La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Un ambicioso proyecto para el parque nacional

Los geólogos avalan el plan para recuperar el tercer lago de los Picos

El embalse natural de Ándara, en la parte cántabra, se desecó entre 1915 y 1920 a causa de la minería | "Técnicamente es factible y no muy difícil", sostienen los profesionales que han estudiado el caso

La zona en la que estaba el lago de Ándara, en la vertiente cántabra de los Picos.

El parque nacional de los Picos de Europa está un poco más cerca de recuperar su tercer gran lago, tras los asturianos Enol y Ercina. La Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC), dependiente del Ministerio de Medio Ambiente, ha dado el visto bueno a los informes que confirman que el lago Ándara, en la vertiente cántabra del espacio protegido, se desecó entre 1915 y 1920 a causa de la intensa actividad minera desarrollada en la zona y que su recuperación es factible si se taponan las zonas por las que se infiltra el agua. "Técnicamente es posible y, en principio, la actuación no revestiría mayor dificultad", afirma el asturiano Pedro Farias, investigador principal del grupo de profesores de la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo encargado de determinar las causas por las que donde antes había un lago de 40.000 metros cúbicos queda una pequeña laguna de apenas 20 metros de diámetro, así como de evaluar su posible rehabilitación.

La dirección del parque de los Picos también defiende la recuperación del lago, pero no se ha marcado plazos ni fechas para ejecutar un proyecto que considera relevante para un espacio protegido que celebrará su primer centenario el año que viene.

De dimensiones más reducidas que el Enol y el Ercina -con una superficie aproximada de 19.000 metros cuadrados y 325 metros de largo por 75 de ancho- el cántabro lago de Ándara se ubicaba en la conocida como majada del Redondal, cerca del casetón de su mismo nombre que hoy sirve de refugio para los montañeros y cuyo origen está ligado a la intensa actividad minera para la obtención de plomo y zinc que se inició en la zona en 1889 y se alargó, al menos, hasta 1929. Las explotaciones llegaron hasta los 50 metros de profundidad en las inmediaciones del lago y algunas de las galerías horizontales se excavaron a tan solo 15 metros bajo la masa de agua. "El punto en el que se produce la infiltración que generó el desecado se sitúa justo en la intersección entre dos de los filones que fueron explotados en superficie y en profundidad, lo que prueba la relación entre la minería y la desaparición del antiguo lago", afirma Farias, que considera que tal relación es una condición indispensable para abordar unas obras de recuperación que fueron presupuestadas en 220.000 euros hace 5 años.

Farias subraya que la fuga principal pudo ser identificada con precisión en el estudio geológico y geofísico del sustrato del lago de Ándara que él mismo dirigió entre los meses de junio y noviembre de 2010. Sin embargo, no descarta que, al tratarse de un sistema kárstico, se hayan producido otras de menor entidad.

Compartir el artículo

stats