Son legales, accesibles y están integrados en la sociedad. Si a estos tres factores, ya de por sí peligrosos, sumamos uno más, internet, la adicción a los juegos de azar se multiplica. Eso es lo que está sucediendo entre los adolescentes asturianos, según alertan los expertos. El profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo y director del Grupo de Investigación en Conductas Adictivas, José Ramón Fernández Hermida, advirtió ayer en las II Jornadas de juego responsable que los jóvenes burlan los mecanismos de control de los portales de juego on-line a través de cuentas falsas o de sus padres. En el 35% de los casos son, además, multijugadores, es decir, combinan el modo presencial (loterías, rascas, quinielas, máquinas tragaperras, bingo, póquer) con el on-line (principalmente apuestas deportivas). Una mezcla explosiva.

Hermida presentó en el salón de actos del Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) los resultados del último estudio sobre la evolución del impacto del juego patológico en Asturias, en el que participó la psicóloga Aris Grande. Los resultados son, a grandes rasgos, preocupantes y constatan un "agujero importante" en el acceso al juego. Un dato: el 39,1% de los menores de entre 14 y 17 años afirmó haber caído en la tentación de los juegos del azar en el último año. Aunque la cifra más alarmante, en palabras de Hermida, es que el 1% de ellos ya tienen problemas. "Puede parecer un porcentaje muy bajo, pero en realidad es grave", asegura el responsable de la investigación, encargada por la Consejería de Sanidad. El problema está en que cuanto primero empiecen más riesgo (multiplica por cuatro al de los adultos) tienen de desarrollar una patología. Además, se trata de una patología que a menudo viene acompañada de un consumo alto de alcohol, tabaco y depresión.

Tener una personalidad impulsiva y ser varón son dos de los factores de riesgo, aunque no los únicos. El contexto social y cultural también marca: estatus socioeconómico bajo y problemas familiares y psicopatológicos. Incluso influye tener antecedentes en la familia de jugadores compulsivos. La psicóloga Aris Grande, que realiza un doctorado sobre conductas adictivas, considera que la prevención pasa por "controlar la accesibilidad a los juegos, hacer una publicidad realista -advertir de los riesgos nocivos como se hace en las campañas de tabaco- y realizar una continua evaluación del problema y de las medidas". Grande puntualiza que la patología no está relacionada tanto con la frecuencia o la cantidad de dinero que se apuesta -de hecho, la media es de 30 minutos y 3 euros por día-, sino con el nivel de deterioro en el que estén las diferentes áreas de la vida. "El problema se produce cuando el bucle del juego contamina todas esas áreas y no existen otras gratificaciones", explica.

La investigación también analizó la población adulta a través de los datos de consultas de Salud Mental. Esto quiere decir que aparte de los 108 nuevos casos que se registran al año en Asturias, están otros muchos, según José Ramón Hermida. Más aún si se tiene en cuenta que desde que empiezan en el juego hasta que se deciden a pedir ayuda pasan unos once años. La media de edad del jugador adulto es de 40 años, está en activo, tiene estudios secundarios, vive en pareja y tiene altos antecedentes familiares.