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Asturias, bajo la amenaza de tormenta solar

La Junta analizará una petición para que el Principado revise sus planes de protección para resistir fenómenos climáticos extremos del espacio

Asturias, bajo la amenaza de tormenta solar

La revisión de los sistemas nacionales de emergencia ante la posibilidad de que se desencadene sobre la tierra una gran tormenta solar que deje a amplias zonas del planeta sumidas en la oscuridad, sin transporte ni redes eléctricas e informáticas durante meses, fue una de las últimas medidas que impulsó Barack Obama antes de ceder la presidencia de los Estados Unidos (EE UU) a Donald Trump. Esa misma adaptación de los planes de protección civil, pero a nivel autonómico, se plantea ahora en Asturias, a instancias de la Asociación Española para el Clima Espacial, que ha conseguido que la Junta General admita a trámite una proposición en la que se insta al Ejecutivo de Javier Fernández a tomar las medidas necesarias para que la región pueda responder y resistir con ciertas garantías a unos fenómenos que, en su grado extremo, pueden provocar una caída prolongada de todas las redes eléctricas, semáforos y controles aéreos, así como fallos en ascensores, montacargas y hasta en los sistemas de abastecimiento de aguas.

La probabilidad de que impacte sobre la tierra una gran erupción solar es limitada, de entre el 5 y el 12%, pero, a juicio de los expertos en clima espacial, eso ya justifica que se desarrollen planes y programas tanto públicos como privados para minimizar unos efectos que amenazan con ser caóticos. Estadísticamente resulta aún más improbable que suceda una gran catástrofe por la caída de un meteorito sobre el planeta y, además, existen precedentes que animan a tomar precauciones. En el mes de septiembre de 1859, una gran tormenta procedente del Sol inutilizó el sistema telegráfico de la época y provocó la aparición de auroras boreales a la altura de Cuba.

Las tormentas del espacio se originan por grandes llamaradas solares que afectan a la tierra de diferentes maneras en función de su magnitud. Las más grandes, según los expertos, generan una ionización de la atmósfera que deriva en distorsiones de radio y a la que sigue una "tormenta de radiación solar" que puede afectar a astronautas o a vuelos de aviones en latitudes muy altas. Además, en algunos casos se registra una eyección de plasma y energía solar que tarda entre 18 y 90 horas en alcanzar la tierra y que produciría esos gravísimos problemas en los sistemas eléctricos e informáticos que pueden colapsar el planeta. Por sí mismas estas tormentas no producen daños directos a las personas, animales o plantas, ni explosiones, terremotos o maremotos. Tampoco son capaces de derribar aviones o de hundir barcos.

Además de adaptar los planes de protección civil para hacer frente a una gran tormenta solar, la Asociación Española para el Clima Espacial ha preparado un catálogo de buenas prácticas a seguir por los ciudadanos en el caso de que se desencadene este fenómeno. Así, además de conservar la calma y esperar, los especialistas recomiendan cortar la luz y el gas de la casa, desenchufar todos los aparatos eléctricos, evitar los ascensores y el salir a la calle si no resulta imprescindible, no usar medios de transporte colectivo, llenar de agua la bañera y cuantos más recipientes mejor, realizar sólo llamadas de emergencia con el móvil y juntar todos los productos congelados que haya en el frigorífico. Según los responsables de la asociación, el Gobierno germano de Angela Merkel tiene preparados 150 depósitos con 800.000 toneladas de alimentos no perecederos distribuidos en emplazamientos secretos y ha animado a las familias a contar con suministros suficientes para dos semanas como práctica preventiva.

Asturias no es la única comunidad que sopesa adaptar sus planes de protección civil a fenómenos climáticos extremos del espacio. También lo hacen Castilla-La Mancha, Galicia, el País Vasco y Aragón. Por su lado, Extremadura ya cuenta con una directriz específica para protegerse de unas catástrofes de tan baja probabilidad como alto impacto.

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