La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

GUILLEM MARTÍNEZ | Periodista y escritor

"Salvo la CUP, nadie en la política catalana cree ni por un instante en el 'procés' "

"La Generalitat nunca ha intentado dominar un territorio o una población, esto no es un proceso de independencia"

Guillem Martínez. JULIÁN RUS

Desmontando el proceso catalán de independencia, Guillem Martínez ha desembocado en una definición de doble sentido. En "La gran ilusión", ilusión sólo significa esperanza en la calle. Más arriba sería ficción y propaganda. El título del libro en el que el periodista y escritor catalán ha sometido el sistema a verificación concluye que directamente el proceso no existe. Que en realidad no persigue la independencia, que está deliberadamente parado, que es un fin en sí mismo y nadie en la política catalana, salvo tal vez las CUP, cree realmente en su viabilidad. "No está pasando nada". "Esto no es un proceso de independencia".

-¿Ha escrito que el "procés" es un engaño?

-Sí, el resultado de la fiscalización del proceso que hemos hecho en "La gran ilusión" concluye que es una dinámica propagandística para mantener a la sociedad en una situación de final de régimen.

-¿Ilusión como delirio más que ilusión como esperanza?

-El "procés" nace por iniciativa social en 2007 y en 2012 lo recoge el Gobierno desde el punto de vista político. Se diría que hay dos ilusiones, la inicial de la sociedad al plantearlo y el ilusionismo del Gobierno al paralizarlo. Porque, aunque cueste creerlo, está paralizado.

-¿Se atreve a hacer un pronóstico?

-No va a pasar nada. No va a haber ningún rasgo de desobediencia, salvo que alguien la líe. Y ese alguien puede ser el Gobierno, que se equivoca al tratar problemas políticos desde el Código Penal, o por un error de cálculo la Generalitat, que tampoco está bien informada legalmente y está descubriendo problemas legales que debería haber visto hace cinco años.

-Dice que hay muy pocos que crean realmente en el proceso tal y como está enunciado.

-La sociedad cree absolutamente, los medios transmiten desde Madrid y Cataluña que está pasando algo, incluso algo épico en el caso de los catalanes, cuando en realidad no está pasando nada. Y entre los profesionales, salvo la CUP, que tiene fe, el resto no cree ni un instante en la viabilidad de todo esto. De hecho, el objetivo final es pacto fiscal y reconocimiento de nación.

-¿Una estrategia para entretener y adormecer al pueblo?

-La cultura española da mucho pie a que los gobiernos puedan establecer mensajes no verificados. En los 90 y principios del siglo el PP hizo toda una cruzada en defensa de la Constitución muy sustentada en la lucha antiterrorista y en valores democráticos mientras por debajo de eso transcurrían otras políticas muy diferentes. En Cataluña, ahora, transcurre el mismo proceso de austeridad que en el resto de España, pero sin desgaste alguno.

-Les está saliendo bien, entonces.

-Sí

-¿Cómo es posible?

-Porque el electorado español vota sobre todo identidad. Y eso da un margen muy grande de posibilidades a los partidos que vertebran identidad. Por eso existe el PP, por eso Convergencia no se ha muerto?

-No lo pueden mantener eternamente. ¿Cómo saldrán?

-La independencia es más fácil de realizar que el referéndum, sobre el que por cierto no tienen asesoramiento, no saben cómo hacerlo. Lo que es más divertido es cómo saldrán de ésta. No lo sabemos. Lo que sí tenemos claro es que no va a haber desobediencia, porque la defensa de Artur Mas consiste en negar que haya existido, lo cual es raro, no ha pasado en otros procesos de independencia. Si aceptas la desobediencia, estás politizando un conflicto con el Estado. Sin ella, no hay ningún proceso.

-¿Una especie de trampa?

-Es comunicación sin repercusión legal. Sabemos que el Estado es el dominio sobre un territorio o una población, pero aquí, a diferencia de lo que sucedió por ejemplo en las repúblicas bálticas, la Generalitat no ha intentado eso ni un solo segundo. He ahí un indicio para saber que esto no es un proceso de independencia.

-¿Y el derecho a decidir?

-Tiene que haber referéndum. Claro y vinculante. Es la única solución, aunque ahora es imposible por el concepto de soberanía nacional que tiene la Constitución, que es previo a ella y viene de la Restauración.

-Usted ha acuñado de algún modo el concepto. ¿Qué es la cultura de la Transición?

-Hemos estado hablando de ella. Un régimen son sus instituciones, sus partidos y una cultura que los vertebra. Con el concepto de cultura de la Transición quisimos explicar cómo funciona eso en España, con una originalidad inquietante: se considera que la cultura debe ser quien ha de aportar la cohesión social. No es la economía, ni los derechos, aquí se neutralizan los problemas con la cultura y la creación de mitos nacionales. El "procés" es un ejemplo. Eso es un chollo para cualquier Gobierno, pero ha empezado a palidecer desde 2011.

-Porque el 15M opera sobre esa cultura, ¿cómo?

-Es una ruptura cultural absoluta. Y el gran ejemplo es su nombre. A los participantes en las acampadas se les llamó violentos, radicales, antisistema e indignados. Hoy es el único movimiento en el Estado que tiene un nombre elegido por él mismo.

-¿Cuánto se parece el Podemos de Vistalegre 2 al 15M?

-Hay 10.000 Podemos distintos. Yo diría que la parte más separada del 15M está en Madrid, en sus cuadros dirigentes, en una porción que no viene tanto de aquel movimiento como de casillas anteriores. El 15M y Podemos se parecen en su evolución. Son algo inesperado que se enfrenta a un problema muy difícil, y difícil de resolver desde la izquierda, como es la toma del poder, algo que han intentado además sin uniformidad geográfica. Pero ni existe un solo Podemos ni está claro que ésta sea la última forma política del movimiento.

-¿Puede esta lucha de poder acabar con la organización?

-Puede quitarle mucho movimiento sexy. Pero hay algo más importante que la organización. Todo el mundo fuera de esos cuadros dirigentes tiene claro que la organización es instrumental, y que si no sirve se busca otra. No lo veo muy dramático.

-¿Pero corre el riesgo de alejarse del espíritu del 15M?

-El 15M no es un espíritu, sino una lógica. Los problemas de Podemos empiezan en Vistalegre 1, donde se decide hacer un partido muy parecido a un partido.

-Puede ser Vistalegre o "Vistatriste".

-O "Vistayaveremos". Ya existen otros objetos: la Marea en Galicia, en Asturias hay algo más amplio que Podemos, un Podemos raro? Hay muchos en la misma lógica. Estoy de acuerdo con César Rendueles: Iglesias y Errejón deberían dirimir lo del liderazgo disfrazados de personajes de Winnie the Pooh.

Compartir el artículo

stats