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Después del jabalí, serán ciervos y corzos los que tomen las ciudades asturianas

Expertos reunidos en Mieres advierten de una segunda invasión, en la que participará también el ciervo, fruto del abandono rural

Después del jabalí, serán ciervos y corzos los que tomen las ciudades asturianas

La plaga de los ungulados acecha Asturias. Expertos reunidos ayer en Mieres advierten de que después de la invasión del jabalí, vendrá la del corzo y la del ciervo. La fauna salvaje toma las ciudades fruto del abandono rural y de la disminución de actividades tradicionales, como la ganadería y la agricultura, que antes le proporcionaba el alimento necesario. Los suidos han dejado el maíz y las fabas para pasarse a la "comida rápida" de los contenedores de basura. "Habrá una segunda oleada de ungulados, probablemente del corzo y del ciervo, tal y como está sucediendo en otros puntos de Europa", asegura el biólogo Juan Herrero, profesor de la Escuela Politécnica Superior de Huesca, dependiente de la Universidad de Zaragoza.

El doctor en Zoología y uno de los mayores expertos en la prevención de daños de jabalí cree que las medidas que se vayan a tomar en Asturias para controlar al suido servirán para combatir la entrada futura de otras especies de caza mayor. "Vamos a acabar viendo ciervos en los parques. Es un fenómeno que ocurrirá y que nadie podrá detener", apunta Herrero. En el seminario sobre "Prevención y control de jabalíes urbanos en Asturias", celebrado ayer en Mieres por el Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot), todos los especialistas coincidieron en decir que el problema de la fauna salvaje "no es puntual", sino que "continuará en el tiempo". Por tanto, las medidas que aplique el Principado tendrán que "prolongarse" años, en palabras del director general de Recursos Naturales, Manuel Calvo.

Tanto él como el autor del plan de control y prevención del jabalí en Oviedo, Carlos Nores, reclamaron "más implicación" de los ayuntamientos en la problemática. De hecho, al seminario estaban invitados casi una decena de concejos y sólo acudieron representantes del gobierno de la capital. "Los ayuntamientos tienen que poner más carne en el asador", manifestó Calvo, porque el proyecto de control de suidos se extenderá próximamente a otros concejos conflictivos, como es el caso de Siero. La urbanización de La Fresneda ya sufre la visita habitual de los jabalíes. "Cada municipio es diferente y las medidas a adoptar en cada uno de ellos también serán diferentes. Pero para ello necesitamos su implicación", insistió el director general de Recursos Naturales.

Además de colaboración entre administraciones, los expertos destacan que hace falta "educación ambiental". "Estamos empezando a aceptar que lo normal es ver jabalíes en las ciudades y no nos damos que con ese comportamiento estamos propiciando que haya más suidos", comenta Juan Herrero (Roma, 1961). "Hay que hacer un gran esfuerzo de comunicación. Es necesario comprobar en cada comunidad de vecinos cómo perciben el problema o si lo ven, y explicarles los riesgos que tiene darle un bocadillo a un jabalí", apunta. Según Herrero, Asturias está en "el principio" de la plaga del jabalí urbano y, si aplica las medidas adecuadas, puede "encauzarla", que no eliminarla. "Tenemos el ejemplo del parque de Collserola en Barcelona para saber lo que puede pasar en un futuro si no se actúa. El Principado no debe buscar una única solución, sino muchas. Cada zona y cada circunstancia requieren una medida diferente. En unas habrá que hacer batidas, en otras poner pastores eléctricos y en otras harán falta las dos", profundiza.

Lo que está claro es que la "matanza artificial", es decir la caza, hoy por hoy no es suficiente. "Ni abatiendo el 50% de la población lograríamos obtener una disminución notable en la especie. La tasa de reposición natural es mucho más alta", explica Juan Herrero. Esto es debido, en parte, a que las hembras se reproducen primero y tienen más crías al ganar peso corporal fruto de la "comida rápida" de los pueblos, como ayer comentó a LA NUEVA ESPAÑA Seán Cahill, biólogo del parque de Collserola, en el que habitan cerca de mil suidos.

Cahill también participó en el seminario de ayer, al que asistieron una treintena de personas entre policías locales, representantes del Ayuntamiento de Oviedo, de la Federación de Concejos, de la dirección general de Recursos Naturales, de la Universidad de Oviedo y de los cazadores. Precisamente estos últimos, adelantó Manuel Calvo, pidieron disminuir las zonas de seguridad -aquellas en las que no está permitida la caza-, aumentar los "perreos" para ahuyentar a los jabalíes hacia el monte con la intervención de canes y autorizar la caza con arco en áreas urbanas. Todas estas medidas serán estudiadas por el Principado, que busca un "acuerdo común" para impedir la expansión de la fauna.

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