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AGUSTÍN AZPARREN | Exmagistrado de la Audiencia Provincial de Oviedo y abogado experto en mediación bancaria y societaria

"La sentencia de Urdangarín y la Infanta debería reforzar la imagen de la Justicia"

"Los bancos tendrían que buscar mediadores independientes para las cláusulas suelo, porque el ciudadano piensa que le volverán a engañar"

Agustín Azparren, en la nueva sede de Ontier en Oviedo, con el Campo San Francisco al fondo. MIKI LÓPEZ

Agustín Azparren (Tenerife, 1952) vuelve a Asturias. "A casa, con la familia", dice él. El despacho de abogados internacional de origen asturiano Ontier le ha fichado para impulsar el área de mediación, "la más satisfactoria" para quien fue magistrado de la Audiencia Provincial de Oviedo hasta que en 2013 solicitó la excedencia para pasarse "al otro lado". A lo largo de su vida profesional, Azparren ha sido fiscal, juez de primera instancia e instrucción, magistrado, magistrado-juez decano de los Juzgados de Oviedo y vocal del Consejo General del Poder Judicial.

Ahora ha decidido volver a Asturias con Ontier, la firma de la abogacía presente en 14 países, con oficinas en América, Europa y Asia, y proyectos para abrir nuevas sedes en Rusia, Argentina, Oriente Próximo y algunos países de África. Ha sido el primer despacho que realizó una campaña de publicidad en España, en 2015, y una campaña de captación de talento e imagen de marca en 2016, cuando recibió el premio a la firma de abogados más innovadora del país.

-Vuelvo porque conocí a Bernardo (Gutiérrez de la Roza, fundador del despacho que llevaba su nombre y que está en el origen de Ontier al fusionarse con el de Ramón Hermosilla) hace muchos años, cuando empezó a ejercer la abogacía aquí en Oviedo. Cuando me ofreció la posibilidad de potenciar en Ontier el área de mediación, que es mi verdadera vocación, enlazó con mi idea de enfocar lo que quiero hacer. Además, se trata del despacho de abogados más innovador de España, distinto a todo lo demás, y encima me permitía volver a Oviedo, donde está mi familia... Es que me ofrecía todo lo que me venía bien.

-Llevaba cuatro años fuera de la judicatura. ¿La echaba de menos?

-No. Tuve la suerte de pertenecer a la primera promoción después de que se aprobara la Constitución. Si se analiza la historia del Poder Judicial, la época de la Transición fue la única independiente cien por cien. Tuve el privilegio de haber vivido la época dorada de independencia judicial. Al menos de momento no me planteo volver.

-¿La sentencia de Iñaki Urdangarín y la Infanta Cristina le ha sorprendido?

-He ganado apuestas. Al principio se decía que ni Urdangarín ni la Infanta irían a juicio; luego que no se les condenaría, y después que las condenas no pasarían de dos años para que no fueran a prisión. Siempre hay desconfianza, cuando éste es el único país en el que se ha sentado a un miembro de la Casa Real en el banquillo. Eso sería impensable en otros países.

-Pero a la Infanta la han absuelto y la Fiscalía quiere recurrir para pedir mayor condena para Urdangarín.

-La condición de Infanta la ha perjudicado. Unos dicen que la han absuelto, y otros que la han acusado, pero la realidad es que se le aplica una figura de consecuencias penales, lo que es insólito en cualquier otro país. Y esto debería hacer que se confiara en la Justicia, porque demuestra que no hay privilegios.

-Urdangarín no va a la cárcel y seguirán viviendo en Ginebra.

-Lo que se hace es aplicar la legislación, y es habitual que no se ingrese en prisión si no hay evidente peligro de fuga. En este caso y en otros.

-¿Por qué esa desconfianza en la Justicia?

-Porque se proyecta una imagen de la Justicia y de su politización que no se corresponde con la realidad. Los peligros de la independencia de la Justicia son ahora mucho mayores que en la Transición, eso es cierto, pero esa falta de confianza hace que la sentencia contra Urdangarín, que debería ser un ejemplo para reforzar la imagen de la Justicia, no lo sea.

