Oviedo, Franco TORRE

Ataviado con las mismas botas del violinista y modelo David Garrett y luciendo su talento propio, Marcelo Ré, de 8 años, avanza por el pasillo del salón de actos de la Fundación Vinjoy, en Oviedo. Con paso seguro y pulso firme, el niño prodigio interpreta una pieza de Shinichi Suzuki, mientras las expresiones de asombro florecen a cada golpe del arco que, con una fluidez impropia de su edad, frota contra las cuerdas de su violín.

Hace apenas un año, Marcelo Ré no sabía siquiera coger el instrumento. Se lo había comprado su padre, Alberto, cuando tenía 2 años. Pero el violín dormía el sueño de los justos en el desván, ya que los padres de Marcelo se abstuvieron de imponer a su hijo su afición por la música. Hasta que, con motivo de un festival en su colegio, el Laude Palacio de Granda, el niño quiso probar. Quizá, apunta su madre, Patricia González, fuese un concierto de Ara Malikian el que le metiese el gusanillo. Quizá fue, simplemente, que aquel trozo de madera con cuerdas ejerciese algún tipo de efecto magnético, de atracción, para sus dedos.

En apenas unos meses, el jovencísimo ovetense ha evolucionado de manera perceptible en su manejo del instrumento. "Ya me ha dejado atrás con el violín, y ha empezado a tocar el piano y la guitarra", afirma el padre, Alberto Ré, que "chapurrea" el lenguaje musical de once instrumentos, con esa mezcla de rubor y orgullo con el que los padres comprenden que sus vástagos han superado sus capacidades.

Julio Imbert, violinista de Oviedo Filarmonía, tutela la evolución de Marcelo, que ayer demostró su talento en la Fundación Vinjoy. Mas la suya no fue una actuación al uso, sino que el joven violinista y su padre escenificaron una fábula musical centrada en los esfuerzos de una cigarra y un grillo por formar una orquesta sinfónica con los animales del bosque. La fábula, desarrollada por el niño y sus padres, era narrada por Alberto Ré, quien además flanqueaba a su hijo, como segundo violín, en aquellas piezas que lo precisaba.

Sirviéndose de este hilo narrativo, Marcelo Ré demostró su soltura con el violín y también su versatilidad para saltar de Suzuki a Schumann, a Beethoven, a Brahms, a Paganini, a Dvorak y a un Bach al que dignificó con su respetuosa y sensible interpretación. Frente al escenario, los usuarios de la Fundación Vinjoy aplaudían emocionados al joven, deslumbrados por su precoz talento y por su desparpajo sobre las tablas.

La comunión entre el violinista y su público fue tal que Marcelo Ré bajó en varias ocasiones del escenario, ante el entusiasmo del respetable, y al terminar la narración les dedicó una hermosa propina: un retorno a Bach, interpretando un fragmento de la "Suite n.º 3" que llevó el alborozo a los asistentes, quienes despidieron al joven prodigio al grito de: "¡Bravo!".

Cara al futuro, Marcelo Ré tiene claro que quiere dedicarse profesionalmente a la música. De momento, su talento ya ha llamado la atención de diversos organismos, y le han propuesto realizar conciertos en Argentina, Guatemala y los Estados Unidos. Pero el rapaz no repara en las implicaciones de todo ello, y únicamente quiere disfrutar de esa vocación naciente. "Mi violinista favorito es David Garrett", afirma Marcelo. Y al igual que esos niños que quieren ser futbolistas y se compran las botas de Neymar, el joven prodigio luce con orgullo unas botas como las del músico alemán con quien sueña, en un futuro, poder compartir escenario.