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MARTA DÍAZ GARCÍA. | Catedrática de Química Física y Analítica ROSANA BADÍA LAIÑO. | Profesora titular de Química Física y Analítica | Maestros Y Discípulos

Díaz: "La mujer forma ya un bloque importante en la Universidad, es momento de visibilizarla"

Badía: "Las becas se encuentran bastante restringidas pero si no tienes sangre joven hay que parar la investigación"

Díaz: "La mujer forma ya un bloque importante en la Universidad, es momento de visibilizarla"

"Tal parece que para que te hagan caso en la Universidad tienes que llevar pantalones y barba", sostiene la catedrática de Química Física y Analítica Marta Díaz García, quien reivindica que las mujeres forman ya "un bloque importante en la Universidad y es el momento de visibilizarnos". Ahora, reconoce, se está en un momento de cambio. Es el caso de su discípula, la química de raíces argentinas Rosana Badía, quien acaba de convertirse en la primera mujer que dirige el departamento de Química Física y Analítica, el mismo al que pertenece el actual rector de la Universidad de Oviedo, Santiago García Granda. Sucede en el cargo a Enrique Pérez Carreño y reconoce que el suyo es un departamento bastante activo y bien financiado "muy competitivo tanto en producción científica como en la consecución de fondos para proyectos".

En manos de otra mujer, la catedrática Susana Luque, está también, por primera vez, el departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente. Ese cambio de tendencia en una Facultad normalmente marcada por cargos masculinos acaba de invertirse al acceder también la primera decana de la historia del centro, este pasado octubre, Susana Fernández. "Ahora se tiene en cuenta el hecho de haber realizado labores de gestión para el acceso a cátedras", argumenta Rosana Badía. Para ella, es una oportunidad también para conocer "cómo funciona todo por dentro, saber las cosas que hay que mover y echarlas adelante". En su caso, lamentan la falta de apoyo de las nuevas generaciones, no porque no exista voluntad por su parte sino porque muchos de los que leen tesis optan por salir fuera de inmediato. "Las becas están bastante restringidas", sostiene la nueva directora del departamento de Química Física y Analítica, "hay gente para rejuvenecer las plantillas pero ni desde el departamento ni desde la propia Universidad somos capaces de ofrecerles nada". Para quienes deciden quedarse faltan ayudas, lo que repercute tanto en el futuro de los jóvenes doctorandos como de la institución académica: "Si no tienes sangre joven, tienes que parar la investigación", subraya la profesora Rosana Badía.

Su grupo de investigación, RECOMOL, dirigido por Marta Díaz y especializado en reconocimiento molecular, está integrado por cuatro personas formadas y tres más en formación. Reconocen que no tienen problemas de financiación pero el año pasado se marcharon dos doctorandos que acababan de leer su tesis. "Lo ideal sería darles la posibilidad de quedarse", opina la docente quien plantea, además, un nuevo punto de vista en las ayudas a la investigación. "A veces un expediente excelente no significa un buen investigador mientras que otras personas que no tienen el mismo aprovechamiento académico sí son buenos investigadores, pero carecen de ayudas", se lamenta.

Su maestra y mentora en la Universidad de Oviedo, Marta Díaz, comparte con ella idéntica preocupación acerca de las dificultades para estabilizarse en la Universidad. "Antes podías proyectar y hacer tu carrera académica, hoy no es posible", coinciden. La más veterana logró estabilizarse antes de cumplir los 30, tras realizar una estancia postdoctoral en la Technological University of Loughborough (Inglaterra). Volvió a Asturias con el profesor Siro Arribas como director de tesina y el actual catedrático emérito Alfredo Sanz Medel (entonces recién llegado a Oviedo) como director de tesis. Marta se "independizó" de su primer grupo de investigación cuando sacó la cátedra. "Comenzamos con materiales sensores ópticos, desde polímeros impresos hasta evolucionar a los nanomateriales. Ahora trabajamos más con métodos ópticos pero aplicados a los nuevos materiales", indica la catedrática. Una de sus últimas colaboraciones con el grupo de investigación "Lubrication and Surface Technology" (LuSuTec) tiene que ver con el estudio de la síntesis de nanopartículas en aceites lubricantes para lograr que éstos duren más, por ejemplo, cuando se emplean en aerogeneradores, logrando por tanto que las piezas no se desgasten tanto. "También trabajamos con sensores para determinar el estado de degradación del lubricante, concretando así su vida útil o para determinar también la presencia de agua o determinados metales que pueden llegar a degradarlo", subraya Badía, quien lamenta que este tipo de trabajos requieren de una instrumentación "muy costosa", normalmente en manos de los servicios científico-técnicos de la Universidad, no siempre a disposición de los investigadores.

Los acuerdos de colaboración con ingenieros y biólogos les permiten abrir nuevas líneas de investigación. La misma tecnología aplicada en el ámbito de la lubricación la han llevado al estudio de la presencia de nanopartículas metálicas en alimentos. Los "tupperware", por ejemplo, incorporan nanopartículas de plata con poder bactericida, idéntico material se emplea ya en ropa deportiva para evitar el olor a sudor. "Esas nanopartículas están incorporadas de manera natural a nuestra vida cotidiana pero hay que ver qué consecuencias tienen a largo plazo. La nanotoxicidad es otra línea de investigación", plantea Badía. En tratamientos médicos ofrecen el potencial de que un determinado fármaco logre atacar células cancerígenas.

Para que no se pare esa investigación maestra y discípula reivindican más ayudas para los jóvenes que no tienen posibilidad de obtener una plaza. "La fortaleza de esta Universidad es su capital humano más que las políticas de cualquier Gobierno. Se trabaja con ilusión, se publica mucho y la gente es muy activa", concluyen como características principales de su área y, más en concreto, de su grupo. La evidencia de su labor científica es que en este momento suman seis profesores habilitados para catedráticos. Eso sí, se quejan de que "poquísima gente se sacrifica" por la Universidad. Cuando Marta llegó desde Argentina tenían toda la docencia concentrada en un semestre y el resto del año, se iban al paro. "Era una época en que la gente tenía vocación de quedarse", rememora la más veterana. Ahora son menos los que resisten esas condiciones de precariedad.

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