Hasta aquí llegó la dañina polilla de la patata. Operarios del vertedero de Serín cavaron ayer su tumba entre montañas de basura y un intenso olor a podrido. El entierro fue rápido y sencillo: tierra por encima y dos sacos industriales de cal viva por debajo para matar a todas las bacterias del tubérculo. Entre todo, menos de media hora. "Con esta operación no queda nada vivo; ni siquiera produce biogás", asegura el gerente del Consorcio para la gestión de los residuos sólidos de Asturias (Cogersa), Santiago Fernández. Bajo sus pies hay cerca de 30 metros de residuo, los mismos que en cuestión de semanas cubrirán el gran nicho de las patatas. En él se descargaron diez toneladas procedentes del Occidente, donde la plaga está siendo especialmente perjudicial.

El de ayer es el segundo cargamento que llega a Cogersa desde que la consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales comenzó el 23 de marzo en San Tirso de Abres a recoger patata de siembra o almacenada afectada por la polilla guatemalteca. Se trata de una de las principales medidas que recoge el real decreto para luchar contra la plaga de la patata. El camión llegó a las once de la mañana y dos operarios oficiaron su funeral, que constó de tres partes: echar en la fosa un saco de cal viva (de aproximadamente mil kilos), descargar diez toneladas de tubérculo, y cubrir con cal viva (otros mil kilos) y tierra. "Seguimos el procedimiento que nos marca el Ministerio de Agricultura: enterrarlo lo más rápido posible y echar cal. Con ello, pueden tener todos los agricultores la seguridad de que la plaga no se va a transmitir a ninguna plantación de Asturias", explica Fernández mientras una nube de sustancia alcalina pinta de blanco el vertedero.

Fue un funeral con mucho público. Además del gerente de Cogersa, a la destrucción de la patata contaminada asistieron medios de comunicación y el responsable de la explotación del basurero, Roberto García, quien detalló que el tubérculo enterrado "queda perfectamente encapsulado". La cal, tal y como manda el Gobierno, reacciona de tal forma bajo tierra que mata cualquier bacteria que habite en la patata. De hecho, con esta maniobra, no se produce biogás, como es habitual que suceda con el resto de residuos. "Tenemos chimeneas que liberan metano a la atmósfera. Este vertedero es una mina viva que produce continuamente biogás y con él cubrimos un tercio de las necesidades de nuestras instalaciones", detallan los técnicos.

El próximo cargamento, el tercero hasta la fecha, llegará el viernes, ya que Cogersa espera a juntar una media de diez toneladas de tubérculo para ahorrar en costes de transporte. El gerente, Santiago Fernández, afirma que "cualquier cantidad que venga, será tratada", aparte de las 2.000 toneladas diarias de basura que atiende el vertedero de Serín. "Tenemos superficie y maquinaria suficiente para tratar toda la patata que nos llegue", insiste Fernández, que recuerda que ya en el pasado Cogersa tuvo que responder ante otros problemas. Los más conocidos, el desastre del Prestige, las vacas locas o la enfermedad de la lengua azul que afectó a las ovejas.