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Apuntes De Mecánica Política

La inevitable condena a entenderse

Las complicadas relaciones entre el PSOE e IU pasan un momento difícil, pero también el Gobierno hizo cesiones

La inevitable condena a entenderse

Las relaciones afectivas entre PSOE e Izquierda Unida atraviesan un mal momento: nunca fueron una relación de pareja estable y arrastran una larga historia de encuentros, desencuentros, armisticios y rupturas. En esta legislatura partieron mostrándose las preferencias, pero en ningún caso siendo excluyentes: incluso se defraudaron mutuamente.

Pero la decisión de Izquierda Unida de apoyar la reprobación que lanzó el PP de la consejera de Desarrollo Rural, María Jesús Álvarez, coloca en el peor momento del mandato esa declaración de intenciones que vino a llamarse "pacto de investidura" que permitió a Javier Fernández acceder a la presidencia del Principado con el apoyo de IU y con la contraprestación de que tuviese en la coalición de izquierda su primer referente. "Esto tendrá consecuencias", advirtieron del gobierno a la coalición cuando registró su propia reprobación de la consejera. ¿No habría sido mejor que IU presentase su propia reprobación y fuese el PP el que la apoyase en vez de al contrario?

Izquierda Unida sacude de manera constante la cantinela de que el gobierno de Javier Fernández "carece de acción política". Pero también es cierto que algunas de las estrategias alentadas por IU han metido al ejecutivo en atolladeros. Por ejemplo, la voz de alarma de que Podemos estaba dispuesto a enmendar hasta hacer irreconocible el presupuesto de 2016 saltó en los escaños de la coalición, que animó al gobierno a retirar las cuentas para evitar no solo perder la votación o sufrir cambios severos en el proyecto. La retirada de los presupuestos se llevó a cabo no sin reticencias en el PSOE que, recibió por ello los reproches de PP y Podemos. A IU no se le escuchó decir esta boca es mía, lamentan en el Ejecutivo.

Otra de las cesiones a los planteamientos de la coalición se produjo en la última negociación presupuestaria. El guión del Ejecutivo pasaba por buscar el acuerdo con Izquierda Unida y Podemos, a sabiendas de que este último era muy complicado. Y de no conseguirlo, tampoco temer otra prórroga por mucho que doliese. Pero desde IU llegó la idea de que probar un acuerdo que incluyese al PP, Ciudadanos e Izquierda Unida y dejase fuera de la operatividad parlamentaria a dos partidos que quedarían identificados como incapaces de alcanzar acuerdos: Foro y Podemos.

Aquella propuesta inicial era ambiciosa, y los primeros contactos con Mercedes Fernández se produjeron por vías interpuestas para hacerle ver la importancia que sería lograr unas cuentas apoyadas por un amplio espectro parlamentario, aun cuando algunas de las demandas de los partidos fueran contradictorias entre sí: por ejemplo, la rebaja en el impuesto de sucesiones.

En la recta final, el gobierno llevó a cabo las negociaciones, logró convencer al PP y a Ciudadanos y, en el último minuto, Izquierda Unida, que activó la operación, se descolgó por decisión de sus órganos internos, francamente divididos y enfrentados. "¿Qué fiabilidad da un socio así?", sostienen en el Ejecutivo.

El último ejemplo se produjo esta misma semana. Es cierto que Izquierda Unida fue la formación que primero mostró su acuerdo con el gobierno en el documento que señala las obras prioritarias que necesita Asturias, pero también fue el que internamente más aireó el fracaso que supondría no contar con otros partidos. El rechazo más sorprendente para el Gobierno fue el de Ciudadanos. El PP ni siquiera acudió a las reuniones; Podemos se plantó en su reiterada estrategia de lanzar sospechas de irregularidades por doquier y exigía una investigación sobre la Variante, y Foro terminó apeándose por su posición respecto al ancho de vía en el túnel de Pajares.

Nicanor García, portavoz de Ciudadanos, acabó también descolgándose. Los últimos días ha habido un intento de IU de atraer de nuevo a Ciudadanos que no fructificó por discrepancias entre la dirección de la formación naranja y el grupo parlamentario. El operativo y los matices al documento que exigía IU hicieron que incluso la patronal FADE llegase a afirmar in extremis que no firmaba.

Reproches pues, como en todas las parejas, hay por ambas partes. La cuestión es qué sucederá a partir de ahora. El PSOE tiene la opción de buscar nuevas alianzas con el PP; algo que parece improbable. La única alternativa para un gobierno de izquierdas en minoría sigue siendo contar con IU porque con Podemos es imposible ningún acercamiento. En el horizonte hay tres cuestiones que permitirán pulsar la relación: el plan del área central, la financiación autonómica y el pacto demográfico: en los tres las afinidades ideológicas invitan a que PSOE e IU vayan de la mano. Otra cosa es que lo hagan dándose facilidades. IU puede ser más exigente pero el papel del mandoble de la izquierda ya lo tiene asumido y rentabilizado Podemos. Y quizás el PSOE deba explorar algo más la libertad que dan las relaciones abiertas, aunque eso conlleve inevitables escenas de celos.

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