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La evolución creciente de una nueva modalidad de estudios

Los universitarios a tiempo parcial son ya una quinta parte de los matriculados

"Habría que darle publicidad y facilitar la evaluación diferenciada", pide el Defensor ante las quejas de alumnos por el incumplimiento de la norma

Nació como una ventaja para facilitar la posibilidad de compaginar los estudios universitarios a las personas que trabajan o que tienen cargas familiares pero lo cierto es que la matrícula a tiempo parcial se ha vuelto en contra de algunos de los que optan a ella. Quienes eligen esta opción son ya una quinta parte del alumnado matriculado en la Universidad de Oviedo. Este curso están matriculados a tiempo parcial (por trabajo u otros impedimentos) en estudios de grado, máster y doctorado 4.542 de los 21.580 matriculados, esto es, un 21% de la masa global de alumnado.

Sus principales ventajas son la reducción del número mínimo de créditos a los que tienen que matricularse el primer año y la reducción del número mínimo de créditos que se aprobarán durante los dos primeros años para poder continuar los estudios. En principio no es necesario justificar la decisión y al comienzo de cada curso académico se puede cambiar de régimen de dedicación libremente.

Los estudiantes a tiempo parcial tienen la misma evaluación que aquellos que se han matriculado a tiempo completo. Pero el reglamento prevé una evaluación diferenciada para aquellos estudiantes que, estando a tiempo parcial y solicitándolo ante el decano o director del centro al comienzo del curso, justifiquen documentalmente que no pueden seguir el desarrollo normal de las clases. Es muy importante tenerlo en cuenta para matricularse y para solicitarlo al comienzo del curso. Carmen Rodríguez Fernández, alumna de la Facultad de Filosofía y Letras, accedió a esta modalidad -que este curso han elegido 443 estudiantes (un 10% del grupo que estudia a tiempo parcial)- cuando tras regresar de una estancia "Erasmus" accedió a un puesto de trabajo en una multinacional implantada en el Principado. Le quedaban ocho asignaturas para terminar la carrera y ante la posibilidad de acudir a todas las clases optó por la evaluación diferenciada. "Muchos profesores no aceptaban que no pudiera ir a clase; insistían que tenía que ir a las tutorías. Al final te sientes muy solo porque nadie te arropa en ese proceso", relata la joven, quien tras la mala experiencia en la Universidad de Oviedo ha optado por realizar un máster a distancia.

El Defensor Universitario en su último informe ya advertía de la falta de información al alumnado sobre la evaluación diferenciada. "Es evidente que va creciendo el sector de los alumnos que necesitan un trabajo complementario para mantenerse y sufragar sus estudios. En ocasiones no se les advierte adecuadamente sobre las ventajas de la evaluación diferenciada y, al no escogerla, quedan sometidos a los sistemas de evaluación continua que les puede resultar ardua", relataba Ramón Durán en su último informe antes de su relevo, el pasado febrero, por parte de la catedrática de Derecho Internacional Paz Andrés. "Debe ofrecerse mayores dosis de información al respecto, conceder mejor publicidad a la diferenciada y facilitarla para los casos proclives a ella", insistía el Defensor.

Carmen Rodríguez lamenta que, aun cumpliendo todos los requisitos, se le cerraron todas las puertas para ser evaluada por este sistema. "Planteé una queja formal y tampoco hicieron caso", recuerda, "fue una experiencia que me generó tal ansiedad que no la recomiendo a nadie".

La gota que colmó el vaso fue cuando la joven se vio expuesta a idéntico examen que los alumnos que optaban por la evaluación continua pero con menos tiempo para completar las preguntas. "Ellos tenían una hora y media y a mí me dieron 45 minutos, para el mismo examen; me peleé con todos. La única persona que me ayudó en este proceso fue la exdecana Cristina Valdés", prosigue en su relato sobre la experiencia de evaluación diferenciada. En un asignatura en la que el requisito para acceder al examen oral era tener aprobadas otras cuatro destrezas de la asignaturas, Rodríguez se quedó a 0,1 puntos de aprobar una de ellas. "Cual fue mi sorpresa cuando vi que otros alumnos con peor nota que sí pasaron al oral. Pregunté al profesor y me dijo que era su criterio. Se te queda cara de póquer. Al final se llevó el tema a una comisión de evaluación del departamento", indica sobre su caso. "Te siente completamente indefenso", lamenta la joven quien finalizó sus estudios en la Universidad de Oviedo el pasado julio. Ahora cursa estudios de posgrado en la Universidad Internacional de Valencia. "Se me quitaron las ganas de seguir aquí", concluye.

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