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ALBERTO FERNÁNDEZ GIL | Biólogo, exmiembro del Consejo Consultivo del Plan de Gestión del Lobo del Principado en representación de las entidades conservacionistas de la región

"Los controles de población del lobo no están justificados ni técnica ni moralmente"

"La política de compensaciones de daños es obsoleta e injusta; se dan ayudas directas a todos los propietarios, sean o no ganaderos"

Alberto Fernández Gil, representante de las entidades conservacionistas en el comité del plan de gestión del lobo del Principado entre 2004 y 2017. LNE

Alberto Fernández Gil es biólogo, nacido en Bilbao hace 56 años. Ha estado vinculado a la Universidad de Oviedo, donde elaboró su tesis doctoral sobre el comportamiento y la conservación de osos y lobos en ambientes humanizados, trabajo que fue codirigido por Mario Quevedo y Javier Naves. Entre las conclusiones de aquella tesis recogía que cuando hay controles de lobos se registran más daños al ganado. Era miembro desde hace trece años del Consejo Consultivo del Plan de Gestión del Lobo, órgano que acaba de dejar como representante de las entidades conservacionistas.

- ¿Por qué decide abandonar el Consejo del Lobo?

-Cuando el Principado aprobó el segundo plan de gestión, en 2015, ya les dijimos que no aceptábamos los cambios, ni por razones de interés general ni por los objetivos que se planteaban ni las actuaciones. La modificación que se introdujo ese año respecto al primer plan, de 2003, se centraba en dos ejes: por un lado, las compensaciones por daños al ganado y, por otro, la política de control de la población. La política de compensaciones de daños que se utiliza actualmente es obsoleta e injusta. Respecto a los controles de población, consideramos que están absolutamente injustificados tal como se están haciendo y hay evidencias técnicas y científicas de ello. Solo contentan al sector más reaccionario y el Gobierno se ha hecho cautivo de unas condiciones inaceptables.

- ¿Por qué es injusta la política de compensaciones de daños?

-Las compensaciones de daños tanto de oso como de lobo se vienen realizando desde hace unos 30 años mediante compensaciones directas a todos los propietarios de ganado, sean o no ganaderos. En los últimos años ha cambiado la realidad social y económica del campo, más con la PAC que ya contempla subsidios ganaderos. Las circunstancias son completamente distintas a hace treinta años, pero no se modificó la normativa ni un ápice para adaptarse a ello. Se desatiende a los ganaderos más comprometidos y se presta atención a otros ciudadanos con ganado que no son ganaderos, pese a que existen herramientas para hacer mucho más justa esa política. Se debería compensar mejor al ganadero tradicional. Lo que llega en subsidios ganaderos son fondos públicos y el Principado debería realizar un esfuerzo para que esos fondos lleguen a dónde deben llegar y a quienes lo merecen.

- Aludía entre las razones para abandonar el Consejo del Lobo a la inadecuación de los controles de población, ¿por qué lo cree así?

-Ni técnica, ni moral ni socialmente están justificados. La Consejería reconoció en su momento que nunca evaluó el efecto de esos controles de población. Con ellos solo contentan a sectores reaccionarios. Para llevar a cabo una medida hay que justificar que es legal y esta es inaceptable. Hemos llegado a un absurdo incomprensible y no podemos seguir participando de algo así.

- ¿Hay un problema de superpoblación de lobos con repercusión para la cabaña ganadera en el Principado?

-El Gobierno del Principado nunca evaluó los efectos que tiene sobre la actividad ganadera. Lo que sí sabemos es que afecta al 0,6% de la cabaña ganadera en extensivo. La mortalidad normal del ganado en ese caso es del 5%, por tanto, es mucho mayor la mortalidad por enfermedades que por ataques del lobo. No supone un quebranto muy importante. Sí lo es para determinados ganaderos pero eso hay que evaluarlo y ver qué cómo repercute en las personas que viven de la ganadería y los subsidios que reciben. Pero esa información el Principado nunca la ha aportado. Y luego hay que ver qué efecto tiene en sus economías quienes reclaman compensaciones por daños del lobo. No es lo mismo que le maten una vaca a un persona que cobra 60.000 euros en subsidios que otro con 30 ovejas, que vive de ello, y el lobo le mata la mitad. Deberían tratar de personalizar cada caso y atender lo prioritario.

- Los ganaderos piden incrementar las ayudas por ataques de lobo y algunos denuncian retrasos en los pagos.

-Se hace un esfuerzo importante por compensar los daños pero existe un sector extraordinariamente descontento con la política de compensación de daños que no explican las razones de sus exigencias. En este asunto el Principado ha emprendido una hacia delante en un conflicto que es muy sonoro en medios de comunicación y lo único que hace la Administración es matar más lobos.

- Aparecen lobos muertos colgados de señales de tráfico, en espacios urbanos... ¿qué opina de esas acciones?

-Como asturiano me siento avergonzado. Creo que responde a un matonismo fascista que se adueña de las calles y pueblos. Es terrorismo ambiental porque amenaza a toda la sociedad con imágenes repugnantes. No responsabilizo de ello al Principado pero la poca dureza que aplican a la hora de perseguir abusos de todo tipo, tanto en furtivismo como en el mal uso de los fondos públicos lleva a esta situación, donde existe cierta laxitud.

- ¿Se tiene en cuenta las participación ciudadana en los órganos de control y conservación de especies y enclaves protegidos?

-Cada consejo consultivo es distinto, en función de quienes lo componen. Hay consejos que funcionan bien y otros peor. En el caso del lobo, el hecho de haber estado 13 años en él significa que lo hemos aceptado. Los primeros años funcionó bastante bien por parte de todos, incluidos los sindicatos ganaderos. Fue una participación honesta y constructiva pero desde 2008 a 2015 ha sufrido un proceso de deterioro y por eso hemos decidido no seguir en él.

- ¿Realiza una valoración más positiva de los planes de gestión del lobo de otras comunidades autónomas?

-Quizá en Galicia aunque no tienen comité consultivo del plan de gestión. En realidad no tengo claro que sea preciso mantener un plan de gestión del lobo. Una Administración puede tener una política de compensación de daños y una de conservación de la especie a través de leyes, sin necesidad de plan. El lobo es una población única para toda la península y no tiene sentido que se establezcan diferentes planes por comunidades autónomas que no coinciden entre sí cuando el mandato general es la conservación de una única población.

- ¿Ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con el medio natural y las especies que viven en él?

-No soy sociólogo para realizar esa valoración pero da la impresión de que la sociedad es más respetuosa con las especies animales. Creo que existe una cierta consideración moral hacia los animales mayor que hace años pero, al mismo tiempo, una parte pequeña de la sociedad es muy agresiva y vehemente y cuenta con buenos vehículos de comunicación para hacer llegar un discurso muy duro y reacconario.

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