La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La vida bajo cero

Veinticuatro horas bajo cero en Leitariegos, el congelador de la región, y para seguir

95

Ola de frío en Leitariegos con -7º por la noche

Algún imbécil dijo que el frío es psicológico. Puede que confundiera el frío con la sensación térmica, pero aún así no le exime de culpa. Un buen castigo frente a afirmación tan necia hubiera sido pasearle durante todo el día de ayer por las montañas de Leitariegos, ese lugar hermoso en el mapa asturiano que de forma sistemática da las temperaturas más bajas de la región. La jornada se saldó con un registro récord de 10 grados negativos y un dato acatarrante: 24 horas seguidas con temperaturas bajo cero.

Ni siquiera el sol del mediodía, presidiendo sobre un cielo sin atisbo de nubes, impidió esta primera invernada que vive Asturias y que mantendrá las estadísticas de temperatura en niveles excepcionalmente bajos. Aseguran en el entorno de esquiadores de la estación invernal de Leitariegos, abierta ayer, que en la madrugada de hoy se podrían superar aún esos diez grados bajo cero que los pronósticos ya calculaban, y que es el resultado de una mezcla de frío siberiano, viento acuchillante y ambiente seco, por debajo del 50% de humedad. El puerto de Leitariegos, frontera entre Asturias y León, está a 1.525 metros, según reza el rótulo de carretera. Durante toda la noche del martes al miércoles la temperatura fluctuó entre los 9 y los 7 grados bajo cero. El frío adormece, pero el espectáculo estaba arriba, en un cielo infinito, estrellado hasta lo imposible, liberado de cualquier contaminación luminosa. Contemplarlo entre la nieve lograba el milagro de olvidarse durante un rato (solo durante un rato) de ese frío que en las primeras horas de la madrugada cortaba como guadaña bien afilada.

Dicen las profesoras de la escuelina rural de Villager, asociada al CRA Valle del Naviego, que las montañas resguardan al pueblo y que la temperatura es durante todo el invierno cuatro o cinco grados más benigna que la de la capital del concejo, Cangas del Narcea. Eso no impide que en la mañana de ayer las tres profes de Villager y los cuatro escolares matriculados (a una quinta le tocó visita al dentista) "disfrutaran" de una temperatura de dos grados bajo cero. Fuera de la escuela, se entiende. El termostato programado hace que a las nueve y cuarto, cuando Paula, Saúl, Pablo, Claudia y Lucía, alumnos entre los cuatro y los doce años, llegan a clase, el ambiente interior está muy alejado de meter miedo.

Si nadie lo remedia Villager es una escuela rural destinada al cierre. Tres de los alumnos comienzan la ESO el próximo curso y no parece que haya recambio generacional. La maestra Noelia García, tutora de la escuela, bromea: "Salvo que suspendamos a alguno y tengan que repetir curso". Pablo y Claudia, 11 años y ya casi a las puertas del instituto, no contemplan ni de lejos esa posibilidad.

La situación de la escuela sirve de ejemplo al agobiante despoblamiento de los valles cangueses. Maravillarse del paisaje sirve para el visitante ocasional pero vivir en el entorno rural no es fácil. La estación de esquí de Leitariegos colabora a mantener población joven en esta tierra de frontera. Al menos durante unos meses. Se impone la economía mixta, dicen Jesús Matías, presidente de la parroquia rural de Leitariegos y Evencio Asenjo, profesor de la Escuela Española de Esquí "Leitariegos". LA NUEVA ESPAÑA estrenó ayer con ellos la primera hora de remontes de la nueva temporada blanca, en dirección a la laguna de Arbás, unos 600 metros cuadrados de agua helada con la que hay que tener cuidado.

"Andar caminando por ella es un peligro. Hay zonas donde puede haber ocho metros de profundidad. Y aquí sube la gente con niños y con trineos", dice Jesús Matías. "Hemos llegado a ver a familias comiendo en medio del lago, con mesa y sillas", añade Evencio Asenjo.

La laguna lleva helada desde noviembre, cuando a mediados de mes las montañas que la circundan impiden ya que le dé el sol. "Ni un rayo hasta el día de Reyes", dicen. El mejor regalo en fecha tan señalada es ese primer contacto solar pero aún quedan semanas para que el hielo se retire y el agua fluya. Hoy tan sólo lo hace por uno de los extremos de la laguna de Arbas, un pequeño reguero que se pierde bajo el abrigo de hielo. Ahí abajo hay vida. La hay también en las montañas, entre murallones blancos donde a determinadas horas del día se pueden ver rebecos, a veces en grupos numerosos.

Entre el punto donde nos deja el telesilla y la laguna de Arbás hay apenas 500 metros a través de una futura pista de esquí para principiantes. La loma es coronada por una antena de telefonía móvil que ayer estaba siendo reparada por dos técnicos. "A veces el frío puede bloquearla", explican. No es de extrañar porque la antena, de unos cinco metros de altura estaba a las once de la mañana convertida en un carámbano.

El sueño de Matías y Asenjo es ampliar la estación de esquí con nuevas pistas para el lado asturiano. "El proyecto está ahora en manos del Ayuntamiento de Cangas, yo estoy seguro que hay enormes posibilidades de activar puestos de trabajo", complementarios en muchos casos al sector ganadero. Bajo esas futuras pistas surge El Puerto, la localidad casi anexa a la estación de esquí. En invierno viven en El Puerto trece personas. Hay mentalidad casi familiar.

Compartir el artículo

stats