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La Última Pista

La Policía busca la pista clave que le permita cerrar el caso de Cristian Cueli

La familia del joven lavianés afincado en Gijón se lamenta de los escasos resultados de la investigación al cumplirse cuatro años de su desaparición

La Policía busca la pista clave que le permita cerrar el caso de Cristian Cueli

La Policía tiene bastante claro quién pudo tener que ver con la desaparición y posiblemente muerte de Cristian González Cueli, pero le faltan las pruebas, la pista clave que le permita cerrar un caso del que se cumplen cuatro años mañana martes. Fue el 27 de diciembre de 2012 cuando Cristian González Cueli, un lavianés de 33 años, residente en Gijón, propietario de una empresa de pinturas y con una gran afición a los coches caros, se dirigió a un taller del Alto de la Madera, en Siero, para entrevistarse con el propietario, al que reclamaba una deuda de 50.000. Cueli, al parecer, realizaba préstamos a conocidos en condiciones más ventajosas que los bancos, merced a una herencia. El préstamo al propietario del taller era para que se comprase un Subaru para competir, y tenía que ser saldada en el plazo de dos meses. Cuando Cristian acudió al taller, hacía ya unas semanas que venía reclamando el dinero, sin éxito. La pista del lavianés se pierde en aquel taller, cuyo propietario, un exmilitar, fue detenido junto a un empleado suyo, meses después de la desaparición -en julio de 2013-, sin que los interrogatorios de la Policía permitiesen obtener una confesión o datos fiables sobre el paradero de González Cueli.

Desde el principio se pensó en una desaparición no voluntaria. Cristian tenía su vida en Gijón, en Asturias, y no le iba mal en absoluto como para tener que poner tierra de por medio. Antes de llegar al taller, Cueli había hablado con su pareja indicándole que iba a hacer unas gestiones y que se reencontraría con ella en poco tiempo. Pero Cristian no regresó. Sus familiares y amigos formaron grupos para buscarlo, sin ningún éxito. Ninguno olvidará la angustia de las Navidades de 2012, ni la desesperación por la falta de resultados de aquellas primeras pesquisas. Pasados cuatro años, solo queda la esperanza de que un error, un desliz de quienes le hicieron desaparecer, pueda desvelar el secreto de lo que le aconteció a Cristian Cueli.

El propietario del taller, cuando fue detenido, aseguró a los agentes que Cueli había acudido efectivamente aquella tarde al Alto de la Madera y que habían saldado la deuda. Comoquiera que Cueli iba en un coche que daba problemas -de hecho fue encontrado aparcado junto al taller-, se brindó a acercarle a Pola de Siero, donde decía que tenía que encontrarse con unos amigos, aseguró a los policías. Según indicó el dueño del taller, Cueli se bajó de su coche y se metió en un Porsche Cayenne de color negro. Lo cierto es que este último vehículo sí fue visto en la Pola, pero los testigos no recuerdan que en él estuviese el lavianés.

Algún temor debía de tener Cueli, puesto que entre sus cosas se encontró un arma que al parecer había conseguido hacía poco. Quizá hubiese sufrido amenazas o quizá temiese que le asaltasen en busca de grandes cantidades de dinero.

Los detenidos permanecieron dos días bajo custodia de los agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) desplazados desde Madrid, debido a la complejidad del caso. Los policías registraron el taller y los domicilios de los sospechosos. En uno de los vehículos del propietario del taller se encontró un rastro de sangre, pero no era humana, sino de perro.

Sin indicios sólidos que permitiesen imputar a los detenidos siquiera por detención ilegal, el titular del Juzgado de instrucción número 3 de Pola de Siero no tuvo otro remedio que dejarles libres, para desmayo de la familia de Cristian Cueli, para aquel entonces desesperada ante la falta de avances de la investigación.

Cuatro años después, los familiares no tienen duda alguna de que Cristian fue asesinado y solo desean recuperar los restos para darles sepultura en un lugar al que puedan acudir para recordarle y llorarle como es debido. Esta familia no puede superar el duelo por la pérdida del ser querido, que se revive cada día, con el consiguiente daño emocional y psicológico.

"Estamos peor que al principio", indicó Azahara González Cueli, hermana del desaparecido. "Hoy hace justamente cuatro años que le vimos por última vez", añadió, dando idea del dolor en el que vive sumida esta familia, que no puede dejar de tener la impresión de que no se ha hecho lo suficiente para dar con el asesino de Cristian. "Psicológicamente, estos días estamos fatal", confesó la hermana del desaparecido. En su desesperación, Azahara ha llegado a asegurar que, en este país, "matar sale gratis".

Cuando se detuvo a los, por el momento, únicos sospechosos de los hechos, la Policía estaba convencida de que había dado con los autores del crimen, pero no había pruebas suficientes. No quisieron arriesgarse a un juicio que hubiese terminado a buen seguro en una absolución. La familia de Cristian González Cueli no ha dejado de llamar periódicamente a la UDEV para conocer si avanza la investigación, que oficialmente sigue abierta, "viva", en el lenguaje que utilizan las fuerzas de seguridad. Su mayor temor es que vayan pasando los años y que jamás pueda saberse que es lo que ocurrió aquella tarde, cuando Cristian acudió al Alto de la Madera.

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