Adiós a la estrategia de "incendio cero" y reconversión acelerada a un nuevo modelo para enfrentarse a la tendencia de "menos fuegos pero mucho más devastadores", que han llegado a Asturias para quedarse. Esta es, en líneas generales, la recomendación que realizó ayer ante la comisión de investigación parlamentaria, Javier Jiménez Caballero de Rodas, un experto en la investigación sobre los incendios de la región. "Cada vez habrá incendios más grandes y más incontrolables", pronosticó.

"Hay que cambiar el paradigma de extinción. Nos estamos enfrentando a algo nuevo, como son los incendios de tanta intensidad, con herramientas antiguas. Y eso crea estrés", declaró Jiménez, trabajador de las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales del Principado (BRIPAS).

En algo más de una hora, este experto trató de explicar a los diputados de la Junta los factores que contribuyeron a desatar la cadena de incendios que arrasó montes en más de medio centenar de concejos en diciembre de 2015. "Aquel verano fue muy caluroso y dio lugar a una gran acumulación de combustible natural, como las plantas gramíneas, que tuvieron un crecimiento desproporcionado. Cuando el monte tiene una carga de combustible muy grande, eso no se puede apagar", comentó el especialista en investigación del fuego.

"En Asturias el cambio climático está funcionando. Llevamos 10 años con el tiempo fuera de raíl. Para que ese cóctel, de primavera lluviosa e invierno seco, sea molotov algo o alguien tienen que prender: un rayo, una línea eléctrica o las personas. En Asturias suelen ser las personas", confirmó Jiménez, quien añadió que, además del cambio climático otros factores como el éxodo rural o el acusado descenso de la cabaña caprina tienen asimismo una influencia directa en la mayor virulencia de los incendios que se registran en la región. "Los mejores bomberos forestales son las cabras. El abandono de los montes y la desaparición de la cabaña ganadera menor dispara el matorral", comentó el experto de la BRIPAS.

Javier Jiménez sugirió la conveniencia de "cambiar el tipo de extinción en Asturias" aunque señaló que no resultará fácil para la Administración porque "hay inercias e intereses contrapuestos, difíciles de mover". Y argumentó que el objetivo de "incendio cero", propio de la década de los 90 del siglo pasado, "ya no se puede mantener". Según Jiménez, el ataque directo "a batefuego", el modo de extinción más habitual en Asturias, no resulta eficaz ante incendios de gran intensidad: "Si echas agua a cincuenta metros, porque más no te puedes acercar, se evapora. Y el helicóptero no puede intervenir por las grandes columnas de humo", explicó, muy gráficamente, antes de concluir que "habrá que formar a los bomberos de otra manera".

En la sesión compareció el bombero conductor del parque de Cangas de Onís, Xicu Hermida, quien aseguró que se "tapó" su accidente laboral, ocurrido en la extinción del fuego de La Roza (Parres), un día antes de que muriera el piloto de helicóptero José Antonio Rodríguez.