¿Puede el cachopo tratar de competir con la fabada por el trono gastronómico como gran plato regional? Los expertos no dudan de que eso es impensable, pero la popularidad de la deliciosa fusión de carne, queso y jamón no tiene freno. Quedó de manifiesto ayer, con dos iniciativas que se desarrollaron en paralelo y constataron que el cachopo es ya un plato preferente para los asturianos, al tiempo que se está convirtiendo en un referente fuera de nuestras fronteras.

En Asturias, LA NUEVA ESPAÑA, a través de su edición digital, animó las sobremesas planteando a sus lectores una sencilla pero, a la vez, sustanciosa pregunta: "¿Prefiere cachopo o fabada?". La encuesta, la primera realizada en directo mediante Facebook Live en Asturias, protagonizó las redes sociales durante las cuatro horas en que se pudo votar. Durante ese periodo, 316.122 personas vieron la encuesta, en la que votaron más de 10.000. Al cierre de la encuesta, pasadas las cuatro de la tarde, el cachopo ganó por un cómodo margen: 6.216 votos frente a los 4.515 que obtuvo la fabada. Un resultado que constata la fama creciente del cachopo.

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En paralelo, la fiebre por este singular plato alcanzaba Madrid, donde estos días se celebran las séptimas jornadas gastronómicas del cachopo. Se trata de una iniciativa que ha superado todas las expectativas, marcando un hito para este plato. Y es que en la capital de España se están sirviendo más de 5.000 cachopos cada día.

"Participan 26 restaurantes en las jornadas, y están todos llenos los diez días. En total, se servirán entre 50.000 y 60.000 cachopos, pero es que nos llama gente continuamente porque se han quedado sin sitio, ya no se cogen reservas", explica Nacho Gancedo, de "La guía del cachopo", que organiza las jornadas madrileñas.

La fiebre por el plato en la capital es tal que ya se estudia ampliar las jornadas una semana más. "Un hostelero me decía que si le dejaran poner mesas en la Castellana, la llenaría dos veces con las reservas que tiene y la gente que le está preguntando. Estamos asistiendo al nacimiento de una tradición, pero la pena es que lo están metiendo en carta hasta los restaurantes chinos. Y nosotros queremos que no pierda su asturianía", añade Gancedo.

Curiosamente, esta consolidación del cachopo ya se vivió, salvando las distancias, con la propia fabada hace algo más de seis décadas. "Los platos tradicionales de Asturias son el pote de castañas, que es de origen medieval, y el pote de berzas, que es algo posterior, de cuando llega la patata a Asturias. La fabada se introduce en el siglo XIX, hasta 1884 no hay referencias escritas. Pero es después de la Guerra Civil cuando se populariza; en el campo, el plato de todos los días era el pote de berzas o, como mucho, unes fabes con patatas, y los domingos se comía fabada o cocido de garbanzos", relata Elvira Fernández, propietaria del restaurante Llar de Viri, de San Román de Candamo.

En cuanto al cachopo, su origen se sitúa, precisamente, en los años cincuenta del pasado siglo, justo en el momento en que la fabada se aupaba al trono de la gastronomía regional. "El origen del cachopo está en Oviedo, en un bar que se llamaba Casa El Rey, casi enfrente del Campoamor. Allí había una camarera que ayudaba en la cocina y que se llamaba Olvido Fernández, 'Olvidín'. Cuando el bar cambió de manos y pasó a llamarse Pelayo, Olvidín pasó a la cocina y empezó a preparar unos filetes rellenos, empanados y fritos, a los que dio el nombre de San Jacobos, pese a que no tenían nada que ver con lo que por deformación lingüística derivó en cachopo", afirma el crítico gastronómico Juan Antonio Fidalgo, que apostilla que la tradición de rellenar filetes de carne, en los recetarios españoles, se remonta al siglo XVII.

El plato ganó notoriedad en la capital, y pronto comenzó a hacerse un hueco en los menús de bodas. Como la fabada era, pues, un plato de fiesta. Pero en los últimos años, el cachopo ha cobrado una fama inesperada, convertido en complemento indispensable de toda comilona. Es el paradigma del plato inabarcable. Un jabalí gastronómico, dispuesto a asaltar las mesas de toda Asturias... y parte del extranjero.