Cuando el PP votó el viernes a favor de la salvación del Presupuesto del Gobierno socialista del Principado, hacía dos días que se habían cumplido cuatro años. Habían pasado cuatro, el equivalente a una legislatura completa, desde la última vez que el PSOE pudo materializar un pacto presupuestario a su gusto, con las fuerzas de la izquierda. La comunidad autónoma tendrá cuentas públicas en 2017 como casi siempre que las ha tenido desde que gobierna Javier Fernández, con algún respaldo del PP: dos de sus tres Presupuestos no prorrogados, los de 2015 y 2017, han salido adelante mediante acuerdos con los populares, que también apoyaron en 2014 los créditos extraordinarios que ayudaron a dar aire a la prórroga. Salen tres acuerdos en cuatro años y medio. Sale que sólo los primeros que registró en la cámara un gobierno de Fernández, los de 2013, pasaron el corte de la Junta con la complicidad de IU -y en aquel momento también de UPyD- para salir adelante en contra del criterio entonces contrario de las fuerzas de la derecha, PP y Foro. En los cuatro años siguientes, el asidero ha sido siempre, o siempre que lo ha habido, popular.

El recién suscrito, a cambio de una rebaja en el Impuesto de Sucesiones, es el tercer acuerdo explícito de diferente naturaleza en estos cuatro ejercicios, después del que aseguró los Presupuestos de 2015 con otra ventaja fiscal en la mesa de negociación -en aquel caso el tramo autonómico del IRPF- y del que en 2014 permitió oxigenar con leyes de crédito extraordinario las cuentas que habían sido prorrogadas el año anterior por la ruptura del acuerdo que vinculaba a los socialistas con IU y UPyD. Los cinco ejercicios presupuestados con Fernández en el Gobierno se completan con aquel lejano acuerdo a tres bandas con la izquierda y el centro en 2013 y con la prórroga de este 2016, cuyo proyecto fue retirado por el Gobierno hace ahora un año al verificar que las enmiendas presentadas por toda la oposición salvo IU hacían sus cuentas inviables.

La historia presupuestaria reciente, recién actualizada, ilustra los quebraderos de cabeza que da un parlamento troceado más que nunca y más que nunca demandante de gobiernos hábiles con la "geometría variable". El resumen da un acuerdo a la izquierda, dos prórrogas y tres pactos con el PP suscritos un poco a regañadientes y con la sensación del clavo ardiendo -"pactaría con el diablo para que haya inversiones y servicios públicos", llegó a decir Javier Fernández tras el acuerdo para los créditos en 2014-, y da fe de que al Ejecutivo socialista asturiano le está costando. No han parado los intentos, no han cesado los llamamientos a la afinidad ideológica ni los tropiezos. Sucedió el año pasado que IU no bastaba sola y que Podemos no estaba por la labor. Sucedió este año que la dirección de IU no dio de paso la abstención que pretendía el grupo parlamentario y que Podemos sigue allá lejos, muy lejos del PSOE. Pero tampoco sin la formación morada en la cámara hubo suficientes votos a la izquierda para dar luz a las cuentas de 2014 y 2015, prorrogadas las primeras tras la ruptura del PSOE con IU y UPyD, acordadas las segundas con el PP sobre los rescoldos de aquella pendencia.

La transversalidad del acuerdo socialista-popular se repite pues en los Presupuestos de Asturias con una cadencia de cierta constancia desde un tiempo antes de la reciente capacidad de entendimiento que han evidenciado las dos fuerzas en el territorio de la política nacional. Pasa, por el imperativo del difícil equilibrio de fuerzas en la Junta, desde antes de que Javier Fernández presidiera la gestora socialista además del Gobierno del Principado; sucede desde antes de que tuviera, sostienen sus opositores, esta supuesta necesidad de recibir la "devolución del favor" de la investidura de Mariano Rajoy, dicho sea en terminología de Podemos.

Puede decir el PSOE que en esta materia presupuestaria ha tenido acuerdos y desencuentros de todos los colores. O casi. En un vistazo a la historia reciente del parlamentarismo fragmentado asturiano, Foro y Podemos son las únicas fuerzas que han votado invariable y sistemáticamente en contra de los postulados del Gobierno en este terreno. Los demás han disentido o apoyado en distintos momentos, han dado de paso o utilizado su poder para frenar las cuentas autonómicas del Ejecutivo asturiano, que una vez más viene de resolver con el PP un consenso presupuestario que durante meses pretendió exclusiva y vehementemente de izquierdas, sólo con IU y Podemos.

En el voto a favor también está esta vez explícitamente Ciudadanos, a la expectativa de obtener a cambio de sus votos, y de no dejar al PSOE incómodamente solo con el PP en la foto del respaldo al Presupuesto, ventajas en forma de inversiones en sus prioridades presupuestarias. Se verá el resultado de la alianza en la negociación de las modificaciones todavía posibles vía enmiendas parciales al Presupuesto ya aprobado, de aquí al pleno del próximo viernes. El Gobierno también confía en incorporar en el mismo trámite a IU, una vez superado el trago de la presentación de la enmienda a la totalidad del Presupuesto para que el grupo parlamentario acatase en contra de su criterio la decisión de la dirección política de la coalición.