"Cuidar el medio ambiente es estrictamente necesario para nuestra salud y para la de los demás". Ésta fue la "llamada a la solidaridad" que hizo ayer el catedrático de Bioquímica y Biología Molecular Luis Franco Vera en la última ponencia de la II Semana de la Ciencia organizada por LA NUEVA ESPAÑA. Ante un aforo lleno, el científico del Instituto de Investigación Sanitaria de Valencia (Incliva) explicó cómo los agentes externos -clima, alimentación, sedentarismo, contaminación...- pueden acabar provocando cáncer, diabetes de tipo dos o enfermedades cardiovasculares, entre otras muchas.

De su estudio se encarga la epigenética, que son los cambios ligados al ambiente en vez de a la herencia, que no alteran la secuencia del ADN, como hace la genética, pero sí su funcionamiento o expresión. Para traducirlo al lenguaje coloquial, Luis Franco (Madrid, 1942) utilizó el inicio de la obra del Quijote. ¿Cómo se manifestaría la epigenética en el texto? Volviéndolo ilegible. Por ejemplo, reduciendo la comprensión de la letra o disminuyendo la negrita de ciertas palabras. De esta forma, el mensaje está ahí (la secuencia de ADN), pero no lo leemos bien. Es casi, aclaró Franco, un "efecto deleción", que en genética consiste en omitir una palabra del texto.

El bioquímico desveló a lo largo de su charla "Epigenética: cuando el medio ambiente modifica los genes" que las enfermedades que contraemos por factores medioambientales pueden ser transmitidas al menos hasta la tercera generación. Eso no quiere decir, puntualizó el experto, que no pueda afectar a más generaciones, "sino que la investigación es lo que por el momento llegó a demostrar". Un ejemplo práctico: "El tabaco afecta a una madre fumadora y también puede afectar al feto y a sus futuros nietos si la nicotina consigue alterar las células primordiales germinales del bebé". Y lo mismo pasaría con una madre que sufre malnutrición.

De hecho, así se demostró en los Países Bajos como consecuencia de la hambruna del invierno de 1944. Los que la sufrieron e ingirieron 700 calorías diarias, cuando lo normal son más de 1.500, transmitieron a sus descendientes la diabetes tipo dos. "La malnutrición produce diabetes; la razón por la que se manifiesta más en Europa que en África es porque allí las personas no viven lo suficiente para que la enfermedad salga a la luz", señaló.

El integrante de la Real Academia de Ciencias, Exactas, Físicas y Naturales y autor de más de un centenar de artículos científicos explicó al detalle los dos principales factores epigenéticos, que son la metilación del ADN (incorporación de un radical químico) y la modificación de unas proteínas llamadas histonas. El primero "tiene lugar en las secuencias CG y silencia los genes". El segundo, por su parte, ocurre en el aminoácido lisina y hace que las histonas pierdan su carga positiva. "Es como si tuviésemos el collar del ADN completamente compacto, lo que hace ilegible el mensaje", apuntó.

¿Y cuáles son sus efectos? Luis Franco, que fue presentado por la decana de la Facultad de Química de la Universidad de Oviedo, Susana Fernández, se detuvo en el cáncer, que es "un descontrol de la proliferación celular". Y más concretamente, en el cáncer de hígado. "En este órgano, lo normal es que sólo estén activas una de cada 10.000 células. Esto quiere decir que funcionan los genes supresores (los frenos de un coche), y los oncogenes (el acelerador) están metilados. ¿Qué pasa si por un error se metila un supresor o si se desmetila un oncogén? Pues que aparece un fonotipo tumoral", manifestó.

Todo esto, dijo Luis Franco, "no lo sabíamos hace más de una década", cuando se desconocía la existencia de la epigenética. Aún así, insistió "no debemos alarmarnos, pero sí ser más responsables con nosotros mismos y cuidar el medio ambiente". Además, el bioquímico aseguró que, a diferencia de la genética, la epigenética es "reversible" y ya está en la calle "la primera generación de fármacos".

La ponencia de Luis Franco formó parte del programa de promoción de la cultura científica y tecnológica, organizada por la Facultad de Química de la Universidad de Oviedo y la Real Academia de Ciencias Exactas. Con ella cerró ayer LA NUEVA ESPAÑA la II Semana de la Ciencia, que fue un "rotundo éxito", en palabras de la decana de Química, Susana Fernández. La directora del periódico, Ángeles Rivero, agradeció la "calurosa acogida" del evento por parte de los lectores y reiteró sus disculpas porque "no todos pudieron entrar en la sala". Rivero se comprometió a solucionar los problemas de aforo en la próxima edición.