En Senegal le llaman español y en Gijón le señalan como africano. Abdou Karim Thiam Seydi (Ziguinchor, Senegal, 1994), distinguido como "Asturiano del mes" de mayo por LA NUEVA ESPAÑA, tiene la doble nacionalidad pero es ciudadano de un mundo que imagina sin barreras. Se trata de un joven que maduró a la carrera y que no entiende de fronteras que el esfuerzo o el sacrificio no puedan traspasar. Del mismo modo que su corazón tampoco sabe de límites.

Diez años después de su llegada a España, tras un viaje en cayuco como polizón, mantiene intactas sus raíces africanas y sus convicciones religiosas. También sigue latente el respeto a sus mayores y la confianza ciega en los consejos maternos. Pero Abdou Karim es ya un asturiano de pura cepa. De los de "guaje" y "calla, ho". Por los cuatro costados. Esta fusión de idiosincrasias, junto con un espíritu indomable de superación, no han pasado desapercibidos para LA NUEVA ESPAÑA, que ha querido destacar como ejemplar una biografía "sorprendente y admirable, ejemplo de integración y tesón", como describió la directora del periódico, Ángeles Rivero. Un ejemplo para todos los asturianos por su "forma de afrontar la vida, de cómo convertir las dificultades en oportunidades, no solo las suyas, también las de sus amigos, su familia, su gente de Senegal", añadió.

Abdou Karim agradeció la escultura de Legazpi que premia al "asturiano del mes", sonrió con la caricatura de Pablo García y se emocionó al leer las palabras que le dedicaron sus allegados en la portada del periódico con que se le obsequió. Estaban junto a él Nacho Elola, director del colegio Montedeva -antiguo Ursulinas-, y Ana María Rosado, educadora en el Hogar de San José; y su amigo Carlos Muñoz, inseparable desde críos. Nacho y Ana representan a las dos instituciones donde se desarrolló como persona este sportinguista de corazón que asegura que Gijón es "estar en casa". Abdou convirtió a su entorno en cómplice del éxito, con el lagrimal despertando. "No fue fácil, pero con gente así al lado ayuda a seguir luchando y pude salir adelante", dijo el homenajeado.

En poco meses superó la barrera del idioma y aprendió los giros del asturiano, que hoy maneja a la perfección. De la mano de Nacho Elola fue afianzando su deseo de convertirse en profesor. Una meta que logró el pasada mes de mayo cuando se graduó en Magisterio en la Escuela Universitaria Enrique Ossó. La docencia será el segundo paso, con la esperanza de dedicarse a los escolares de Primaria. "Se le da muy bien el trato con los niños", aseguró su maestro y mentor. Quizás porque acostumbra a poner en práctica sus conocimientos y técnicas pedagógicas con los benjamines del fútbol en la escuela de Mareo, a los que entrena con asiduidad. "O me entrenan ellos a mí, porque no callan", confiesa entre risas, porque Abdou no esconde su sonrisa ni su carácter cariñoso y pícaro.

La responsabilidad la afianzó en el Hogar San José, donde todavía le ponen como ejemplo de constancia. El día a día de las tareas de casa lo llevaba a la perfección a la par que sus estudios -logró incluso un reconocimiento del Ayuntamiento de Gijón- y la práctica de su pasión futbolera. Sin cumplir las dos primeras no se podía disfrutar de la tercera.

Ese espíritu que asumió como receta para el éxito es el que ahora quiere implantar en su Senegal natal, donde ultima la puesta a punto de un centro de formación para los que, como él veinte años atrás, tienen muchos sueños pendientes de cumplir.