello también contribuiría la eliminación de disolventes y pesticidas organoclorados.
