Huelga de médicos y encima el escáner estropeado. Todo se conjuró para que, entre abril y diciembre de 2012, el personal del Hospital San Agustín de Avilés no detectase que una mujer sufría la rotura de un aneurisma de la aorta. Esta paciente, avilesina de unos setenta años, terminó falleciendo a las dos horas de que se le diese el alta con un diagnóstico de infección urinaria y dolor abdominal, tras un rosario de ingresos y consultas.

La sala de lo contencioso del Tribunal Superior de Asturias (TSJA) acaba de condenar al Servicio de Salud (SESPA) al pago de casi 70.000 euros a los hijos de la fallecida. Admite que había pocas posibilidades de que la mujer sobreviviese a la afección que sufría, aunque también estima que hubo una mala praxis por parte del personal del centro, que no pudo acercarse ni de lejos al motivo del mal estado que presentaba la mujer, lo que impidió una intervención que podría haberle salvado la vida.

Tras el fallecimiento, se inició un proceso administrativo que admitió la mala praxis del personal del hospital y reconoció una indemnización de 50.000 euros para la familia de la mujer. Los hijos, asesorados por el letrado José Manuel Fernández González, especializado en asuntos de responsabilidad médica, recurrieron ante el TSJA. Y es que les parecía que esa cantidad no resarcía ni de lejos el calvario sufrió por su madre desde que tuvo los primeros síntomas hasta que terminó falleciendo, el 26 de diciembre de 2012.

Ocho meses antes, el 24 de abril, los hijos de la mujer avisaron al SAMU al presentar su madre un cuadro de estreñimiento, sudoración fría y dolor de barriga. Ese día ingresó en Urgencias del San Agustín, siendo diagnosticada de dolor abdominal inespecífico. Se le dio el alta tras pautarle dieta blanda y un analgésico. El 11 de diciembre de 2012 volvió al médico, esta vez a su centro de salud, con dolor costal. De nuevo se le pautó un fuerte analgésico, pero al no remitir el dolor, fue conducida a Urgencias del San Agustín. Allí se le diagnosticó de nuevo dolor abdominal, con tratamiento de observación domiciliaria, control y revisión por su médico y en caso de empeoramiento volver a Urgencias.

El 17 de diciembre acudió a su médico de cabecera por dolor en región lumbar y tensión arterial elevada, así como epigastralgia continua desde cuatro semanas. Se le diagnosticó una lumbalgia. Dos días después, el 19 de diciembre, volvió al médico de cabecera, con dolor generalizado, epigastralgia continua y tensión arterial elevada. Fue derivada al Hospital, donde, tras ser explorada mediante ecografía abdominal, fue diagnosticada de infección urinaria y lumbalgia.

El último ingreso

En la madrugada del 23 de diciembre acudió otra vez al centro de salud, que le diagnosticó lumbalgia y le recetó un sedante. Dos días después, el día de Navidad, sobre las diez de la noche, fue llevada al hospital en ambulancia, con un diagnóstico de dolor abdominal e hiperglucemia, con vómitos, pérdida de conocimiento y náuseas. En el hospital se le diagnosticó de una infección urinaria y dolor abdominal. Menos de tres horas después del ingreso, se le dio el alta, a la una de la madrugada. Su familia la llevó a casa, pero falleció poco antes de las tres de la madrugada.

La autopsia fue inapelable. La mujer sufría un aneurisma en la aorta. Todo el dolor que había sufrido en los meses anteriores se debía a la rotura del mismo. Un informe médico admitió la mala praxis en este caso. La mujer debería haber sido ingresada en el hospital para un examen más minucioso. Sin embargo, no se realizaron las pruebas necesarias, ni en abril ni en el mes de diciembre. El día 25, el escáner del hospital estaba averiado, tal y como reconoció el servicio de mantenimiento del hospital. Y las veces que la fallecida acudió en diciembre de 2012 al Hospital San Agustín había huelga de médicos, con escasez de personal.