El urogallo cantábrico perdió en los últimos veinte o treinta años el 50% de su área de distribución, según revela la investigación de la Universidad Católica de Ávila. Históricamente la especie ocupaba unos 3.500 kilómetros cuadrados de la Cordillera, mientras que ahora su zona de influencia se reduce a 1.700. Entre las factores que explican su pérdida de distribución y de población en Asturias y León, los investigadores destacan el cambio climático. Esto evidencia la delicada situación en la que se encuentra el ave, cuya cría en cautividad ha fracasado.

Los responsables de la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Agricultura, Pesca, Medio Ambiente y Alimentación, ya alertaron el año pasado de la incidencia de este enemigo invisible, que es el calentamiento global. Los contrastes de calor a frío impiden el crecimiento de los pollos, que ya tienen de por sí muchas dificultades para sobrevivir en el medio natural. De hecho, el 10% de ellos no alcanza el año de vida por el ataque de depredadores. El proyecto Life +, que gestionó la Fundación Biodiversidad durante los últimos seis años, concluyó el pasado mes de diciembre con unos resultados agridulces. El plan, dotado de 5,9 millones de inversión pública, no logró frenar el declive de la población, sino todo lo contrario: acelerarlo. El biólogo gijonés Rolando Rodríguez, crítico con la gestión actual, defiende que antes de tomar nuevas medidas hay que conocer el tamaño actual de la especie. El último censo oficial corresponde a 2005 y entonces se contabilizaron 500 urogallos. Este último estudio sobre los mejores bosques para su supervivencia aporta algo de luz a su futuro.