Agradecidos a los Servicios de Salvamento y al personal de los hospitales de Jove y Cabueñes, con aspecto cansado, pero felices de estar vivos. Cinco de los pescadores del "Gure Uxua", rescatados en la tarde de anteayer viernes en una arriesgada operación a cincuenta millas de la costa de Navia, recibieron el alta a mediodía de ayer en el Hospital de Jove -los dos ingresados en Cabueñes salieron en la noche del viernes- y ya están de vuelta en casa para declarar ante el juez, que ha abierto diligencias por este naufragio, y por supuesto, también para abrazar a sus familiares, que, según confesaron ayer, vivieron con "mucho miedo" el desenlace de esta historia. "Estamos bien y lo mejor es que podemos contarlo, porque otros en situaciones parecidas no han podido", aseguró el marinero Alberto Armada, de 39 años y desde crío en la mar.

"Un golpe de mar hizo que entrase agua en el barco y se voltease", explicó el patrón del "Gure Uxua", el santanderino Miguel Múgica, de 55 años. "El momento más apurado fue cuando vimos que el barco se iba a pique y tuvimos que abandonarlo. Un barco siempre es más seguro que una lancha. Fue el momento más crítico. Intentamos lanzar la lancha de doce plazas, pero no nos dio tiempo y quedó enganchada al barco. También lanzamos la de 16 plazas, que fue en la que nos encontraron", relató.

Eran en ese momento las tres y veinte de la tarde y se iniciaban tres cuartos de hora en los que estuvieron esperando a que les sacasen de aquella situación tan apurada: "Es lo peor que hemos vivido en la mar", admitieron. "Lo pasamos mal, con mucha tensión y miedo. Cada uno lo llevamos como pudimos. En esos momentos te pasa toda la vida por delante", confesó Alberto Armada, que fue el marinero que llegó en peor estado a tierra, según el patrón, ya que sufre una afección pulmonar. Sin perder el humor, Armada sentenció: "El mar asusta, pero no acojona".

"No creo que hubiese olas de diez metros, porque entonces no nos sacan de allí así como así", especuló el patrón del barco. Pero el director del Centro de Salvamento de Gijón, Alejandro Busto, fue el viernes muy explícito: "Había paredes de agua de diez metros, y vientos de más de cincuenta nudos (unos 100 kilómetros por hora) que hacían que los helicópteros se moviesen continuamente".

Lo peor fueron las gélidas temperaturas. Los marineros estaban rodeados de espuma por todas partes, zarandeados por el temporal. "Se nos hizo eterno mientras esperábamos, porque empezamos a quedar fríos, todos sufrimos hipotermia, pero estábamos convencidos de que nos iban a salvar", añadió Múgica. Suerte que el rescate fue rápido. "Los helicópteros llegaron en tres cuartos de hora, pero pasaron dos hasta que me sacaron a mí, que fui el último", aseguró el patrón. En las fotografías tomadas instantes después del rescate, Múgica aparece tapado con una manta de rescate, con el cabello húmedo y aterido, tratando de recuperar el calor. Cuando llegaron a tierra, les calentaron y les dieron suero. "Estamos vivos gracias a los miembros de Salvamento y el personal del Hospital. Queremos darles las gracias", dijo por su parte Alberto Armada. "Nos han tratado muy bien", añadió el patrón.

El barco había estado faenando en el Golfo de Vizcaya, para la parte de Francia, a la merluza. El pesquero, de 24 metros de eslora y 19 años de antigüedad, fue atunero en su día, pero ahora se dedica al volante y al pincho. Llevaban cinco días en la mar: uno de viaje hasta los caladeros franceses, tres lances y otro día para la vuelta. "Teníamos que entrar el jueves por la noche, pero nos cogió el mal tiempo, veníamos lentos", indicó el patrón, quien se acordó de los otros pesqueros que aún están en la mar y no han podido regresar. El viernes por la tarde trataban desesperadamente de llegar la costa lucense para encontrar refugio ante un temporal que empeoraba por momentos. No les dio tiempo.

Mal tiempo, pero no tanto

El armador del barco, José Pernas, que acudió ayer a Gijón para acompañar a los pescadores de vuelta a casa, aseguró que "por los partes meteorológicos, se esperaba que hubiese mal tiempo, pero no tanto". Pernas culpó sin lugar a dudas al temporal del hundimiento. "Es pronto para hacer una valoración de las pérdidas", añadió, aunque, por la preocupación de su rostro, era evidente que éstas son especialmente elevadas. "Ahora lo importante es atender al personal en todo lo que haga falta", explicó.

Junto al patrón y a Alberto Armada, también recibió el alta en el Hospital de Jove el peruano nacionalizado español Bill Gaspar Monjaraz Siles, nacido hace 50 años en Pisco, pero criado en el puerto de Ilo, en el Pacífico. "Nací en Perú, pero yo ya me siento gallego. Llevo en la mar desde que terminé el servicio militar, y nunca me había visto en algo así", confesó. También partieron hacia Galicia Víctor Manuel Fernández Veira, de 53 años, y el senegalés Famara Edong, el benjamín del grupo con 36 años. Edong, sin perder la sonrisa, aseguró que no había sentido miedo en ningún momento, ya que estaba convencido de que les salvarían.

En el hospital de Cabueñes fueron ingresados Álvaro Gómez Santos y Antonio Pablo da Silva Piñeiro, de 58 y 46 años. Otros cinco marineros fueron rescatados por el guardacostas "Pesca II", con base en la localidad lucense de Viveiro. Fueron evacuados hasta ese puerto de Celeiro y trasladados luego al Hospital del Mar en Burela. También han sido dados de alta.

Los náufragos tenían previsto a mediodía de ayer regresar a Galicia, para arreglar trámites con la aseguradora y declarar ante el juez en las diligencias abiertas por el siniestro. En la noche del viernes recibieron la visita de agentes de la Policía Judicial, quienes recabaron de los pescadores el relato de lo ocurrido. El siniestro también será analizado por la Comisión de Investigación de Accidentes Marítimos. El "Gure Uxua" se ha hundido completamente, y anteayer viernes, desde el aire, según indicaron los tripulantes de los helicópteros, solo era posible ver restos de aparejos y la lancha de 12 plazas a la deriva, vacía, lo que inicialmente hizo temer a los rescatadores que habían perdido sin remisión a los marineros.

Por supuesto, los pescadores también querían reencontrarse con sus familias. Algunos de los parientes acudieron a recoger a los náufragos, sin esconder el alivio tras las horas de angustia vividas el viernes. Al despedirse, se deshacían en agradecimientos. Y es que este accidente ha tenido final feliz, no como el sufrido por el arrastrero "Mar Nosso", con base en Marín, que también se hundió frente a la costa de Navia, el 18 de abril de 2014, llevándose la vida de cinco marineros.

Para los marineros se abre ahora un periodo de incertidumbre, puesto que han perdido su sustento. "Tendremos que buscar otro barco. Ha sido una experiencia dura, pero volveremos a la mar. Es nuestra vida, vivimos de ellos y no sabemos hacer otra cosa", indicó con humildad el patrón del buque, que lleva desde los 16 años dedicado a la pesca.