No exageramos al escribir que será difícil encontrar otro documento cinematográfico que cuente tan bien la celebración de la vida, con sus dramas y sus triunfos, como "Cantábrico". Y tampoco al asegurar que está justificada la expectación por esta película rodada en buena parte en Asturias: de Muniellos y Somiedo a Redes. El espectacular e insólito filme de Joaquín Gutiérrez Acha (Madrid, 1959) merece ese interés. No es de extrañar, pues, que el preestreno de la cinta ayer, en el gijonés teatro de la Laboral, estuviera arropado por más de mil doscientas personas. Un éxito para un realizador y naturalista que ha captado pacientemente durante más de dos años, en las entrañas mismas de la Cordillera, el lado salvaje de un territorio que el director denomina con razón, en el subtítulo de su documental, como "los dominios del oso pardo".

"Creo que la Cordillera cantábrica está sana, aunque hay especies en una situación delicada, como el urogallo", explicó el realizador poco antes de asistir a la puesta de largo de un documental que se estrenará en cines el próximo 31 de marzo. El pase de ayer estaba previsto para el Paraninfo de Laboral, con un aforo de unas doscientas personas. Se acertó al trasladar la proyección al coliseo de Ciudad de la Cultura. Hubo que disponer hasta del anfiteatro. El Gobierno del Principado, que presentaba ayer mismo nueva campaña turística, estuvo ampliamente representado.

La ocasión lo merecía. Gutiérrez Acha, el primer español que trabajó con las mejores compañías de documentales del mundo (de National Geographic a la BBC), ha filmado la fauna y los agrestres paisajes de una España poco conocida aún; ciclos de la naturaleza viva, atlántica, que están presididos por estaciones bien marcadas y por los rituales del oso y el lobo, del gato montés y el salmón, del corzo y el jabalí, del armiño y de la araña pisaura. La obra ha costado cerca de dos millones de euros, más dinero de lo que supuso la filmación de la exitosa "Guadalquivir", con la que el director estuvo nominado en 2014 al "Goya" a la mejor película documental".

Gutiérrez Acha estaba ayer feliz por el preestreno en Laboral: "Era obligado y de alguna manera toreo en casa". Y es que se siente un asturiano más por los años en que vivió en Villaviciosa, donde trabajaba su padre. "Además, aquí hemos tenido unos apoyos extraordinarios", añadió. "Cantábrico" es un recital de documentalismo de alta precisión. Y no sólo por "regalos", según palabra de su director, como el de la cacería de un ciervo por parte de una manada de lobos. Detrás de la secuencia de apenas diez segundos de la freza del salmón hay cuatrocientas horas de trabajo. Y mucha labor también, aunque el rey de la cinta sea el oso, en los planos de la mariposa hormiguera oscura. Una película monumental (desde la música de Santi Vega y el sonido de Carlos de Hita, a la voz narrativa de Luis Ignacio González) en la que el guión pensado por su realizador deja espacios a la fuerza de la vida diciéndose.