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La inversión privada, la gran asignatura pendiente de la ciencia española

El empresario bonaerense Hugo Sigman, encargado de pronunciar el pasado viernes la conferencia del acto académico de Santo Tomás de Aquino, patrono de la Universidad, puso el acento en la necesidad de aumentar el esfuerzo de gasto en I+D+i en relación con el PIB. El 1,2% de España no es suficiente (del de Asturias, por debajo del 0,80, mejor ni hablar).

España (número 25 del mundo en esta clasificación) está un punto porcentual por debajo de la media mundial, dos puntos menos que países como Finlandia, Suecia o Dinamarca, y tres puntos menos que Corea del Sur, la líder en este ranking de apuesta por la investigación.

Pero los números absolutos no nos facilitan una foto definitiva. El mayor problema de España -con datos facilitados por Sigman, presidente del Grupo Insud- es que la inversión privada no acaba de arrancar en el sector del I+D. En España, de cada 100 euros invertidos, solo 53 provienen de las empresas privadas.

Los países más desarrollados arrojan estadísticas de inversión privada por encima del 65% sobre el total invertido. Se trata de tradición, sin olvidar los factores culturales, pero también de mejores o peores condiciones de seguridad y de transparencia.

¿Por qué España tiene tan poca inversión privada? Los analistas aseguran que no es cuestión de fiscalidad, sino de un sistema administrativo muy complejo sobre todo para las pequeñas y medianas empresas.

Y cuando falla la inversión se resiente la masa crítica. Hugo Sigman pone otra comparativa. En Israel hay 8.200 investigadores por cada millón de habitantes. En España no llegan a los tres mil.

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