La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Apuntes de mecánica política

El tiempo congelado del Gobierno

La inacción del Ejecutivo de Javier Fernández colma la paciencia de IU, que respaldó la investidura: la reprobación de la consejera de Desarrollo Rural marca un punto de no retorno

El tiempo congelado del Gobierno

Hay acontecimientos que suponen un quiebro en una tendencia y alejan, de manera definitiva, la posibilidad de retorno al equilibrio anterior. Las relaciones entre el gobierno socialista de Javier Fernández e Izquierda Unida, el socio de la investidura, siempre han pasado por altibajos que, más o menos, terminaban por reconducirse. No hay duda de que el PSOE se enfrenta casi siempre a un parlamento hostil y, aunque IU no permite sumar una mayoría, la coalición siempre ha sido un compañero fiable: por ejemplo, desbrozó la senda negociadora que terminó con el apoyo presupuestario del PP, aunque la propia Izquierda Unida terminó fuera de un hipotético acuerdo a varias bandas por sus propias tensiones internas.

Por eso, la decisión de la coalición de reprobar en el parlamento a la consejera de Desarrollo Rural y Recursos Naturales, María Jesús Álvarez, puede terminar marcando un punto de no retorno. Que el partido que ha dado respaldo al gobierno en la investidura cuestione ahora de manera tan drástica la acción de un miembro del gabinete sobrepasa en gravedad cualquier desencuentro anterior.

María Jesús Álvarez ya ha estado en el punto de mira parlamentario. El Partido Popular planteó en febrero del año pasado una reprobación de la consejera, y la sostenía, sobre todo, en cuestiones relativas a sanidad animal. Foro respaldó aquel tirón de orejas de los populares que no salió adelante gracias al rechazo de Izquierda Unida y Podemos. En aquella ocasión, IU ya apuntó que era "demasiado pronto" para reprobar a la consejera, y que habría que esperar cómo evolucionaban algunas cuestiones pendientes, como el conflicto con los veterinarios despedidos de Tragsatec. Sin embargo, el plazo dado a la consejera se le ha agotado incluso a quien se lo concedió. La suma de IU al frente del descontento con la gestión en el área de Desarrollo Rural puede dejar a María Jesús Álvarez expuesta a las dentelladas de la mayoría de la cámara.

Al PSOE le queda un complejo periodo por delante, marcado por las incertidumbres de sus propios procesos internos. El presidente del Principado, Javier Fernández, ha mantenido la cabeza y la agenda ocupadas en apuntalar el partido y evitar que colapse por la batalla cainita, pero con un coste evidente: la pérdida de pulso del gobierno asturiano, entregado a los trámites y sin capacidad de liderazgo siquiera para sacar adelante un acuerdo político que marque las demandas prioritarias de Asturias en materia de infraestructuras.

Para colmo, cuanto más demore Susana Díaz su anuncio de que optará a la secretaría general del partido, mayor será el peso sobre los hombros de Javier Fernández antes de las primarias. Aunque los plazos que sopesa la presidenta andaluza para dar un paso al frente son finales de este mes, a más tardar los primeros días de abril, los sanchistas se encargan de sembrar dudas y se disparan incluso los rumores poco fundados de que el propio Fernández tendrá que aparecer como solución de consenso.

La ausencia forzada de Javier Fernández en el día a día del Gobierno alimenta entre la oposición la imagen de un gobierno "de trámite y que se desmorona", en el que casi todos los asuntos permanecen congelados en un paréntesis de inacción y tiempo congelado.

Sólo así se explica que la consejera de Infraestructuras, Belén Fernández, vuelva a intentar, a la segunda, sacar por la mínima el pacto de las infraestructuras, cuando el PP, e incluso IU, reclamaban que fuese el propio Javier Fernández el que tomase las riendas para desbloquear una negociación infructuosa y que demostró la escasa altura de miras de los partidos políticos asturianos ante un asunto que sí había logrado unanimidad entre colectivos sociales y empresariales.

El gobierno corre el riesgo de que su pretendida ataraxia termine más como ataxia que como el estado de ánimo imperturbable de los epicúreos, de modo que la inacción conduzca en una falta de control sobre los asuntos y en un proceder impulsivo y descoordinado.

Cierto es que el gobierno regional apenas tiene vientos a favor. El colapso en que se encuentra el parlamento, atascado en sus propios asuntos, no es más que otra muestra de la inercia política asturiana. Si además el PSOE se queda sin el último punto de apoyo que tenía las dificultades serán aún mayores.

Compartir el artículo

stats