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MANUEL ATIENZA | Catedrático de Filosofía del Derecho

"Tenemos un Código Penal que es durísimo, mucho más que el franquista"

"Hay manifestaciones en redes sociales que rebasan con mucho el mal gusto, pero algo claramente rechazable no justifica una sanción penal"

Manuel Atienza. RICARDO G. ROBAS

Uno de los últimos libros de Manuel Atienza Rodríguez (Oviedo, 1951) se titula "Podemos hacer más. Otra forma de pensar el Derecho". Tiene mucho que ver con sus reflexiones de relación entre las leyes y su espíritu, entre los textos legislativos y el mundo de los valores y las opiniones morales de cada cual, también de los jueces.

-Leyes y valores. No siempre casan bien.

-Pero el mundo del derecho forma parte del mundo de esos valores que nos acompañan.

Manuel Atienza fue nombrado el pasado lunes miembro de honor de la Real Academia de Jurisprudencia. Se honra así a un jurista de reconocido prestigio, formado y doctorado en la Universidad de Oviedo, discípulo de Elías Díaz y catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Alicante.

-Ser juez debe de ser muy complicado.

-Lo que es difícil es ser un buen juez. Es difícil, por ejemplo, desarrollar en las sentencias el derecho al máximo, pero sin ir contra ese derecho.

-Lo que uno sentencia y lo que a uno le gustaría sentenciar.

-La idea del imperio de la ley es que no seamos gobernados por el mero arbitrio de los hombres, sino por leyes objetivas. Las sentencias no pueden ser manifestación de la subjetividad, pero los jueces tienen la obligación de ir más allá del papel que les asignan algunos: ser simplemente las bocas de la ley.

-Muchas leyes no se cumplen. La Constitución misma está plagada de artículos que tampoco se cumplen.

-Nuestra Constitución reconoce derechos, pero en su desarrollo la cosa cambia. Yo veo a los jueces como los guardianes de las promesas de esa Carta Magna que es un bien común, y no quiero decir que de hecho todos lo sean. Es lo que tenemos que pedirles. Y en sus sentencias un buen juez debe defender opiniones morales justificadas y, por supuesto, compatibles con lo que establece el derecho.

-¿Un ejemplo?

-Expliqué en mi intervención del pasado lunes algunos casos que me llaman la atención. Uno de ellos, muy reciente, es la condena a un cantante por unas manifestaciones que colgó en Twitter y que se entendieron como frases de enaltecimiento del terrorismo y humillación de las víctimas.

-¿No está de acuerdo con la condena?

-Para empezar, los legisladores no deberían haber establecido ese delito. Tenemos en nuestro Código Penal más delitos recogidos de lo que sería conveniente. Alguien dijo que si se aplicasen todos los actos susceptibles de ser considerados como delitos, más de la mitad de la población acabaría en la cárcel.

-Hay comentarios en las redes sociales horrorosos y vejatorios.

-Claro, cosas que son mucho peores que el mal gusto, pero aunque algo sea manifiestamente rechazado y rechazable eso no tiene por qué justificar una sanción penal.

-¿Y entonces?

-Hay que buscar un equilibrio. La pregunta es si el medio adecuado para responder a este tipo de manifestaciones es el Código Penal y, en todo caso, es preciso señalar un cierto umbral de gravedad.

-¿La alternativa?

-La vía civil. A lo mejor a un señor que hace comentarios de este cariz en las redes lo que hay que pedirle es una indemnización, no que lo metan en la cárcel.

-Antes hablaba de un Código Penal demasiado extenso.

-Da la impresión de que aumentando el Código Penal se combaten determinadas lacras sociales. Es lo que se llama el uso simbólico del derecho.

-¿A nivel electoral es rentable?

-Por supuesto, pero conviene no olvidar que tenemos el tipo de políticos que son espejo del tipo de ciudadanos.

-Dice la gente de la calle: el Código Penal español es jauja para los delincuentes.

-En desacuerdo totalmente. Tenemos en España un Código Penal que no es duro, es durísimo. Mucho más duro que el franquista. De hecho los juristas que tengan cierta edad recordarán que hubo una época en la que los encausados podían elegir entre ese último Código Penal franquista y el primero de la Transición. Y todos escogían el franquista. En resumen, nuestro Código Penal es excesivo y se ceba especialmente con los delitos más relacionados con las clases sociales más bajas.

-¿Aboga por acortar y "despenalizar" el Código?

-Abogo por un derecho penal de mínimos. Endurecer las penas es lo más fácil.

-¿Qué opina de la prisión permanente revisable?

-Que es un tremendo disparate, un castigo cruel e inhumano. De la misma manera que critico la pena de muerte, critico la prisión permanente.

-Uno ve el telediario y le entran ganas de no salir de casa. Me refiero a esa percepción de inseguridad.

-Pero si España es una sociedad muy segura. Le doy un dato: en los Estados Unidos el número de personas en prisión es, en términos relativos, diez veces mayor que en nuestro país. Tenemos una tasa delictiva más baja que en muchos otros países, incluso de nuestro entorno.

-¿Y eso se explica?

-En parte se explica porque aquí disponemos de un Estado del bienestar que es todo un muro contra el delito. Las estadísticas de homicidios por cada cien mil habitantes son en España de cinco o seis; en los Estados Unidos superan los veinte; en Brasil andan por sesenta, y en Venezuela ya ni se sabe.

-¿Sociedades enfermas?

-Influyen muchos factores. Uno de ellos es el de las grandes ciudades.

-Habló en su conferencia en la sede del Colegio de Abogados de un caso reciente muy polémico sobre la maternidad subrogada.

-En España cualquier contrato de maternidad subrogada es nulo de pleno derecho. Me referí al caso de una pareja homosexual que contrataron este tipo de maternidad en California, que recibieron el bebé, lo trajeron a España y quisieron inscribirlo. Y el Supremo les dijo que no.

-¿Y usted qué opina?

-Yo creo sinceramente que el Tribunal Supremo se equivocó. Los magistrados alegan que es imposible la inscripción porque va en contra de la dignidad humana, pero en esa sentencia ha habido magistrados que discreparon defendiendo un valor jurídico muy importante, que es el interés supremo del menor.

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