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El "gusano de las narices" acaba con los corzos del bosque asturiano

"Es más difícil ver ciervos que osos", advierte el biólogo Carlos Nores ante las muertes provocadas por las larvas de una mosca

El "gusano de las narices" acaba con los corzos del bosque asturiano

El "gusano de las narices" del corzo, un parásito que crece en las vías respiratorias del animal produciendo miasis, ya infecta a casi la mitad de su población en Asturias. El último control realizado por la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales revela que el 49% de los ejemplares analizados contienen larvas de la mosca "Cephenemyia stimulator". Estos "gusanos" originan sinusitis, estornudos, descarga nasal, tos, problemas de deglución y, en casos más graves, la muerte del corzo. Se considera que los efectos muy negativos se dan con la acumulación de entre 30 y 80 larvas. Por ello, "ahora es más difícil ver ciervos que osos", advierte el biólogo Carlos Nores, que explica también que a consecuencia del insecto la especie se vuelve más vulnerable ante sus depredadores. "Es un problema muy serio", insiste.

Aunque la enfermedad (cefenemiosis) no es única en el Principado, los expertos piden un plan de actuación que atenúe el problema en los bosques de la región. "Si el corzo disminuye, eso tiene efectos negativos para el lobo y también para los cazadores, ya que la especie es su principal fuente de ingresos", afirma Nores. El origen de esta "plaga", frecuente en Europa pero no en España, hay que buscarla en 1997 con la compra de unos corzos en Ciudad Real procedentes de Francia. Los animales murieron y se concluyó entonces que habían sido infectados por la "Cephenemyia stimulator", una mosca que parasita casi exclusivamente en las narices de los cérvidos. En fase adulta, el insecto, de aspecto similar al de un abejorro, posee buena capacidad de vuelo (40 kilómetros por hora) y deposita sus huevos en el hocico del animal. Las larvas, con ayuda de los ganchos bucales y de las espinas que rodean sus segmentos, penetran en la mucosa nasal del animal para migrar hacia las vías respiratorias altas, donde pueden permanecer en diapausa en otoño e invierno. Cuando alcanzan su desarrollo completo (3 centímetros de longitud) hacen el recorrido inverso para salir al exterior a través de los ollares o la boca del ciervo.

Tras el episodio de Ciudad Real, en 2005 apareció un nuevo caso en Asturias y posteriormente en Lugo y La Coruña. Entre 2006 y 2009, la mosca "Cephenemyia stimulator" llegó al noroeste de León y al oeste de Cantabria. Hoy, a nivel nacional, se calcula que están infectados el 70% de los 200.000 corzos que habitan en los montes españoles. En Asturias, las estadísticas de la Dirección General de Recursos Naturales demuestran que el parásito está presente en todo el territorio regional, aunque hay mayor prevalencia en la zona del Caudal.

El jefe de la sección de Caza, Jaime Marcos, sostiene que el cambio climático favorece la expansión del insecto por el Principado, ya que cada vez los inviernos son más cálidos y por tanto no matan al "gusano". "Se trata de un parásito extraordinariamente bien adaptado y con recursos fisiológicos que le permiten superar situaciones muy adversas", subraya. Lo mismo expresa Gerardo Pajares, del departamento de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria de Lugo, en su tesis doctoral de este año: "Los factores climáticos de las zonas de procedencia de los corzos influyen sobre la prevalencia e intensidad de infestación, siendo éstos más elevados en las zonas de montaña".

Según los datos facilitados por el Principado, en 2012 estaban afectados por la cefenemiosis el 25% de los cérvidos, mientras que entre 2012 y 2014 la cifra ascendió al 33%. En el último estudio, realizado a partir del análisis de 191 corzos de las zonas de Eo- Navia, Narcea, Avilés, Oviedo, Gijón, Caudal, Nalón y Oriente, dieron positivo el 49% de ellos, es decir, 94 de 191.

Los expertos desconocen todavía cómo el parásito pudo llegar a España y concretamente a la región. El zoólogo de la Universidad de Oviedo y vicepresidente de la Fundación Oso Pardo, Carlos Nores, tiene su propia hipótesis: "Hay dos tipos de dispersión: la que se denomina como 'mancha de aceite' (va ampliándose poco a poco) o a saltos. El primer método es natural, mientras que el segundo se debe a la influencia del hombre. Yo creo que alguien importó corzos infectados, como sucedió en Ciudad Real, y aquí no lo sabemos". Nores pide a la Administración que controle el transporte de cabezas de corzos como trofeo, ya que en ellas puede haber presencia de larvas de "Cephenemyia stimulator". "Es tan fácil como posarlas unos minutos en el suelo para que los parásitos se expandan por la zona e infecten a nuevos corzos", señala.

La Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales considera que en estos momentos no hay otra solución posible que "ser prudentes" y "seguir la evolución del proceso". "El control lo hacen los cazadores y todas las sociedades están informadas del problema", aseguran. El único tratamiento eficaz que existe contra la cefenemiosis es, según el Principado, la ivermectina (un antiparasitario vía oral o inyectable). Sin embargo, es inaplicable en corzos en libertad, ya que puede tener efectos sobre el ganado y otras especies silvestres. El declive de la especie la ven con preocupación en los cotos de caza: los recechos son su principal fuente económica. De hecho, el ciervo es el atractivo número uno para los cazadores que vienen de fuera. "La población de esta especie está fatal, se ha reducido por lo menos un 50%. Es que ya ni los ves", comenta José Vigil, presidente de la Asociación de Cazadores "El Jabalí" de Cabrales.

Carlos Nores asegura que el "gusano de las narices" ya no tiene solución; sin embargo, "sí se puede actuar para retrasar o atenuar el problema". Por lo que se sabe, según la investigación hecha por Gerardo Pajares, de la Universidad de Santiago de Compostela, el sexo y la edad de los corzos determinan "diferencias apreciables de prevalencia e intensidad de infestación por larvas de 'Cephenemyia stimulator' ". Los adultos y los machos tienen porcentajes más altos que los jóvenes y las hembras. Este hecho puede deberse al comportamiento territorial de los machos, que influye notablemente en su condición corporal.

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