-Es difícil cuando se ven las condenas de Urdangarín, Rato, Blesa y otros que están en sus casas mientras hay personas que por robar para comer están en la cárcel.

-Los jueces tienen que aplicar la ley, y tener en cuenta si existen antecedentes penales, el tipo de delito, las circunstancias... Ocurre a veces que el tribunal se da cuenta de que una sentencia condenatoria es injusta, pese a lo que dice la ley, y entonces propone el indulto porque el juez considera injustificada la condena. Otro asunto son las cuestiones políticas.

-El fiscal pide 19 años y la condena es de 6. Es un poco difícil de explicar.

-Se ha desvirtuado el papel del fiscal. Se ven muchas películas norteamericanas, y aquel sistema no tiene nada que ver con España. Allí los fiscales buscan la condena cuanto mayor, mejor, porque les sirve para hacer carrera política. Aquí no es así. El Fiscal pide penas máximas sabiendo que el juez las va a ajustar, cuando ya debería de pedir una condena ajustada. Eso también ha cambiado respecto a cuando yo ejercí.

-¿A los españoles les gusta mucho litigar?

-Existe cultura de litigio y la mentalidad tendrá que ir cambiando. En Inglaterra se aprobó en 1999 una ley similar de mediación y en diez años bajó la litigiosidad un 60%, lo que supone un ahorro enorme para las personas y también para el Estado, aunque la finalidad principal de la mediación es resolver los conflictos de manera pacífica y reducir la carga de trabajo en los juzgados.

-¿Cuánto le cuesta un juicio al Estado?

-Pues en primera instrucción el gasto suele ser de 1.500 euros, y de 6.000 en apelación.

-El Gobierno ha puesto en marcha un sistema de mediación para las cláusulas suelo, pero la Justicia se prepara para una avalancha de reclamaciones judiciales. Los ciudadanos no se fían.

-Claro. Son los bancos los que tienen que hacer la valoración, pero están organizando este sistema con su propio personal, y entonces el ciudadano piensa: si ya me engañó, me volverá a engañar. Esa desconfianza ya existe y va a más. Los bancos deberían buscar mediadores independientes para generar confianza, pero no lo hacen. Por eso el Consejo General del Poder Judicial es consciente de que puede producirse una avalancha de casos y aumentar el atasco en los juzgados.

-¿Están muy atascados los juzgados asturianos?

-Cuando escucho aquí las quejas me hace gracia, porque estamos en el paraíso judicial. Cuando salió la primera sentencia del Tribunal Supremo contra Bankia, había dos pleitos en marcha. Uno era en Asturias, y desde que se interpuso la demanda hasta que resolvió el Supremo pasaron 15 meses. Los Juzgados de lo Mercantil de Málaga tardan en resolver siete años en primera instancia. ¡Imagínese si hay que recurrir hasta llegar al Supremo!

-Pero la mediación no acaba de cuajar.

-La mayoría de la gente no sabe lo que es. De hecho, hay muchos abogados que la confunden con la negociación. Cuando se empieza a trabajar y los clientes se dan cuenta de que se pueden ahorrar tiempo, costes y ganar en salud, se queda muy sorprendida. Por ejemplo, en el caso de conflictos de sociedades familiares se judicializan asuntos que en realidad son problemas de familia que acaban repercutiendo en la empresa y pueden llevarla al cierre. Entre partes entre las que no existe el diálogo, o es muy difícil, un tercero independiente, en el que los dos tienen que confiar, en la mayoría de los casos suele encontrar una solución sin llegar al juzgado.

-Dos no riñen si uno no quiere, pero tampoco se arreglan.

-Bueno, hay casos en los que una de las partes sólo persigue hacer daño a la otra. Si en la primera entrevista ya se detecta, se debe descartar el caso, porque es una pérdida de tiempo.

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