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El mal estado de las carreteras multiplica los accidentes, advierten los expertos

Los investigadores de siniestros atribuyen la peligrosidad de la "Y" al asfalto deteriorado y a su saturación

Una moto cuyo conductor resultó muerto. FERNANDO GEIJO

Las condiciones de las carreteras son fundamentales para reducir, e incluso algunos casos evitar, la siniestralidad vial. Por eso, el mal estado en el que se encuentran la mayoría de ellas por falta de conservación son causa o al menos influyen en una elevada tasa de los accidentes que se producen, según los expertos. La autopista "Y", advierten, es una de las vías con más peligro de la región, por su saturación, por el estado de su pavimento y porque las barreras de seguridad incumplen los principios para que realicen su función correctamente.

Asturias registró 26 fallecidos en accidentes de tráfico en 2016, la mitad de ellos motociclistas. La región tiene 826 kilómetros, de los que 358 corresponden a autovías y el resto a vías convencionales. De ellos, disponen de iluminación 18,3 kilómetros de túneles y algunos enlaces cuya longitud suma 21,4 kilómetros.

Las distracciones al volante son la principal causa de la siniestralidad vial, seguida del exceso de velocidad en el sentido de que es inadecuada para las condiciones de la vía, y luego están precisamente las condiciones de las carreteras, según los estudios realizados por la Asociación Española de Investigadores de Accidentes de Tráfico (AEIAT).

Uno de los ejemplos más palpables del mal estado de una carretera en la que se han registrado múltiples accidentes en los últimos meses es la "Y", la autopista que comunica las tres principales ciudades de la región.

Juan González-Carbajal, profesor de Derecho Administrativo en la Universidad de Oviedo y presidente de la Asociación Española de Investigadores de Accidentes de Tráfico, calificó la autopista "Y" de muy peligrosa por varios motivos. Uno de ellos es la antigüedad de su firme, que provoca, entre otras cosas, que desagüe mal, lo que conlleva que se formen importantes balsas de agua en muchos tramos, e implica un riesgo potencial de desembocar en un accidente.

A eso hay que sumar la deformación del firme por el paso de los vehículos, como ocurre por ejemplo en los enlaces de Oviedo hacia Avilés y Gijón, donde ya se han producido varios siniestros.

Además, las barreras de seguridad (quitamiedos) son inapropiadas porque, para empezar, advierte González-Carbajal, no sólo no "abrazan" al vehículo que se va contra ellas, sino que actúa como una raqueta y los expulsa hacia la calzada, provocando un siniestro aún mayor.

Y además, la "Y" está saturada. La AS-II entre Oviedo y Gijón, conocida como Autovía de la Industria, no ha conseguido captar suficiente tráfico debido a que sus accesos en ambas ciudades son "poco ágiles", aseguró el presidente de la AEIAT.

Mala señalización

Pero las deficiencias en las carreteras asturianas son múltiples, según los investigadores de accidentes de tráfico. "Es cierto que los conductores cometen imprudencias y son los responsables de cumplir con las normas y conocer el vehículo que conducen y las limitaciones y potencialidades, pero hay tramos y carreteras en las que se producen muchos accidentes. Si es así, igual el problema es ese sitio en concreto o esa vía, y no sólo el conductor", explicó González-Carbajal.

Pero hay más, advierte el profesor. Por ejemplo, cuando el pavimento es deslizante, en vez de arreglarlo, se coloca una señal indicativa. Y eso sin contar que en algunas vías se han instalado incluso señales al revés, y también contradictoria. Las carreteras cuentan en sus márgenes, por ley, con una zona de dominio público que en muchos tramos no se respeta, al punto de que hay incluso casas construidas al pie de la vía. En estos tramos, las barreras de seguridad se interrumpen para dar acceso a las viviendas, lo que según los expertos también debería estar prohibido.

Las barreras de seguridad o quitamiedos no cumplen su función correctamente. En lugar de deformarse para acoger y retener al vehículo que colisiona contra ellas, ejercen un efecto rebote y lo expulsa de nuevo a la calzada, con el riesgo de provocar un choque múltiple.

En el caso de los motoristas aún es peor, ya que si colisionan contra los pivotes con los que los quitamiedos están anclados al suelo, éstos no se deforman o lo hacen de forma incorrecta y el motorista se golpea contra ellos e incluso puede salir despedido por debajo de la barrera.

A esto hay que unir la pintura deslizante de las carreteras y los baches y socavones, que pueden provocar accidentes porque el conductor intente esquivarlos o bien al cogerlos y perder el control del vehículo.

"No se puede penalizar sin más al conductor cuando hay un accidente. Él tendrá su parte de culpa, pero el estado de la vía es fundamental y muchas veces es corresponsable de la gravedad del siniestro", explicó González-Carbajal. Un ejemplo fue el accidente que se produjo en septiembre de 2015 en el túnel de Priañes, en Grado, en el que falleció un conocido matrimonio de Tineo.

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