No habrá revolución. El precio de la sidra seguirá en los parámetros actuales. Los chigreros asturianos descartan un encarecimiento inmediato y sustancial del producto, aunque tampoco cierran la puerta, "si no se puede mantener el nivel de contención", a una "actualización" que, en todo caso, "siempre iría en la línea de conservar el carácter popular de la bebida y de sus precios". Esta es la postura oficial de la patronal Hostelería y Turismo en Asturias (Otea), después de que varios llagareros de reconocido prestigio alertaran, en un debate organizado el martes por el Club LA NUEVA ESPAÑA de Avilés, de que la sidra es una bebida muy barata en comparación con el vino la cerveza e, incluso el agua mineral, y que también tiene un precio muy por debajo del que se paga en el País Vasco, la segunda comunidad elaboradora tras el Principado. En San Sebastián y su entorno se abona entre cinco y seis euros por la botella, mientras que en Asturias cuesta en la actualidad entre 2,50 y 3 euros.

Ante las advertencias de los llagareros acerca del bajo precio del producto y de su escasa rentabilidad, la asociación asturiana de hosteleros, presidida por José Luis Álvarez Almeida, muestra su disposición a que la sidra "siga siendo una bebida popular tanto por el número de consumidores como por el coste", manteniendo para ello el "enorme esfuerzo" que supone para el sector y para los elaboradores "asumir unos costes de estructura que han crecido enormemente", así como una "labor de contención de los precios para mantenerlos dentro de los niveles actuales". El conocido hostelero gijonés Ataulfo Blanco respalda la postura de Otea y considera que "aún es pronto" para incrementar el precio de la sidra, después de que en 2015 pasase de 2.50 a 2,70 euros la botella en la mayor parte de establecimientos de la región. En cualquier caso, y en respuesta a los llagareros, les emplaza a que sean ellos quienes den el paso de encarecer el producto si lo consideran oportuno. "Entonces yo también lo haré y explicaré a mis clientes la razón", subraya el propietario de Casa Ataulfo.

Aunque no se muestra partidario de medidas drásticas, el avilesino Justo G. Castrillón, dueño de la Sidrería Yumay, está convencido de que el precio de la sidra tiene que acabar subiendo, aunque solo sea por "la dignificación del producto" y para evitar que "se abandone por su escasa rentabilidad". "No puede ser que una botella de sidra obligue a realizar seis servicios de escanciado a un camarero y a ofrecer un par de pinchos para lograr un beneficio de 1,20 euros", afirma.

Desde la ovetense calle Gascona, Pedro Caramés, de la Sidrería La Finca, mantiene una opinión muy similar a la de su colega avilesino."Para el cliente nunca va ser el momento de tocarlos, pero la verdad es que nosotros mismos desprestigiamos la sidra con unos precios tan bajos", sostiene Caramés, quien pone así de manifiesto lo "delicado" del asunto: "Aquí todo sube y nadie dice nada, pero si se habla de la sidra sí que se monta la revolución...".